Si algo caracteriza a la mujer que acaba de ser elegida como la primera alcaldesa de París es su diplomacia. Un aplomo y un espíritu relajado en toda circunstancia. Anne Hidalgo nacida en la Provincia de Cádiz hace 54 años, nieta e hija de republicanos españoles que se refugiaron en Francia para huir a la represión franquista, acaba de ganar la batalla por la Alcaldía de París sin haber dejado un sólo herido político en el camino, al menos en evidencia, sin haberse constituido un territorio de enemigos declarados, sin haber demostrado ignorar o menospreciar a todos aquellos que le podrán ser útiles en los seis años que le esperan a la cabeza de una de las capitales más importantes de Europa.
Anne Hidalgo la socialista, a diferencia de su contrincante, la conservadora Nathalie Kosciusko-Morizet, ganó la alcaldía de esta capital de más de dos millones de habitantes habiendo hecho gala de un mejor dominio de sí misma ante los ataques y estrategias de última hora, en los quince meses que duró la campaña municipal, con una serie de mítines, debates públicos, proselitismo puerta a puerta y reuniones cotidianas con los representantes de todos las franjas que componen el panorama de la sociedad parisina.
Es probable que al final de una campaña el votante se decida a votar por el candidato motivado por un gesto, por su carácter, y deje de lado su programa. En el caso de Francia vale recordarlo, por culpa del escepticismo que reina ahora sobre la eficacia de los políticos para mejorar la vida de los ciudadanos.
Puede que en parte Anne Hidalgo haya ganado por haber evitado los franceses detestan tanto, que es la confrontación innecesaria con palabras descalificadoras, sin argumentos, que si fue el arma que utilizó contra ella la conservadora Kosciusko-Morizet.
Anne Hidalgo ganó obviamente por su programa, 53,34% de la votación frente a Nathalie Kosciusko-Morizet 44,06%- pero sólo ganó en 10 de los 20 barrios o distritos en que se divide París, más uno que fue conquistado por los Verdes en pacto con los socialistas lo cual les permitirá reunir más concejales y tener más alcaldes menores para darse así una mayoría en el Concejo de París.
Anne Hidalgo llegó con un programa mucho más estructurado y convincente que el de su opositora, seguramente por su experiencia de 13 años en la gestión del Ayuntamiento de París como primera adjunta del actual Alcalde Bertrand Delanöe. Una gestión que por lo demás está lejos de ser negativa, aunque la derecha parisina, que gobernó sin oposición alguna hasta la llegada de los socialistas en el 2001, haya perdido, sin salir por tanto debilitada, y ahora hable de la simple consagración de la heredera y de la protegida política del Alcalde Delanöe
Anne Hidalgo recibe la ciudad de París con nuevas líneas de metro, nuevos tranvías que además de mejorar la movilidad urbana han embellecido zonas periféricas de la ciudad otrora ruidosas, caóticas y de difícil acceso. También la recibe con más kilómetros de ciclo vías por donde ahora circulan las famosas « Vélib », las bicicletas de alquiler por horas y días a precios moderados (Nueva York siguió el ejemplo), a las que se suman los « Autolib », pequeños autos eléctricos que han incitado a muchos parisinos activos a dejar sus vehículos.
El transporte urbano en París es uno de los más completos y eficientes en Europa, aunque la omnipresencia de los vehículos particulares siga aumentando, de ahí los picos de polución que pueden registrarse, como los de hace algunos días y que obligaron a París a instaurar el sistema de Pico y Placa por 72 horas.
Anne Hidalgo recibe también una ciudad en la que la problemática de la vivienda sigue siendo su « Talón de Aquiles ». Para los que aspiran a comprar en París, los precios del metro cuadrado oscilan entre 8 mil y 15 mil euros según el sector. La nueva Alcaldesa tendrá que sortear en especial el déficit de viviendas en arriendo para familias de medianos y bajos recursos, que no pueden pagar 2 mil o más euros de arriendo por mes para vivir en un apartamento de 70 m2.
Hay que saber que las casas en París son escasas y las que quedan de antaño en algunos barrios del centro o aquellas de los empleados de los ferrocarriles nacionales, cerca de la Place d’Italie, en el barrio 13 por ejemplo, son habitadas ahora por las franjas socio-económicas con ingresos más altos, es decir médicos, notarios, profesores universitarios, etc.
Esta dificultad de poder vivir en París, o de tener que vivir en espacios reducidos a precios exorbitantes, ha sido la peor situación que han debido sortear los anteriores alcaldes y Anne Hidalgo no escapará a ese desafío.
Ella ha dicho como tema central de su programa, que su prioridad será la construcción cada año, durante los seis de su mandato, de 10 mil nuevas viviendas de carácter social (los arriendos se establecen en función de los ingresos de las familias y tienen prioridad los ingresos bajos y medios), y la compra de por lo menos 200 mil m2 de oficinas obsoletas que serán transformadas en vivienda y esto, para impedir que París se siga “aburguesando”, lo cual va en detrimento de su vocación de capital cosmopolita : en París viven franceses de todas las capas sociales y extranjeros de todo el mundo.
Una buena gestión de la ciudad, en la que la transparencia y la responsabilidad en el manejo de las finanzas públicas son el lema del alcalde saliente, Bertrand Delanöe, es la escuela de la que viene Anne Hidalgo, la socialista que le ha devuelto el entusiasmo a su partido completamente laminado en estas elecciones, los socialistas perdieron 150 alcaldías en ciudades medianas y pequeñas. Todas pasaron a manos de los partidos de derecha y unas cuantas a las de la extrema derecha.
De este campo en ruinas que queda para los socialistas se responsabiliza al presidente François Hollande, un socialista que llegó al poder con un programa de reformas sociales pero que terminó aplicando una política económica de corte liberal, sin hablar del refuerzo que ha prometido, un nuevo plan de austeridad que pondrá en marcha en estos días otro socialista francés de origen español, el recién nominado Primer Ministro, Manuel Valls.
La noche del domingo 30 de marzo en la Plaza de la Alcaldía de París se escucharon rumbas catalanas y gritos de júbilo en francés y en español para celebrar la victoria de Anne Hidalgo, primera mujer alcaldesa y primera responsable de la capital francesa en ser portadora de dos nacionalidades, francesa y española.
París es ahora el territorio del francés y del español, en dos espacios en los que cada uno se distingue y se diferencia. Cada lengua tiene un « tempo » en la mente rápida de Anne Hidalgo, que en un mismo momento puede pasar de un francés perfecto a un español perfecto sin que en ninguno de los dos idiomas se asome un acento que dilate su doble pertenencia.
Los que han trabajado con Anne Hidalgo dicen de ella que es una mujer política con guante de seda en una mano de hierro. Su lado menos visible es su determinación y su obstinación a toda prueba cuando se trata de defender sus postulados. Esa firmeza interior, pues al exterior es la sonrisa y el discurso argumentado lo que la caracteriza, es el aspecto de su personalidad que la ha permitido ganar, aunque su contrincante conservadora la haya calificado de « tibia ».
Esa aparente tibieza que contrasta con el carácter impositivo de los dominadores masculinos del Partido Socialista, los elefantes como se los llama, es la que seguramente le ha permitido avanzar por la vida y llegar adonde está ahora siendo hija de inmigrantes españoles, con una infancia entre Cádiz y Lyon y una juventud por el camino de la militancia socialista que hoy se cristaliza en su madurez a la cabeza de la ciudad de París.
Anne Hidalgo recibe una gran capital europea con muchos desafíos, pero también con muchos atributos. A ella de sacar partido de lo más bello que tiene París, un cuestionamiento, una dinámica, una necesidad permanente de organizar hoy mismo la ciudad que se quiere para las generaciones futuras.
