Este material residual, procedente de las zonas de comida del Parque Norte y el Aeroparque Juan Pablo II, se transforma en placas biodigestoras, las cuales después de un proceso de compostaje se utilizan como abono.
Es así como estos desechos tienen un nuevo ciclo útil en el que se convierten en un elemento de cuidado para los jardines, árboles y plantas, esto con el fin de ayudar a la fertilización de la tierra.
Esta práctica ambiental se ejecuta hace más de cinco años. Según los profesionales ambientales del parque, el crecimiento de las flores ha mejorado. Con el abono se reemplazan fertilizantes químicos parcial o totalmente; además, sirve para subsanar la erosión del suelo.