Señores lectores, quiero aprovechar esta ocasión para rendir homenaje a uno de los más grandes abogados y empresarios que ha tenido Colombia en los últimos años, el señor Abelardo de la Espriella y a todos quienes trabajan o han trabajado con él. Quiero rendir un sentido homenaje a su trabajo, a su tenacidad, a sus innegables éxitos, así como sus credenciales como abogado prestigioso y excelente orador. Me sumo por supuesto a mis colegas europeos para rendir homenaje a su rigor, su respeto del pluralismo y también su cordialidad en las relaciones personales.
Un abogado internacional informado y guardián de la libertad y de los derechos, que no ha cesado de dar consejos al mundo entero en materia de derechos humanos para todos sin discriminación y democracia, y de forma especial, aquellos dirigidos a los grupos en situación de mayor vulnerabilidad. No es difícil comprender por qué quieren silenciarlo. Pocos son los abogados que pueden abordar por sí solos las grandes y complejas dificultades del odio o la violencia y toda forma de difamación y de injuria, especialmente en un país como Colombia. El afamado colega se ha convertido en el blanco de un odio concentrado. El Dr. De la Espriella, al cual reiteramos nuestra solidaridad incondicional, enfrenta una propaganda deshonesta, engañosa y falaz, no tengo reparos en afirmarlo con una certeza total, pero, como siempre, ganará la batalla, aunque muchos hayan tratado de silenciarlo.
Recientemente, se ha convertido en el blanco principal de un ataque chovinista por parte de personas o grupos delictivos sin escrúpulos y de todos los extremistas de tendencia izquierdista o un cierto tipo de prensa que, de forma consciente y voluntaria o aun si sólo era errónea, fomentando el odio a través de internet y difundiendo falsedades, han reproducido, amplificado o deformado una noticia falsa, truncada y malintencionada. Y junto con todo esto, una pérdida grave de prestigio y de credibilidad ante los ojos de la ciudadanía y las personas que depositan su confianza en la firma, y por esta razón, no podemos quedarnos quietos y posponer este asunto y permitir que situaciones aisladas terminen por desacreditar la confianza que han depositado en él la población local y la comunidad internacional. Este ha sido el primer paso de una campaña de mentiras y de difamación, calumnia e injurias que perseguía diezmarlo, con la idea de intimidarlo y asustarlo bajo argumentos deshilachados. Reiteramos nuestro categórico rechazo de quien, por sus escritos y actitud u opiniones tendenciosas, es culpable de hostilidad mediante la difusión de información falsa y difamación a través de los medios de información a escala mundial.
El señor Abelardo tiene el derecho a la verdad, la justicia, la reparación moral y la rehabilitación psicológica y social, así como el derecho a una indemnización económica apropiada. Las leyes de difamación están diseñadas para proteger a las personas privadas, con independencia del pretexto y el contexto, de ataques injustificados y falsos contra su reputación. Por tanto, creo que una de las soluciones consiste en compartir la carga en su lucha contra la difamación, para lo cual debería hallarse el equilibrio adecuado entre la protección del honor y la libertad de expresión.
¿Por qué siempre el "afán de venganza" se impone sobre la "tolerancia"?
Muy apreciado y estimado colega, todavía quedan personas que comparten sus juiciosas opiniones políticas personales, sus ideas y valores y sus puntos de vista, en sitios como foros de discusión, blogs (bitácoras electrónicas) y en la vida pública, valores que solo se pueden alcanzar mediante el diálogo, la tolerancia máxima y la moderación. Esto está conforme con la creación de un espacio de libertad, seguridad y justicia donde los derechos y deberes de los ciudadanos sean garantizados adecuadamente y lo respaldamos. Le rogaría que no pierda la fe y que sea veraz, ya que la verdad no puede ser superada y erradicada por decreto. Particularmente, la promoción de la moral en la profesión legal como herramienta eficaz para inculcar un sentido de integridad en aras de mejorar la comunidad en que vivimos y trabajamos, que a decir de todos desea ser la institución que lidere la construcción de una estructura de verdad, honradez, fiabilidad y protección de los derechos humanos. "Por consiguiente, pregunto si condenar a alguien por expresar de forma honesta y pública unas creencias que no perjudican a nadie, no constituye una violación de los derechos humanos".
Distinguido Dr. Abelardo, muchos de los ciudadanos y muchos colegas, de hecho, estoy seguro de que la mayoría, están de su parte. Nuestro corazón y nuestro espíritu nos dicen “la unidad es fuerza, el conocimiento es poder y la actitud es todo". Así que creo que ha hecho un buen trabajo y le deseamos el mayor de los éxitos en el futuro y rendimos también homenaje a la labor de su dedicado equipo. Amén.