Como la ciudad de la esperanza se han referido sobre Cúcuta muchas personas influyentes de la ciudad. Así mismo, también se le conoce como la perla del norte, la frontera más viva de Suramérica, la puerta de Colombia y la ciudad noble, leal y valerosa. Sin embargo, todos estos epítetos que se usan para referirse a la capital de Norte de Santander se quedan en mera retórica para los gobiernos de turno. El ciudadano del común no comprende cómo la ciudad existe para cumplir con sus compromisos tributarios, aún en medio la profunda crisis económica, social, empresarial y moral que vive, pero no cuando necesita de planes urgentes bien articulados para evitar que se profundicen más estas condiciones precarias de desarrollo.
Cúcuta ha sido usada, maltratada y pisoteada por gobiernos y dirigentes políticos. No sería exagerado decir que ha sido "prostituida" por quienes solo la usan para sus propios beneficios. Para no ir tan atrás en la historia, hace pocos meses, muy pocos en realidad, fue usada para convertirse en centro de acopio de las ayudas humanitarias para los venezolanos (que las necesitan con urgencia), pero ni los "grandes" personajes de la política nacional e internacional que pisaron el ardiente suelo cucuteño, ni los famosos artistas que entonaron sus conocidas canciones, se dieron cuenta de la enorme crisis que la ciudad está soportando desde hace más de 6 años, debido a las fatídicas políticas del Estado venezolano y del colombiano.
Cúcuta ha sido hollada, pisoteada y maltratada. Solo han sido promesas, meras intenciones para aplacar la desazón del ciudadano que no encuentra cómo continuar su marcha hacia el progreso. No hay forma de paralizar el oriente colombiano porque de por sí ya lleva 5 años paralizado: las mercancías que Venezuela requiere se movilizan por mar, dejando el trasporte terrestre totalmente paralizado, por lo tanto, cualquier escaramuza de protesta o paro camionero solo causa "risa" al gobierno nacional, ya que en este momento de la historia es irrelevante el movimiento comercial con Venezuela y al gobierno nacional poco le importa las verdaderas necesidades del departamento. Es por esto que nada le vale al gobierno para que se hagan reales los planes y programas que la ciudad requiere para levantar cabeza y dar un "giro de timón" en su modelo económico, se necesitaría que se volteara a mirar hacia Cúcuta, por donde sale el sol para Colombia, como una ciudad importante para el país, no solo como una ciudad de transición, ni como un mero puerto temporal, sino como parte esencial del aparato productivo del país.
En la actualidad Cúcuta parece un estado venezolano, si en el estado Táchira no hay gasolina, entonces en Cúcuta tampoco hay. ¿Cómo es posible que una ciudad con más de un millón de habitantes tenga menos de 25 estaciones de combustible? A Cúcuta le asignan un cupo de combustible subsidiado no de acuerdo a la demanda de acuerdo al parque automotor, sino de acuerdo a la cantidad de contrabando que las autoridades permiten que se comercialice en todo el departamento sin ningún control. Cuando la oferta del combustible de contrabajo se contrae, por arte de magia el cupo subsidiado se acaba en horas y aparece la gasolina a precio nacional, como si la economía de Cúcuta estuviera al mismo nivel de la de Bogotá, Medellín, Cali o Barranquilla. Para el gobierno colombiano y venezolano, la ciudad es como una meretriz económica que cobra poco por sus servicios. La evidencia es que los gobiernos de turno se dejan comprar con pocos pesos que nunca llegan al epicentro de la necesidad. No hay realmente interés en el progreso del departamento, solo propaganda y publicidad engañosa de planes de fantasía para la industrialización y potenciación del aparato productivo de la región, pero eso se lo debemos a los "magos" de la economía y políticos "sofistas" que a golpe de buena retórica y elegante grandilocuencia encantan a la necesitada ciudadanía con supuestos recursos para que Cúcuta se desarrolle.
Pero nada más alejado de la realidad, los recursos (que son pocos) siempre se quedan en muy pocos bolsillos, los planes se quedan en el papel y los proyectos en ilusiones. ¿Y saben por qué? Porque los "proxenetas" de la ciudad la venden barata. Aunque suene duro y moleste a los ojos del lector, al gobierno Cúcuta no le importa, solo la usa cuando necesita montársela a Venezuela.