Sin duda alguna hay que resaltar el gran carácter y valor que ha tenido la Ministra de Educación, María Fernanda Campo, sobre todo, por reconocer que la educación en Colombia es pésima; del mismo modo, porque confirma, una vez más, lo infructífero que ha sido su desempeño como funcionaria en cabeza del Ministerio de Educación Nacional en el actual Gobierno.
Las últimas pruebas rajan al país en educación al quedar en el último lugar en los recientes resultados del informe PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes; o por sus siglas en inglés: “Program for International Student Assessment”) desarrollado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que mide el rendimiento cuantitativo de la educación de los estudiantes, a partir de la realización de cuestionarios estandarizados que ponen a prueba la resolución creativa de problemas.
El fracaso en la educación, no sólo puede ser visto tanto en primaria como secundaria, sino por la falta de gestión y compromiso en la reforma a la educación superior. También, por lo vergonzosa que puede llegar a convertirse la educación superior en Colombia si seguimos al son que nos toque cada Gobierno de turno.
Debatible, desde cierto punto, que de las políticas públicas no se puedan sustraer resultados a corto plazo, y más en temas de educación, porque las políticas educativas son complejas y merecen la atención de profundos estudios y significativas reformas estructurales para que el resultado sea cuantificable y cualificable a largo plazo. Esto es, que no se requiere de uno o tres años. Mucho menos, permitir que el país pase de ratón de laboratorio para estar aplicando y probando el modelo chileno, luego el finlandés, luego el suizo, etc., etc., cada vez que el modelo no funciona. Modelos, entre otras cosas, que pueden no servir, porque no corresponden a las realidades sociales del país, omitiendo la inescindible relación con el factor multicultural, sin obtener indicadores favorables en el sistema nacional. Colombia tiene que meterse la mano al bolsillo para realizar verdaderos estudios región por región e implementar un modelo que se ajuste a sus necesidades. La educación no es la misma en el Chocó que en Bogotá, no es la misma en Boyacá que en el Valle del Cauca, no es la misma en Pasto que en la Guajira… dadas las condiciones, por ejemplo, la infraestructura.
Por otra parte, si los resultados de una ministra dependen del tiempo en un periodo extenso, no puede atribuírsele una responsabilidad sobre su gestión en un ministerio en el que lleva no más de cuatro años. Pero, este supuesto me lleva a un segundo plano en cuestión, y es que, si la inoperancia de la ministra no sólo se puede medir bajo resultados que dependen de un término de tiempo a largo plazo, sí confirmaría que el problema, si bien no es del funcionario de turno, revalida las políticas públicas a nivel educativo que, tanto de los 8 años del anterior Gobierno más los casi 4 años del actual, no han traído mayores beneficios al sistema.
La ministra, en entrevista a BluRadio en el programa “Mañanas Blu” el pasado miércoles 2 de abril, reconocía “grandes” avances en educación: “Desde el día en que arrancamos yo le dije al presidente: el país ha avanzado en cobertura en educación pero nuestro foco debe ser la calidad”*, dijo la ministra. Ahora bien, empezando porque en Colombia lo que menos hay es calidad, ratifica en primer lugar, la continuidad de las políticas del Gobierno Uribe, y en segundo lugar, pone en tela de juicio los resultados a largo plazo de las mismas -de las políticas-.
*[Ver en: http://www.bluradio.com/#!60903/mineducacion-lamenta-que-se-este-politizando-resultados-de-las-pruebas-pisa]
Por ahora, sólo cabe recordarle a la ministra que no lo tome como un favor que nos hace a los colombianos, el hecho de tener la iniciativa al haber tomado la decisión de que Colombia se haya sometido voluntariamente a una prueba internacional. Es que no es una opción, es su función como ministra y su obligación con el Estado desde el cargo que ostenta.
Ministra, los resultados de las pruebas no ponen superficialmente en entredicho la capacidad de interpretación de nuestros estudiantes. Es que los resultados de ese informe son el fiel reflejo del atraso y la situación del sistema educativo. El hecho de que los indicadores en las pruebas ECAES en el país demuestren que los estudiantes tienen una mayor capacidad de interpretación, no soslaya la precaria calidad en básica primaria y básica secundaria que arrojó el informe PISA.
Ministra, si bien una primera reacción humana, cuando se está ante los errores, es tratar de verlos en cuerpo ajeno y no aceptarlos, no es una justificación poderosa de poder avanzar, no hacia atrás, la lógica demuestra que es mejor hacia adelante.
Es que ministra, el modelo educativo debe ser una columna vertebral, debe funcionar como el eje transversal en todos los niveles; no aplicado por partes, sino debe ser tanto proporcional como lineal a todo el sistema, desde el bachillerato hasta el profesional, pasando por el postgradual.
Bien por la ministra María Fernanda Campo. Bien por ese acto “altruista” y reflexivo de poner en debate, primero, su ineficacia; y segundo, dejar al descubierto que las políticas del Gobierno Uribe y Santos no han sido lo suficientemente efectivas. En otras palabras, que en más de diez años los cambios en materia de educación, relativamente, no han servido para un carajo.
¿Entonces para qué más retroceso? ¡Más atrás para donde ministra! Un funcionario que no da resultados debería, en principio, estar llamado a salir de su cargo.
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