A la caza de prepagos en las universidades colombianas

A la caza de prepagos en las universidades colombianas

Con carteles en los baños y estudiantes ofreciendo abiertamente dinero, se promueve la prostitución en prestigiosas instituciones educativas

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mayo 16, 2019
A la caza de prepagos en las universidades colombianas

Ella no demoró en aceptar un viaje que una amiga había organizado. Al principio fue completamente escéptica y no sabía por qué era tanta la insistencia de su amiga, pero accedió. No había nada que perder. Cuando llegaron, la primera frase que recibió fue "no te preocupes que aquí todo lo pagan ellos. ¡Vas a gozártelo!". Cuando acabó el viaje entendió que había ejercido una de las formas de prostitución más comunes pero –al parecer– menos polémica: dama de compañía. No implicaba sexo y si ella no quería, tenía todo el derecho a decir que no le interesaba, incluso si los números subían cuando de acostarse con ella se trataba.

En los pasillos universitarios susurran, corren la voz y rumorean que conseguir plata es mucho más sencillo que incluso estudiar. Puede ser una amiga, una invitación inocente a viajar con estudiantes desconocidos o un cartel anónimo pegado en la puerta del baño, cualquiera de esas opciones son las formas en que las redes de prostitución reclutan a las y los estudiantes universitarios en Colombia. Las edades varían, pueden encontrarse desde los 18 años hasta los 25, todo depende del perfil que los clientes pidan. Eso sí, tienen que ser bonitas, si no, no sirve la compañía. "Cartagena parecía un excelente lugar. El paisaje, el plan, la gente. Fue cuando un sobre de dinero me sorprendió con la noticia de que ya estaba metida de lleno en ese mundo", dijo una de las trabajadoras sexuales, quien tiene 25 años y reconoce que entrar a este mundo se hace en un abrir y cerrar de ojos. Solo se necesita un 'SÍ' para ser parte.

En Colombia no es ilegal ni es penalizable ejercer la prostitución; sin embargo, no hay un marco jurídico que proteja los derechos de las trabajadoras sexuales ni damas de compañía. En el 2013, el senador Armando Benedetti presentó un proyecto de Ley pero nunca tuvo avances y tanto las críticas, como los elogios, se han polarizado en el país. Los puntos claves del proyecto eran: afiliación al Sistema General de Seguridad Social en Salud, no victimización ni violencias verbales o físicas, vacunaciones gratuitas contra infecciones de transmisión sexual junto con actividades de promoción y prevención de enfermedades, además de un trato digno de los clientes. La polarización se dio porque no había unos límites claros y podían ser traspasados fácilmente, pues hay unas líneas muy delgadas entre abuso, acoso y trabajo sexual. Además, la llegada de proxenetas a estos grupos de prostitución también pueden conllevar fácilmente a la trata de personas.

¿De qué forma se cuida la línea entre ser una dama de compañía y las violencias que puede llegar a vivir en la intimidad con el cliente? ¿De qué forma se protege a un sujeto que se mueve en uno de los oficios más informales y peligrosos? Nada garantiza para quienes ejercen la prostitución seguridad física ni que en uno de los encuentros no sean maltratados y explotados, e incluso asesinados. Las trabajadoras sexuales que ejercen su labor en las calles son quienes se encuentran en mayor riesgo, fue en el año 2015 que salió a la luz uno de los casos del asesinato de una trabajadora sexual de 56 años, quien fue asesinada a puñaladas por el cliente con el que se encontraba. Estas violencias quedan en la clandestinidad y se silencian por completo. De nuevo, no hay garantías que protejan a esta población a la que le han convertido el cuerpo en un espacio de políticas de violencia. Esto no significa que los sectores académicos no corran riesgos, todo lo contrario, también lo sufren y son las mujeres quienes están más expuestas a peligros pues no hay una red de seguridad y de "entorno seguro" para ellas.

 - A la caza de prepagos en las universidades colombianas

Uno de los volantes que aparecieron en la UPB en el año 2016 y fueron denunciados por los mismos estudiantes, pues recibían esto de algunos compañeros. / Foto de COLPRENSA

El silencio es uno de los temas más importantes dentro de esta red de prostitución. Aunque los y las trabajadoras sexuales se conocen entre ellos, callar y no dar información personal es la regla principal. Si se trata de hablar, es para reclutar. En el 2017, la policía de Medellín afirmó que la aparición de proxenetas en las universidades era cada más alarmante y que iba de la mano con el tráfico de estupefacientes. Fue tanta la preocupación que estas universidades crearon "líneas seguras" para denunciar a los compañeros y compañeras que buscaban reclutar. Fue de la Universidad Pontificia Bolivariana donde se encontraron algunos de los carteles de los baños. La preocupación de las universidades se intensifica al descubrir que son muchos y muchas estudiantes quienes se ven seducidos y seducidas por ser caballeros o damas de compañía, prostitutas o modelos webcam.

Muchos de ellos lo hacen para tener más ingresos y poder costearse los estudios, pero a pesar de que entrar a este mundo sea fácil y se estén construyendo líneas seguras y de demandas, salir de ahí no lo es en absoluto, y las delgadas líneas que abrazan la prostitución y todas sus aristas, son las más fáciles de romper y sobrepasar.

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