A propósito del caso de Dimar Torres, campesino líder comunal y excombatiente de las Farc asesinado el 22 de abril según reconoció su ejecutor, Jaime Gómez, cabo del Ejército en zona rural de Convención, Norte de Santander.
Somos apasionados, poco objetivos, muy polarizados en nuestros sesgos. Es decir, irresponsables. El periodismo es culpable de eso; y es culpable porque esto es lo que vende: polarizar al país, haciendo de noticias como esta, un asunto que dé lectores, pasando por encima de la verdad, porque al odio y no a la objetividad, es al que se le vende la pauta publicitaria...
No me parece bien, en el caso de que el occiso no haya sido mutilado, o al menos no haya sido mutilado por el cabo que lo ejecutó, que la muerte de un ser humano sea usada para hacer política. He visto algunos actores de centroizquierda como Angélica Lozano, diciendo que el ministro de Defensa ha estado ocultando el caso. Pero nos guste o no, el ministro ha estado dando las declaraciones. Lo único que no dijo Botero es que se podría tratar de un caso doloso y que, en cambio, podría tratarse de acuerdo a las versiones recibidas de manos de la Fiscalía, de un accidente configurando un homicidio culposo. Lo que cambiaría toda la historia es el tema de la mutilación de los genitales, lo cual la Fiscalía ha dicho que es falso.
Dicho lo anterior, lo que genera cierta desconfianza no es el ministro Botero, quien simplemente transmite lo que la Fiscalía en el proceso va determinando, a quien le exigen la renuncia ciertos sectores o facciones de oposición aprovechando el deplorable deceso; quien debe generar desconfianza es el fiscal Néstor Humberto Martínez, protagonista de la defensa de lo indefendible (el caso Aval-Odebrecht). Es necesario pedir una verificación por parte de un actor externo, ya sea a través de la Corte Interamericana de Derechos Humanos o de la Corte Penal Internacional para que un fiscal que no esté politizado, esclarezca el caso y no vuelvan el asesinato de un excombatiente, un factor para ser usado en contra de otro sector político. Eso me parece necrofilia política.
Esta es la tercera orilla desde la que debemos mirar las cosas, sin sesgos políticos y sin apasionamiento. Debe determinarse si los compañeros de Gómez coadyuvaron al asesinato o no; realizar las pruebas de balística necesarias para establecer si fue un asesinato culposo, doloso, preterintencional; y aplaudir que el general Diego Villegas, comandante de la Fuerza de Tarea Vulcano, asumiera tras la declaración del cabo donde aceptaba su culpabilidad en un asesinato extrajudicial, que su Fuerza de Tarea era responsable porque el cabo Gómez, fuera o no el motivo personal o no para disparar, estaba en funciones en ese momento. “Les pido perdón, esto no debió haber pasado y no responde a una acción militar” dijo Villegas. Ver video.