No es el primer lío que se le arma a Nicholas Casey por informar. A las dos semanas de llegar a Venezuela, desde Israel, en enero del 2016, ya era señalado como autor de artículos “pornopolíticos”. El chavismo estaba incómodo especialmente por la investigación que publicó el New York Times en la que relataba la muerte de tres recién nacidos por la falta de energía eléctrica en el Hospital Luis Razetti de Barcelona, estado Anzoátegui. En el reportaje Casey relataba cómo los médicos tuvieron que darle ventilación manual a los bebés por 45 minutos hasta que sus corazones se detuvieron.
El periodista y antropólogo graduado en la Universidad de Stanford de 38 años no aguantó más de un año en Caracas. Lo llamaban “Mercenario de la información”. El ambiente se puso pesado y la agresividad se hizo insoportable hasta que se despidió para tomar una vacaciones con una nota titulada Me vetaron de Venezuela por contar la verdad. Fue potente con sus denuncias severas contra el régimen de Maduro: en los últimos cinco años se había disparada el éxodo de venezolanos. La reacción no se hizo esperar. Cuando presentó su pasaporte para ingresar a Caracas y retomar su corresponsalía, lo esperaba en el Aeropuerto de Maiquetía una orden perentoria. El funcionario de inmigración que revisó su visa no dudo en decírselo: “Usted no puede ingresar a Venezuela, váyase con sus reportajes de regreso a Nueva York”.
No regresó precisamente a Nueva York , tomó rumbo hacia Bogotá desde donde seguiría poniéndolo el ojo a Venezuela, mientras le tomaba igualmente el pulso a las elecciones presidenciales colombianas. Publicó un nuevo artículo Los documentos secretos sobre el ministro Tareck El Aissami que revelaba nexos del gobernador del estado de Aragua con miembros de Hezbolá. Casey centró su atención en las elecciones colombianas que terminaron enfrentando en segunda vuelta al candidato del Centro Democrático Iván Duque y a Gustavo Petro del movimiento Colombia Humana. La radicalización estaba al rojo vivo.
El 25 de mayo, a dos días de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, publicó un artículo Cables diplomáticos de Estados Unidos sugieren nexos de Álvaro Uribe con narcotraficantes publicado en el New York Times. El periodista buscaba demostrar que una de las cartas guardadas del candidato Uribista era lograr una reforma a la justicia para continuar con investigaciones en contra de su jefe político. un posible interés en la propuesta de reforma de la justicia, si era posible eliminar la Corte Suprema, para limpiar a los Uribe de posibles investigaciones. La reacción del expresidente no se hizo esperar.
Fake News, en elecciones, sin pruebas y con los chismosos muertos pic.twitter.com/q6wgV74ceP
— Álvaro Uribe Vélez (@AlvaroUribeVel) 26 de mayo de 2018
El triunfo de Duque en la segunda vuelta de las elecciones mitigó la ira uribista contra el periodista norteamericano, quien fue nombrado jefe de la oficina del New York Times para la región andina pero cuyo foco de atención sigue siendo Venezuela y el régimen Chavista. Cubrió al pie del cañón la frustrada operación de ayuda humanitaria por la frontera del Táchira que Freddy Bernal logró impedir su entrada el pasado 23 de febrero, cuando dos camiones de alimentos terminaron incinerados y cientos de manifestantes detenidos.
No le había gastado mucho tiempo al gobierno de Duque hasta el explosivo artículo Las órdenes de letalidad del ejército colombiano ponen en riesgo a los civiles, según oficiales, cuyos efectos políticos han sido demoledores. No fueron suficientes las explicaciones dadas por el Ministro de defensa y el Comandante de las Fuerzas Militares Nicasio Martínez, y por tanto el gobierno decidió retirar la directriz denunciada por el periodista Casey y que podría haber derivado en un nuevo capítulo de los temibles falsos positivos.
La senadora del Centro Democrático María Fernanda Cabal no tardó en reaccionar en defensa de las Fuerzas Militares y atacar al periodista infiriendo una intencionalidad que el propio New York Times interpeló desde su casa matriz en Estados Unidos.
Este es el “periodista” Nicholas Casey, que en 2016 estuvo de gira con las farc en la selva.
¿Cuánto le habrán pagado por este reportaje? ¿Y por el de ahora, contra el ejército de Colombia? #CaseyEsFakeNews pic.twitter.com/EQdhqM2i1c
— María Fernanda Cabal (@MariaFdaCabal) 18 de mayo de 2019
El departamento de comunicaciones del New York Times también le respondió así a la senadora: “The New York Times no toma partido en ningún conflicto político en ninguna parte del mundo. Informamos de manera precisa e imparcial. En Colombia hemos escrito historias muy duras sobre las Farc, los grupos rebeldes y otras organizaciones criminales. En este caso, simplemente informamos lo que dicen los documentos escritos por el ejército, así como la información proveniente (de) los mismos oficiales colombianos”.
Sin embargo, a raíz del polarizante trino, el periodista, con el apoyo de su periódico, tomó la decisión de dejar el país como informó en un mail a El Tiempo.
Pero el efecto de su información resultó contundente y puso contra las cuerdas al comandante Nicasio Martínez que además del cambio de directiva convocó a sus subalternos de primera línea a dejar en claro que el respecto a los derechos humanos en la guerra debía gobernar sus actuaciones.