Introducción
La gran mayoría de los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OECD) han registrado importantes pérdidas de empleo en la industria manufacturera en las últimas décadas (Gráfico 1). Desde 1970, el empleo en el sector manufacturero se ha reducido (relativamente más) en Alemania, Reino Unido y EEUU, así como (en menor proporción) en Italia, Japón, Francia y Canadá. Este fenómeno se puede explicar por el traslado de la mayor parte de la fuerza laboral a países del Este Asiático (Pilat et al., 2006).
Gráfico 1.
Fuente: The Economist (2005) basado en la OCDE y la BLS (EEUU).
Por ejemplo, según Banister (2005), China se ha convertido en el centro mundial del empleo manufacturero. De hecho, el número de trabajadores en el sector manufacturero de este país se estima en 109 millones en 2002, lo que representa más del doble del total (53 millones) en todos los países miembros del G-7. Así también, el Este de Asia ha sido capaz de emular el patrón de industrialización en menor tiempo en relación a lo que les tomó a los países de la OECD.
Este proceso de cambio estructural en la fuerza de trabajo se ha asociado con un supuesto proceso de “desindustrialización”, no sólo en el mundo desarrollado, sino también, sin mayor conciencia de sus consecuencias, en el mundo en desarrollo. La única diferencia que se atribuye a los países en desarrollo (distintos a los del Este Asiático) es que ha sido un proceso más lento y por eso el concepto distintivo con el que se le hace referencia es el de desindustrialización “prematura”.
La difusión de esta idea no sería problema de no ser porque consideramos que desorientan los esfuerzos estratégicos de los países en desarrollo, pues no distingue entre “síntoma” y “raíz”. Los síntomas pueden ser similares entre los países desarrollados y de los países en desarrollo, pero las raíces son distintas. Este escrito expone brevemente un marco definitorio del problema, no aborda directamente los síntomas, para así evidenciar las raíces divergentes y propone un método de estudio para los países en desarrollo.
Marco conceptual
La desorientación inicia con la confusión entre la raíz y los síntomas de la desindustrialización (Hernández, 2013). El análisis de tendencias en las variables estructurales corresponde solo a la detección de los síntomas. Este proceso es esencial, pero se requiere otro para la definición del problema. Así, nos apartamos de explicaciones tautológicas de desindustrialización como primarización o terciarización de la economía. Retomando autores como Simon (1991) y Nooteboom (2000), se propone incluir al menos dos factores definitorios de la industrialización:
1) Desarrollo industrial o actividades de explotación.
2) Diversificación productiva o actividades de exploración.
Partiendo de este marco analítico, siguiendo a autores como Hidalgo y Hausman (2008; 2009), se pueden definir cuatro tipos de países, representados en la Tabla 1:
Tabla 1.
Fuente: Hernández (2013) basado en Hidalgo et al. (2007), e Hidalgo y Hausman (2008; 2009).
Los países de mayor crecimiento económico y mayor ingreso per cápita se encuentran en las economías que están tanto diversificadas como produciendo bienes exclusivos (tipo 4 pertenecientes a la OECD) o, por lo menos, que están produciendo bienes exclusivos así no estén tan diversificadas (tipo 3 como Chile). Colombia (tipo 2), a pesar de que cuenta con cierta diversificación, produce relativamente pocos bienes exclusivos. Es decir, si hemos diversificado, pero en bienes que ya muchos países producen. Y que, además, nosotros venimos produciendo esos mismos bienes hace un tiempo (ver Tabla 1).
La raíz del problema de la mal llamada “desindustrialización prematura” de los países en desarrollo, es que se concentran los esfuerzos estratégicos en explotar mercados ultra-competidos. Si a esto se le suma que los países desarrollados emigran gradualmente de los mercados más competidos (entre ellos los sectores más conocidos como industriales) hacia otros sectores con mercados emergentes y bienes exclusivos, entonces se explica que el sector industrial, tanto a nivel global como regional, disminuya.
Esto implica que las causas de las desindustrializaciones son muy distintas. Mientras que la “desindustrialización” en los países desarrollados implica mayor enfoque en nuevos mercados, en los países en desarrollo implica incursión en mercados ultra-competidos. Por ello, se propone asociar a las desindustrializaciones, no por los síntomas, sino por sus raíces. A la relacionada con la tendencia a una mayor explotación relativa con una menor exploración relativa, se le propone asociarla con el término economía guiada por la eficiencia (países tipo 1 y 2) y a la relacionada con la tendencia a una menor explotación relativa con una mayor exploración relativa, se le propone asociarla con el término economía guiada por la innovación (países tipo 3 y 4) (Porter et al., 2002).
La propuesta metodológica
Durante la historia del capitalismo, en particular las dos primeras fases de revolución industrial, la industria estuvo asociada al desarrollo fabril (refinerías, acerías, etc.). Esto ha conllevado a que la industrialización sólo sea asociada con la industria, en desmedro de asociarla con otros sectores productivos, como el de servicios, pero el proceso es aplicable transversalmente en el sistema económico. Así es como se ha entendido la industrialización hasta el siglo XX, pero ¿cómo estudiar y entenderla en el siglo XXI en países que incursionarán en mercados aún inexistentes pero con potencial y que pueden llevar a la industrialización futura? ¿Cómo buscar en productos y actividades? El método propuesto en este artículo, consideramos, puede ser útil para abordar este tipo de inquietudes.
¿Qué tan cierto es que no hemos diversificado suficientemente nuestra economía y, por tanto, hemos desaprovechado oportunidades de comercio y de crecimiento en sectores de mayor complejidad tecnológica y de conocimiento? La medida de entropía es, precisamente, una herramienta útil para el cómo. La definimos por la cantidad de información necesaria para determinar el estado de un sistema. Ahora bien, los resultados muestran a medida que ahondamos a niveles más profundos del sistema, si la medida de entropía es mayor y mayor.
Cuando ya hay un orden preestablecido en el que no se esperan mayores cambios en las estructuras productivas de una economía nacional, entonces la cantidad de información que se requiere para conocer qué tanto ha variado su estado, no es mucha. Y cuando esta cantidad de información es baja, entonces así también lo es la medida entropía. Es decir, que a poca información necesaria, la medida de entropía es baja.
En el estudio seminal de Jacquemin y Berry (1979), al igual que en la investigación de Saviotti y Frenken (2008), se demuestra las bondades de aplicar el índice de entropía a diferencia de otras medidas también utilizadas para estudios de industria en aspectos de diversificación y concentración. En aplicaciones recientes realizadas por el Grupo de Investigación en Economía Evolucionista e Institucional de la Universidad Nacional de Colombia, se han calculado índices de entropía para el caso específico de la industria manufacturera colombiana entre los años 2001-2010.
Como resultados iniciales de este trabajo, se ha determinado que la variación porcentual del índice de entropía a partir de la CIIU a 4 dígitos, da luces de una poca e inconstante diversificación industrial desde el punto de vista macro-sectorial. No obstante, en una segunda aplicación, pero desde un enfoque de valores de producción clasificados por establecimiento manufacturero, se muestra un dinamismo intrínseco importante, principalmente en el movimiento de las empresas para el periodo de recuperación industrial después de la crisis financiera internacional que tuvo sus inicios en el 2007.
Conclusiones
Es un error equiparar la definición del problema de desindustrialización de los países desarrollados y de desindustrialización prematura de los países en desarrollo (distintos a los del Este Asiático). A pesar de que los síntomas sean muy similares, sus raíces son de una naturaleza distinta. En los países desarrollados, puede que sea resultado de un cambio en el tecno-paradigma socioeconómico donde los nuevos mercados emergentes no permiten diferenciar su ubicación sectorial, ya sea en el sector secundario o en el terciario. Tal vez estén asociados a ambos.
Luego, el objetivo final no será el elegir un grupo élite de sectores 'ganadores', sino desarrollar una metodología para identificar y definir la diversificación sectorial que permita avanzar en el desarrollo industrial de la nación por una senda sostenible (a propósito de los diversos TLC firmados). Las medidas propuestas sirven para determinar el nivel de agregación que muestre una diversificación de productos interesante. Este artículo propone una metodología que podría validarse en los distintos niveles de agregación, para más adelante replicarse en otras industrias como la agrícola, de servicios, etc. Después, las autoridades pertinentes podrán convocar y financiar posteriores estudios de identificación de sectores (no necesariamente para seleccionar ganadores).
Partiendo de un marco teórico como el descrito, aunque no es nada sencillo establecer con seguridad políticas óptimas en temas de fomento industrial, tal como lo enfatizan académicos como el Profesor José Antonio Ocampo y el Doctor Edgard Moncayo, será necesario seguir fortaleciendo el emprendimiento, la innovación y la competitividad del aparato productivo, donde el sistema institucional promueva una razonable y concertada estrategia de desarrollo y transformación conveniente.
Bibliografía
- Banister, J. (2005). Manufacturing earnings and compensation in China. Monthly Labor Review. July, pp. 11–29.
- Hernández, I. (2013). Más allá de los síntomas de la desindustrialización. Portafolio. Sección: Análisis. Nov. 8.
- Hidalgo, C., y Hausmann, R. (2008). A network view of economic development. Developing Alternatives. Vol. 12 (1), pp. 5–10.
- Hidalgo, C., y Hausmann, R. (2009). The building blocks of economic complexity. Proceedings of the National Academy of Sciences. Vol. 106 (26), pp.10570–10575.
- Hidalgo, C., Klinger, B., Barabasi, A., y Hausmann, R. (2007). The product space conditions the development of nations. Science. Vol. 317, pp. 482–487.
- Jacquemin, A., y Berry, C. (1979). Entropy measure of diversification and corporate growth. The Journal of Industrial Economics. Vol. 27 (4), pp. 359–369.
- Nooteboom, B. (2000). Learning and innovation in organizations and economies. Oxford: Oxford University Press.
- Pilat, D., Cimper, A., Bjerring, K., y Webb, C. (2006). The changing nature of manufacturing in OECD economies. OECD Science, Technology and Industry Working Papers 2006/9, 38 p.
- Porter, M., Sachs, J., y McArthur, J. (2002). Executive summary: Competitiveness and stages of economic development. In Porter, M., Sachs, J., Cornelius, P., McArthur, J. y Schwab, K. (Eds.). The Global Competiveness Report 2001-2002. (pp. 16–25). New York: Oxford University Press.
- Saviotti, P., y Frenken, K. (2008). Export variety and the economic performance of countries. Journal of Evolutionary Economics. Vol. 18 (2), pp. 201–218.
- Simon, H. (1991). Bounded rationality and organizational learning. Organization Science. Vol. 2 (1), pp. 125–134.
- The Economist. (2005). Manufacturing employment. Industrial metamorphosis. Section: Finance and economics. Sep. 29. Disponible en: http://www.economist.com/node/4462685.
AUTORES ARTÍCULO
Iván D. Hernández U.[1] , Oscar A. Espinosa A.[2] y Juan Francisco Martínez[3]
[1] Economista, M.Sc. y Ph.D. en Economía. Profesor Facultad de Ciencias Económicas. Director Grupo de Economía Evolucionista e Institucional (CID-CEIBA), Universidad Nacional de Colombia. Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas.
[2] Economista. Estudiante de la Maestría en Ciencias-Estadística. Director del Grupo IMEMC e integrante del Grupo de Economía Evolucionista e Institucional (CID-CEIBA), Universidad Nacional de Colombia.
[3] Economista y M.Sc. en Economía. Estadísticas Industriales, DANE.