Calificación:
¿Qué sería de nuestras vidas sin los placeres culposos?
Desde el último piso de su edificio, donde se ve un paisaje apocalíptico, Alexander Pierce (Robert Redford) ha cerrado los ojos un momento y ha escuchado la voz de la opinión pública. Sí, ya no buscamos libertades, con lo que tenemos estamos conformes. ¿No somos libres de ir al Centro Comercial y comprarnos el último i phone a un bajo precio? ¿No son nuestras barrigas, cada vez más prominentes, una muestra clara de lo satisfechos que estamos con la libertad que el mercado nos ha permitido gozar? cuando ya lo conseguimos todo, necesitamos mantenerlo. Es por eso que exigimos seguridad y Alexander Pierce es el hombre indicado para proveerla.
No queremos vivir encerrados en nuestras mansiones, no queremos que soldados camuflados se paren en nuestras esquinas, eso no es más que un paliativo, los hombres de bien queremos que el mal sea arrancado de raíz, que se elaboren estrategias para anteponerse al crimen, ejecutar la sentencia previa. Pierce ha llevado la paz a todo el mundo. Él entrenó a los contras en Nicaragua, invadió la Isla de Granada, bombardeó Santiago de Chile e incluso acabó, en unos cuantos segundos, la intentona que hizo el ELN de secuestrar a los agentes de S.H.I.E.L.D en Bogotá. No lo duden, él es nuestro hombre.
Para extirpar todo foco de terrorismo ha conseguido desarrollar un escáner tan implacable y profundo que puede entrar a nuestro ADN, decodificarlo y leerlo. Cualquier alteración en el código genético que revele algún tipo de hostilidad, será detectada a tiempo e inmediatamente ese posible terrorista, será borrado de la faz de la tierra.
Por algo dicen las abuelas que es mejor prevenir, que curar.
El juicio final está cerca. Los mares se abrirán y saldrán de ellos tres inmensas naves repletas de armas y de bombas. Sólo los justos quedarán, los que no alberguen maldad en su corazón. Seremos pocos, pero habrá paz.
Para evitar esta purificación están Nick Fury (Samuel Jackson) y sus muchachos. Poco sabemos del resto de Los Vengadores. En alguna parte de la India, Bruce Banner prueba una cura para manejar sus altísimos niveles de estrés, basada en la Cannabis y el opio. Por la destrucción de varios templos en Calcuta, constatamos que el tratamiento no está dando los resultados esperados. Tony Stark sigue animando fiestas para quinceañeras hijas de presidentes o de estrellas de Rock. En sus resacas inventa propulsores que son utilizados en los últimos adelantos desarrollados por S.H.I.E.L.D. Thor, por su parte, está en un oscuro rincón del Indostán leyendo la enciclopedia de Uqbar y aprendiendo cómo hacen el amor en Orbis Tertius. En sus escasas horas de asueto, nuestros héroes se preparan para la gran prueba que tendrán en el verano del año entrante cuando vuelvan a luchar juntos por salvar al planeta y traten de derrotar en taquilla a Batman y a Superman que se han unido para desbancarlos.
Por ahora, Fury cuenta tan solo con Black Widow y con el Capitán América, quien se ha recuperado completamente de los efectos colaterales que pueden quedar tras estar congelado durante sesenta años, y ya piensa seriamente en la posibilidad de salir con una chica. Eso sí, antes deberá recomponer la terrible división que presenta S.H.I.E.L.D, saltar desde 10.000 pies sin paracaídas y derrotar, él solito, a cientos de hombres armados hasta los dientes y a un fantasma de su pasado que inesperadamente ha reaparecido.
Cargada de escenas de acción efectuadas con el mínimo retoque digital, aspecto que le da a cada una de ellas la frescura y naturalidad que creíamos perdidas para siempre en el género, la segunda entrega del Capitán América es un festival de adrenalina que cumple a cabalidad con la función que le han encomendado los estudios Marvel: entretener al padre y al hijo, al creyente y al ateo, al capitalista y al mamerto.
Los hermanos Russo supieron unir acertadamente el género de espías, la ciencia ficción, la acción y la comedia en un coctel explosivo repleto de escenas de altísimo voltaje, reforzando la intención de los realizadores de hacer una película coral donde el célebre Capitán cede protagonismo.
Entonces pasa que Fury metido en un implacable tiroteo se salva gracias a su carro inteligente, Black Widow, disfrazada de viejita, acaba con sus enemigos a golpes de karate y el Halcón rescata de una caída libre a un científico corrupto y malvado, y por un momento nos olvidamos de los problemas que evidentemente tiene el guión, del empalagoso nacionalismo que destila en algunas partes la película y finalmente disfrutamos, por completo, este bombón rabiosamente azucarado. ¿Que sería de nuestras vidas sin los placeres culposos?
Capitán América 2: el soldado de invierno, a diferencia de la segunda parte de Thor y la tercera de Iron Man, no es solo una transición a Los vengadores, sino que se constituye, hasta la fecha, en la mejor propuesta salida de los Estudios Marvel. Para el espectador del siglo XXI es muy difícil gozar, sufrir y reír en una sala de cine. Esta película le devolverá la inocencia perdida y descubrirá que, si el cuento está bien echado, siempre creeremos en brujas o en superhéroes.
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