No se trata de propiciar un caos con consignas ofensivas ni con diagnósticos pesimistas, sino de hacer unas propuestas constructivas y aterrizadas que permitan mejorar. Este año el Festival Vallenato vivió momentos difíciles. Varios empresarios, taxistas, hoteleros y propietarios de discotecas han manifestado que no les fue bien. Por ejemplo, la Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata suspendió un evento que tenía programado para el martes, en Biblos se canceló un concierto que había el domingo y el Tsunami Vallenato este año ni siquiera fue ofertado.
Como no existe un estudio serio que muestre con exactitud qué ocurrió, cada quien tiene su propia conjetura sobre las causas de esta pequeña crisis: la fecha para la realización del festival no fue bien escogida, las boletas para los distintos espectáculos musicales estaban demasiado caras, los problemas jurídicos del Parque de la Leyenda Vallenata, los altos índices de desempleo de la ciudad, no hubo artistas internacionales de peso y la mala situación económica del país. Lo cierto es que Valledupar, como pueblo, necesita reflexionar sobre lo sucedido. La organización del festival no debe limitarse solamente a lo que hace la fundación. Este evento, que es nuestra principal carta (no la única) para mostrarle al mundo, debe ser visto como un tema de ciudad.
No me cabe duda que la fundación que este año acertó con el certamen de la reina vallenata y la escogencia de Patillal como sede de la canción inédita, debe seguir organizando los concursos y los espectáculos musicales que se realizan en el Parque, pues no hay en Colombia un operador más experimentado. Sin embargo, la Fundación debe mejorar muchas cosas: democratizar más su organización, rendir cuentas, oír las sugerencias de los folcloristas y corregir ciertos problemas técnicos (este año el sonido tuvo muchas fallas).
Asimismo, la fundación debe acercar el festival más a la gente. Por ejemplo, la semifinal de acordeoneros profesionales no debería ser en la Feria Ganadera donde hay que pagar por entrar, sino en la plaza Alfonso López, el templo del pueblo. También deberían realizarse algunas finales en la plaza: concursos de acordeoneros infantiles, juveniles y aficionados. Es pertinente retomar el foro sobre la música vallenata y los homenajes, que le dan un carácter especial y significativo al festival. El folclor hace rato está pidiendo un gran reconocimiento para Alfredo Gutiérrez, Jorge Oñate y Adolfo Pacheco.
Pero insisto, el festival debe ser un tema de ciudad. Por eso creo que la alcaldía debe crear un ente que prepare a Valledupar para el certamen, el cual debe estar compuesto por representantes de la administración municipal, la Fundación, la ciudadanía, las fuerzas policivas, los gestores culturales, los artistas vallenatos, los hoteleros, los empresarios de los espectáculos musicales, los organizadores de parrandas tradicionales, los taxistas y los propietarios de restaurantes, bares y discotecas.
Este cuerpo plural debe garantizar que, durante los días de la fiesta, Valledupar ofrezca unos servicios públicos óptimos, no tenga problemas de movilidad ni de seguridad, no se pongan tantas trabas tributarias ni de horarios a los empresarios y se controlen los precios de los distintos servicios que se ofrecen. También debe organizar una agenda que incluya todos los eventos que se desarrollan y salir a promocionar el festival por el mundo. Allí hay que vincular programas alternativos que pudimos apreciar este año: las obras teatrales que mostró Maderos, la exposición de La Hamaca grande y la feria de Caramanchel.
La fundación y el ente que propongo deben trabajar con independencia, pero entrelazados. La primera cumpliendo una labor más específica: concursos y conciertos en el parque, mientras que el segundo preparando durante todo un año a Valledupar para los cuatro días de fiesta, lo cual demanda una labor más compleja, pues compromete los diferentes temas de ciudad. El festival ya tiene un operador, que, por supuesto, debe mejorar muchas cosas. Lo que no tenemos es quién convierta a este evento en un propósito social, cultural y económico de todos, sí, de todos.