Llegar a la reserva natural Viento Solar desde el casco urbano del municipio de Moñitos no es fácil. Una carretera que más bien parece una trocha, nos traslada en bus hasta al corregimiento Río Cedro, desde donde hay que caminar hasta las instalaciones de la reserva aproximadamente 40 minutos en medio de un paisaje de contraste entre la belleza del mar Caribe, sus playas vírgenes y el olvido institucional. Caños y quebradas, con puentes de madera son rodeadas por extensos manglares.
En el departamento de Córdoba, al norte de Colombia, un grupo de personas conformadas por agricultores, pescadores, ambientalistas y campesinos, adelantan el proyecto Viento Solar, una reserva natural ubicada en el municipio de Moñitos, como un aporte importante para mitigar los impactos del calentamiento global.
El paisaje natural también contrasta con la construcción de imponentes cabañas que dejan ver el lujo y la apariencia de gente llegada de otras partes, pero que son cuidadas por nativos del sector.
Las voces que se escuchan entre los habitantes indican que hasta allí llegaron inicialmente familias que fueron presionadas por la guerrilla y posteriormente hicieron presencia grupos paramilitares y narcotraficantes.
Los orígenes del miedo y la reserva
El primero en llegar fue Fredy Rendón, alias el Alemán, quien no solo combatió a la guerrilla sino que también amenazó y desterró a campesinos a quienes consideraba aliados de la subversión.
Elena Posada conocida como “la mona Posada”, administradora de la reserva Viento Solar, recuerda que “a partir de ahí, surgieron masacres y muertes selectivas, las cuales poco a poco fueron acabando con la tranquilidad del pueblo”.
Según los habitantes era evidente que el Alemán tenía un deseo desaforado de todos los bienes terrenales a punta de miedo y el terror. Fue entonces cuando llegó Salvatore Mancuso “a poner orden”, por lo que muchos de los habitantes lo comenzaron a ver como “el salvador”. “Yo creo que para esa época debemos hablar de Mancuso el bueno”, dice la mona Posada.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, de quienes se encuentran comprometidos con sacar adelante la reserva, el proyecto presenta dificultades debido a la difícil situación de orden público originada hoy por una suma de factores entre los cuales se cuentan: presencia de grupos armados que ahora se disputan el territorio, como son: El Clan del Golfo, Los Caparrapos y más recientemente, grupos disidentes de las Farc, con presencia en los departamentos de Córdoba y Antioquia.
Se trata de grupos que se disputan el dominio territorial que consideran estratégico como centro de acopio para el envío de drogas al exterior, especialmente hacia los mercados de Centroamérica.
Mucho antes, la llegada de Salvatore Mancuso, comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia, tuvo un impacto positivo en el corregimiento de Río Cedro. Éste, al querer adueñarse del pueblo, empezó ganándose a sus habitantes mediante la expulsión del alemán y sus hombres, cesando así las masacres. Implementó normas para la seguridad de tierras y finalmente designó algunos lotes a sus habitantes.
En medio del conflicto se encuentra la población civil atemorizada y con graves incidencias en lo social, cultural, laboral y ambiental. De modo que, hoy Moñitos es un municipio impactado por el miedo y el abandono ante la ausencia del gobierno y presencia de grupos ilegales.
Trabajo ambiental
La flora y la fauna han sufrido un declive en los últimos años, sin embargo, la reserva natural, liderada por Elena, La Mona, Posada, ha venido trabajando en pro de su recuperación.
La Mona Posada explica que: “nosotros hemos ejercido este programa de restauración forestal social en el territorio hace ya 35 años. Nos ha tocado hacer muchos viveros transitorios. Se trata de cuidar los arbolitos hasta que estos lleguen a un metro de altura aproximadamente, para luego sembrarlos en el bosque”.
Uno de los recursos naturales que más escasea en época de verano es el agua, por eso han impulsado la siembra de árboles nativos. La Mona Posada frente a esto, mira hacia las montañas, que por esta época del año, se encuentran escarpadas y resecas, deteniendo su mirada en unos árboles de bonga.
Explica: “por eso hemos fomentado mucho la siembra de variedades de árboles pero especialmente La Bonga, el cual almacena mucha agua que va soltando en el verano de poquito a poquito y así en la sequía funcionan como bombas de agua. Además -reafirma-, esta especie de árbol es la preferida de los osos perezosos que también están presentes en la reserva natural”.
De igual forma, en la reserva natural se ha fomentado la siembra de árboles frutales para mejorar la seguridad alimentaria de cada familia; recuperando los nísperos, el mango y el mamey, propios de ésta región.
La Mona Posada dice que “el impacto de esta reserva es ambiental, social y cultural. La concientización del valor de la naturaleza en la comunidad, no solamente ayuda a regular el clima, sino que también contribuye al mantenimiento del bosque seco tropical, siendo uno de los ecosistemas más escasos del mundo”.
Ecoturismo
A través de la reserva natural se ha podido generar también un renglón muy interesante que es el turismo de naturaleza o ecoturismo. La Mona Posada indica que dentro de éste propósito: “hemos formado a muchos muchachos para que sean eco guías, apoyando el desarrollo económico del territorio y la agroecología de las familias locales”.
En medio del verano, la Mona Posada explica que la reserva ya tiene un sistema para minimizar las consecuencias de la sequía en esta zona árida.
Ella dice que, “el impacto es muy positivo, porque no solamente nos está ayudando a refrescar la zona por medio de la siembra de árboles, sino que nos ayuda a despertar la ‘ecoternura’ en todos los habitantes de la población de Río Cedro. Esa ‘ecoternura’ es: si tú sabes amar un bosque, si tú sabes amar un árbol o un pajarito, también sabes amar a tus padres, hermanos, amigos y a toda una comunidad”.
Ámbito laboral
La reserva ofrece oportunidades laborales que los lugareños aceptan ante la escasez de trabajo en la región. Josefa Silgado, afirma que: “la reserva nos brinda bienestar porque aquí trabaja casi toda mi familia y amigos, es un proyecto muy bueno porque nos ha dado trabajo a casi toda la región”. A su turno, Emilia Meza afirma que: “espero seguir trabajando en la reserva por mucho tiempo”.
Es evidente que la reserva impacta positivamente en la economía de algunos de sus habitantes, pues durante todo el año, preparan dulces típicos que venden en la región. Además las ventas de los productos nativos, como la yuca, ñame y maíz, son una respuesta ante el cultivo del plátano a gran escala.
El trabajador Manuel Palomo cree que el desarrollo y avance de la reserva se puede evidenciar en el número de cabañas con el que inició el proyecto. Anteriormente existían solo 3 cabañas, pero actualmente cuenta con 12 y algunas que se encuentran en construcción. Con el pasar del tiempo se esperan nuevas construcciones que permitan el fortalecimiento económico de la región y la población en general.
De modo que la reserva natural Viento Solar es un proyecto alternativo que se presenta como una gran posibilidad para la preservación natural, la conservación de la cultura y la convivencia social en una región que ha sido impactada por el calentamiento global y que padece por la presencia de grupos armados. Pero quienes se encuentran comprometidos son conscientes de que ello solo es posible con la presencia institucional y el apoyo de los habitantes del sector costanero de Córdoba.
(*) El Grupo Reporteros es un semillero de investigación del que hacen parte estudiantes de distintos semestres del programa de Comunicación Social de la Universidad del Sinú-Elías Bechara Zainúm. Este reportaje es el resultado de un trabajo de campo llevado en la reserva natural Viento Solar del municipio de Moñitos.