Una cosa dijo el candidato Duque, lo opuesto a lo que está haciendo como presidente en torno al fracking o fracturación hidráulica en la industria de los combustibles fósiles. Por eso el Ministerio de Minas y Energía junto con el Ministerio de Ambiente crearon una comisión de expertos y la Agencia Nacional de Licencias Ambientales autorizó iniciar las experiencias pilotos en regiones como La Guajira, periferia desechable que solo interesa por su utilidad lucrativa, donde residen pueblos y culturas que no les importan a las élites políticas nacionales.
Eran de esperarse las recomendaciones de esa comisión con un gobierno de “empresarios” ¿Qué estamento de prestigio evaluará el informe de dicha comisión? ¿Será que ellos tienen cómo rebatir que en países de mayor tecnología y conocimiento esta tecnología es prohibida? A estos extractores extremos solo los mueve el interés económico, como bien supremo por encima del bienestar de las comunidades. La cosa se vuelve más crítica porque en La Guajira se va a utilizar en la explotación gasífera, donde es más impactante aún. El agua es lo que está en riesgo y en una región donde es un recurso escaso.
El alto consumo de agua en la técnica del fracking se sitúa entre 20 a 50 millones de litros por pozo, inyectada a alta presión para fracturar las rocas con un penetrante contenido de químicos nocivos al ser humano como la bencina y el arsénico que contaminan todo el subsuelo. Esta extracción extensiva de aguas en la Alta Guajira contaminaría las aguas fósiles a grandes profundidades. ¿Cómo es posible pasar del 5% al 70% en cubrimiento de aguas para las comunidades de la Alta Guajira con el proyecto Guajira Azul alimentado con aguas subterráneas?
Ha sido decepcionante ver y escuchar en un audiovisual que circula en redes sociales a uno de nuestros más grandes intelectuales como lo es el Dr. Amílkar Acosta Medina defender el uso de la técnica de la fracturación hidráulica para evitar la importación de petróleo en los próximos cinco años. Solo se percibe su interés del “desarrollo económico” y por la seguridad energética del país. Únicamente habla de lo que significaría importar petróleo por los empleos, los impuestos y las regalías que dejarían de producirse, lo que para él sería una catástrofe.
Se queda corto el Dr. Acosta en el análisis de lo que pasaría en su tierra con el recurso más escaso, que ha estado generando una crisis humanitaria de grandes proporciones con muertes por sed e inanición de la niñez étnica del departamento. Es un acto de buena fe de su parte creer en la “comisión de expertos” creada por el gobierno Duque. Preocupa que el Dr. Acosta Medina, una de las personas más preparada e informada del departamento con una alta producción bibliográfica, menosprecie las prohibiciones que a nivel mundial tiene esta técnica.
En los últimos años el Servicio Geológico de los Estados Unidos, las universidades de Vermont y Stanford realizaron diferentes estudios, encontrando que dicha técnica ocasiona la aceleración del cambio climático, contaminación del aire, contaminación del suelo, inducción de actividad sísmica, contaminación de fuentes de agua superficial y subterránea y daños a la salud pública. Estados Unidos es uno de los países que ha avanzado en determinar y analizar los impactos negativos e irreversibles que genera esta tecnología. Ya el estado de Nueva York tiene prohibida esta práctica.
Dos de los objetivos de desarrollo sostenible que rechazan de facto la fracturación hidráulica son la protección de las fuentes de agua y la producción de energías limpias. El fracking ha surgido para tratar de explotar los remanentes o recursos no convencionales de petróleo y gas en un planeta que tiene un ultimátum en incremento de su temperatura. En esto Costa Rica nos ha dado un gran ejemplo que cada año bate su propio récord en días de solo uso de energía alternativa. ¡Es una prohibición inequívoca la fracturación hidráulica!