El artista-fotógrafo barranquillero Fernando Mercado Santamaría se fue a vivir hace 20 años a Canadá, cansado de la ciudad y del país, dejando un importante vacío en el quehacer cultural de la capital del Caribe colombiano, y desde entonces no ha vuelto a exponer su trabajo en nuestros espacios expositivos.
Por estos días he vuelto a tener contacto con él explorando la posibilidad de volver a tenerlo entre nosotros con el trabajo de los últimos años. Y estas conversaciones me han devuelto a los días de 2001, cuando expuso en la Galerìa de la Aduana de Barranquilla su gran exposición Hojas de vida, uno de los trabajos fotográficos más excepcionales que hayamos visto en la ciudad.
Mercado tiene una amplia trayectoria como fotógrafo y artista con importantes reconocimientos a nivel nacional e internacional, oficio creativo en el que ha logrado un lenguaje artístico de gran sentido conceptual y experimentalista, cruzado de humor crítico, ironía, sutileza, erotismo y crítica social abierta.
Mercado es un hábil manipulador de los secretos de la fotografía
Su trabajo lo destaca como un hábil manipulador de los secretos de la fotografía, la análoga y la digital, llegando inclusive a hacer irreconocible los códigos técnicos del proceso, borrando por completo todo referente histórico del objeto, o bien desvirtuando dramáticamente los parámetros de su situación original, debido precisamente a la magnitud de las diversas intervenciones que ejecuta sobre el objeto fotografiado, haciendo de los elementos y sustancias altamente sensibles de ese proceso y de sus insospechadas contingencias (los químicos, los papeles, la luz, el tiempo, el azar, los accidentes) aliados inmejorables para ejercer, sin más condiciones que las de su propia imaginación y pericia, su absoluta libertad expresiva.
Mercado, borra, mancha, ilumina, invierte, rompe, raspa, altera, interviene con objetos, agrega, pinta, graba, imprime, escribe, tanteando siempre en la incertidumbre de una película, la posibilidad de una respuesta plástica nueva o diferente. Los resultados, como pudieron comprobarse en esa muestra histórica que recordamos, sorprendían porque oscilaban entre el prodigio técnico, la visceralidad de un reclamo, la sorna de un planteamiento, la delicadeza o el misterio de lo erótico, el ingenio y el humor perverso contra cierta hipocresía.
Mercado, borra, mancha, ilumina, invierte, rompe, raspa, altera,
tanteando siempre en la incertidumbre de una película,
la posibilidad de una respuesta plástica nueva o diferente
Sin embargo, Mercado puede llegar, al mismo tiempo, a ser un consagrado retratista que juega con la historia social, personal o cultural de su modelo, logrando piezas que en su género ofrecen también un interesante valor documental y artístico, como en el caso de los 300 retratos sospechosos, que expuso en 1999 también en la Galería de la Aduana y que no son más que una muestra de su asombroso archivo personal, hoy lamentablemente perdido sin remedio.
Desde hace 20 años Mercado no expone en el Caribe colombiano
Hojas de vida estaba compuesto por seis series fotográficas y una instalación que reunían unos 30 trabajos. Las series se distinguían con títulos como “Sueños profundos y catárticos”, “Revelaciones de una vírgen”, “Cóctel de frutas tropicales”, “Dios bendiga este hogar”, “Hojas de vida 1”, “Hojas de vida 2”, y la instalación titulada “Cuaresma”.
La primera serie la componían solo tres desnudos femeninos, tres pequeñas imágenes sumidas en una atmósfera onírica llena de plumas de pavo real, y signos y forma libres diversas, llevadas al papel mediante trucos de revelado. La segunda serie eran cuatro fotos con distintas manipulaciones que registraban un performance de la artista Karina Herazo, de las cuales una fue la portada de la revista víacuarenta No. 7. La tercera serie la formaban cuatro variaciones de un bodegón de frutas en la que cada elemento de cada bodegón correspondía a una lacra de nuestra sociedad: corrupción, crimen odio, violencia…, pintadas al óleo con fuertes colores sobre la fotografía. La cuarta serie la constituían cinco fotografías periodísticas, cuatro que correspondían a sendos recicladores de la calle y una quinta que era un hombre durmiendo en la mesa de un bar. Sobre cada foto había una inscripción que rezaba: Dios bendiga este hogar. La quinta serie eran seis magníficas fotografías de una hoja de marihuana, cada una de las cuales estaba circuida por un texto manuscrito que con las definiciones científicas de la planta, así como algunas recomendaciones curativas de la misma. Y la sexta serie, compuesta por siete fotografías que pretenden historiar la hoja de coca, desde sus usos culturales, rituales y curativos, hasta llegar a la sofisticación industrial de la CocaCola, y por último la invitación sardónica de “enjoy Cocaína colombiana”.
Por su parte, la instalación consistía en la exhibición de 95 telescopios colgados a lo largo del techo de la sala de exposiciones, cada uno de los cuales mostraba una imagen fotográfica de distinta naturaleza.
Así, Hojas de vida, era, pues, un documento para el currículo profesional de Mercado; una colección de imágenes críticas de la vida contemporánea; un juego visual que se opone con humor a la satanización de dos plantas útiles también para la vida; y otra manera de representar una experiencia sensible que por vía del arte hace parte también de nuestra propia hoja de vida.
Ojalá podamos tener pronto a Fernando y a su obra de nuevo en el Caribe colombiano.