¿En qué se parecen un negro, un chigüiro y un árbol?
Opinión

¿En qué se parecen un negro, un chigüiro y un árbol?

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abril 01, 2014
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Así empiezan muchos de los chistes malos que circulan en Colombia. Desgraciadamente hoy no es el comienzo de un chiste, sino la evidencia de que los tres hacen parte de las noticias de horror de nuestro país.

Cadáveres de cientos de chigüiros y jóvenes hombres y mujeres de Buenaventura. - ¿En qué se parecen un negro, un chigüiro y un árbol?

Cadáveres de cientos de chigüiros y jóvenes hombres y mujeres de Buenaventura.

Parque El Peñón de Cali antes y después de talar todos sus árboles. - ¿En qué se parecen un negro, un chigüiro y un árbol?

Parque El Peñón de Cali antes y después de talar todos sus árboles.

Hay varias respuestas para la pregunta: chigüiros, negritudes y árboles se parecen en que los tres están en vías de extinción por causa de la voracidad capitalista.

Se parecen en que ninguno de los tres parece importarle a nadie. No hay dolientes en el país para sus dolores.

Los chigüiros, los roedores más grandes del planeta, de carácter juguetón y festivo, se hicieron célebres hace tiempo en una propaganda de yogur y tristemente volvieron a la celebridad entre 25.000 individuos de distintas especies, que mueren de sed en el Casanare mientras el agua de sus pozos y manantiales es desviada para la siembra de palma de aceite y la extracción de petróleo. Se sacan volquetadas de cadáveres de chigüiros, babillas, venados, cabras, peces y aves mientras las autoridades regionales y nacionales se acusan mutuamente. La pregunta que ronda siempre es acerca de la ministra y su actuación. Cuando recordamos que esta ministra fue la directora de la agencia que expide las licencias ambientales para las petroleras, comprendemos su silencio y sus respuestas hablando del calentamiento global y las sequías como únicas causas de la catástrofe.

Lo peor es que ante la evidencia de la magnitud del daño, las empresas petroleras ofrecieron la ridícula suma de 600 millones como aporte para intervenir las cuencas y recuperar pozos. También ofrecieron enviar carrotanques con agua, siguiendo la antigua fórmula inventada por Simón el Bobito: “Vio un montón de tierra que estorbaba el paso, y  unos preguntaban: ¿Qué haremos aquí? ¡Bobos! dijo el niño resolviendo el caso;que abran un gran hoyo y la echen allí”. Siguen desviando el curso de los ríos y después envían carrotanques a los pantanos secos. Brillante.

También es brillante la solución del gobierno para Buenaventura: enviar al ministro de Defensa con una escolta de 70 u 80 militares, a posar en palafitos y callejones. Su paso por el puerto humilló a las víctimas, quienes vieron su comitiva rondar,  como una nube de moscas o de chulos, los que avisan que hay otros cadáveres o pedazos de ellos, fabricados en serie en las “casas de pique”. Las empresas ilegales y legales, los gobiernos y la clase dirigente completa, llevan décadas de criminal pasividad ante la masacre de un pueblo que ha generado billones de ganancias mientras se hunde en la miseria: “Así es toda Buenaventura ahogada, negada en su miseria por la imagen del progreso, un mundo imaginario que poco a poco se hace realidad para el gran capital, un mundo que oculta lo que hiede, la sangre pobre, la sangre negra, la vida negra, la esclavitud moderna”, como afirma el triste informe de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz (Radiomacondo)

El otro gran parecido es con mi triste ciudad. Cali se ha distinguido por su gran cantidad de árboles, quienes pacíficos y silenciosos, aportan a disminuir la temperatura inclemente y el ruido, abrazando los sueños de muchas generaciones de caleños e inmigrantes. Hoy todo está amenazado. En el tradicional parque de El Peñón han sido talados todos los árboles. El menor de ellos, con 85 años de edad. En la cuenca del Río Meléndez, ha sido autorizada la construcción de un nuevo proyecto de vivienda que en escasos meses, acabó un humedal y amenaza con generar daños irreparables a uno de los ríos que abastecen de agua a corregimientos y comunas del sur de Cali. Tampoco duelen las cuencas, los ríos ni los árboles a esta administración, elitista, desabrida, indiferente, que no se contacta con la vida del municipio.

Hace unos años, una amiga fue contratada por el gobierno nacional para explicar en las regiones la aplicación de la ley 80 de contratación pública. Al convocar a su taller en un municipio de la Costa, un funcionario le dijo con amabilidad: “No se esfuerce tanto, doctora, que eso por aquí no ha pegao”.

Eso mismo puedo afirmar ahora de los avances en sostenibilidad económica, social y ambiental que en el mundo entero se han desarrollado: “Eso en Colombia no ha pegao”. Las empresas nacionales y transnacionales no han podido creer que acabando el entorno humano y ambiental no es sostenible su inversión. Si masacran a sus vecinos o no hacen nada para impedirlo, si contaminan y desvían las aguas para sus extracciones, si botan sus emisiones y desechos de manera irresponsable, tampoco ellos, llámense huevitos de Uribe o Locomotoras del desarrollo de Santos, tienen futuro.

Afortunadamente, siempre hay quienes levantan su voz y su capacidad de respuesta ante tanta iniquidad. Cientos de jóvenes y mujeres ritualizan y exorcizan la muerte y el dolor en Buenaventura y cantan alabaos a sus muertos y también a los victimarios. http://www.las2orillas.co/buenaventura-se-resiste-a-la-violencia/

También poetas y ciudadanía empiezan a reaccionar ante el desmadre ambiental de Cali, realizan actos poéticos a los ríos, preparan demandas a los y las responsables de los arboricidios  y de las licencias a proyectos que acaban con los ríos.

Algunos grupos ambientalistas, con sus cartelitos se han plantado al frente del Ministerio del Ambiente a pedir la actuación urgente que merece Casanare.

Con lo que me atrevo a terminar la frase: ¿en qué se parecen chigüiros, negros y árboles? En que están pagando un altísimo precio para que tal vez, la conciencia  de muchos y muchas se estremezca.

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