El cerro de la Popa (figura 1) es uno de los pocos sitios naturales de Cartagena de Indias desde donde puede tenerse una vista panorámica de la misma, razón por la cual este se ha convertido en uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad. No en vano, durante su accidentada visita a esta ciudad, el naturalista Alexander Von Humboldt lo describió como una “loma larga que termina en la parte oriental de una especie de cono”, afirmando además que“el vigía que allí se encontrase, debía observar un horizonte muy brumoso” [1].
Figura 1. Cerro de la Popa y las invasiones impuestas en sus faldas. Zona suroccidental. Fuente: Juan Carlos Valdelamar Villegas.
Además de su importancia como atractivo turístico, el cerro de la Popa también es considerado uno de los principales pulmones verdes de Cartagena. Asimismo, sirve como hábitat de varias especies como el campano (Samanea samanan), la piñita (Morinda royoc), el jobo (Spondia mombin), el matarratón (Gliricidia sepium) y algunas variedades de bejucos. Todas estas especies están adaptadas a las condiciones de sequía y alta incidencia de vientos de la ciudad, lo cual, en el actual contexto climático, resulta de gran interés, debido a que, en algunas de ellas, puede estar la clave del éxito para el desarrollo de procesos restaurativos de ecosistemas altamente vulnerables a las transformaciones que hoy impone el cambio climático. Adicionalmente, estas plantas sirven como refugio y fuente de alimentación para especies de animales como las iguanas, mamíferos nocturnos como los murciélagos y una gran diversidad de aves.
A pesar de la importancia que reviste el cerro de la Popa para la ciudad de Cartagena y para el resto del planeta, la integridad de este ecosistema se ha visto amenazada durante más de medio siglo, a causa de varios factores de origen antrópico; destacándose entre estos, la deforestación que ocasionan los invasores ilegales establecidos en las faldas y la parte alta del cerro y que, durante los últimos 14 años, ha ejercido una gran reducción de este componente, como puede observarse en la figura 2. Sumado a este impacto, también es usual la acumulación de residuos domésticos que algunas veces son incinerados, lo que conlleva a: (a) un aumento en la pérdida de cobertura vegetal, (b) una reducción de la calidad del suelo y (c) la contribución de la emisión de peligrosos contaminantes al aire [2].
Figura 2. Reducción de la cobertura vegetal en el cerro de la Popa, Cartagena-Colombia. Imágenes tomadas y modificadas de Google Earth. Las zonas de color amarillo indican la falta de cobertura vegetal. Se estima que la reducción de esta cobertura para el año 2019 es cuatro veces mayor a la que había en 2005. Es importante señalar que el periodo seco puede influir en la pérdida de hojas de las plantas.
La integridad ecológica del cerro de la Popa también se ha afectado negativamente por la introducción de plantas exóticas (no propias del sitio), que han facilitado el ingreso de plagas igualmente exóticas, como lo han sido algunas especies de termitas, que han deteriorado la condición fitosanitaria de algunas plantas nativas. Igualmente el establecimiento de plantas exóticas afecta negativamente los ciclos biogeoquímicos que ocurren a microescala, como el ciclo del agua, el cual experimenta cambios significativos por la acelerada pérdida de agua del suelo, debido a la alta tasa de evapotranspiración que imponen algunas de estas plantas [3]. Esto conduce, finalmente, a la sequía de los suelos que, aunada a la presencia de árboles con raíces poco apropiadas para el terreno, no solo facilita su caída, sino que, a su vez, deja al suelo propenso a la desestabilización a causa de la escorrentía superficial durante el periodo de lluvias. Esta cadena de eventos coloca en condición de riesgo a las personas que viven en la zona.
Las anteriores consideraciones ponen de manifiesto que, contrario a la percepción que en ese entonces tuvo Humboldt, tal horizonte brumoso y escabroso es el que actualmente observamos cuando dirigimos nuestra mirada hacia el cerro de la Popa. Es por esto que se exhorta a los entes encargados de su gestión a que actúen con rapidez para detener la pérdida de cobertura vegetal y reduzcan el impacto originado por la acumulación de residuos sólidos, debido a que el ecosistema se agota y, a diferencia de otros atractivos turísticos de la ciudad, este no podrá restaurarse fácil y rápidamente como el monumento de las botas viejas.
Referencias
1. Deavila O., Guerrero L. 2011. Cartagena vista por los viajeros. Siglo XVIII-XX.Pag. 74. 319p.
2. PNUMA, Alcaldía de Cartagena, Observatorio del Caribe colombiano, EPA, Universidad del Pacífico. 2009. Perspectivas del medio ambiente urbano: Geo Cartagena. 172p.
3. Valdelamar Villegas, J, Prada K, Gamarra K. 2014. Estimación de la tasa de deshidratación foliar y su importancia para la gestión de ecosistemas terrestres en el Caribe colombiano. Teknos Revista Científica, 14(2), 17-22.
