Laura Escalada, la devota guardiana del legado Piazzolla

Laura Escalada, la devota guardiana del legado Piazzolla

Acompañados de la viuda de Astor, el genial bandoneonista argentino, el quinteto que lleva su nombre se presentará el 6 y 7 de abril en el Teatro Colón de Bogotá

Por: Ricardo Rondón Chamorro
abril 03, 2019
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Laura Escalada, la devota guardiana del legado Piazzolla

Bien es conocido que Astor Piazzolla fue el gran revolucionario del tango, del tango largo como lo clasificaron los expertos, un épico viaje musical a contracorriente de la crítica desalmada de los ortodoxos del género, cuartilleros, productores, radiodifusores, grabadores, hasta de los taxistas de Buenos Aires, que cuando lo veían por el retrovisor abordar el vehículo, le exigían que se bajara.

Todos esos tragos amargos los tuvo que pasar el genio del bandoneón, pero quizás el más doloroso, según narra su viuda Laura Escalada Piazzolla, el exilio que derivó de la sombra siniestra de la dictadura argentina, a mediados de los años 70, cuando tuvo que emigrar con su mujer y su bandoneón a París.

Laura Escalada fue el gran amor en la vida de quien fuera declarado el músico argentino más importante del siglo veinte, y a quien acompañó desde 1976, cuando se conocieron, hasta 1992, año en que se produjo el deceso del prolífico compositor e intérprete, quien curiosamente escribía sus obras en el piano para reproducirlas en el fuelle.

Más de 3000 piezas, de ellas una considerable cifra de partituras inéditas, remite la octogenaria pero muy bien plantada, lúcida y vigorosa viuda de Piazzolla, al frente de la obra, la fundación y el quinteto que lleva su nombre, y que para privilegio de los seguidores de su legado —curiosamente jóvenes—, se presentará el 6 y el 7 de abril, en el Teatro Colón de Bogotá.

Del interés de la juventud por Piazzolla, por lo menos en la capital, da cuenta don Elkin Giraldo, curador y coleccionista de músicas del mundo en sus bodegas de Almacenes de Calzado, en el centro de Bogotá, cuando fui a merodear en sus escaparates por su discografía en vinilo: “Debe haber algunos —dijo—. Búsquelos por la A por la P. Creo que hay un compilado doble que recoge gran parte de su obra. La música de Piazzolla tiene notoria demanda en los jóvenes”.

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Dicho y efectivo. En un cuarto solo dedicado a la melodía porteña, me encontré sin mayores búsquedas con la antología que comentó Giraldo: Astor Piazzolla 1943-1982, con dos de los quintetos que trasegaron por la mencionada cronología, grabaciones en vivo en el legendario Teatro Regina, de Buenos Aires, y la mejor selección de repertorio clasificado por épocas. Ver para creer:

Con la Orquesta de Aníbal Pichuco Troilo. Piazzolla-Goyeneche y Orquesta. Piazzolla y Amelita Baltar (hoy con 78 años). Los conciertos de su Quinteto Nuevo, y composiciones extraordinarias como Adiós Nonino (precioso réquiem de Piazzolla a su padre Vicente, partitura que este año cumple sesenta años); su eterna Balada para un loco, Redención, Calambre, Verano Porteño, Triunfal, La casa de mis viejos, Milonga triste, La tristeza de un Doble A (dedicada a su fuelle) y La Muerte del ángel, entre otros clásicos de su revolucionaria tanguedia.

El brillante músico nacido en Mar del Plata, que a escasos cuatro años tuvo que emigrar con sus padres a Nueva York para asentarse en el Little Italy, un oscuro barrio del pillaje, la mafia siciliana y los camorreros de calle, a quien su padre le regaló un acordeón cuando el pequeño soñaba con una armónica, dejó consignado en varias entrevistas que la fuerza y el vértigo de su tango tiene mucho que ver con esa escuela musical de sus primeros años, y el rudo ambiente callejero en el que se formó, como se lo reportó a El País de Uruguay, en 1988:

“Aquel era un mundo de pobreza, solidaridad entre paisanos, ley seca y mafia y yo era un peleador que echaban de las escuelas y que andaba mucho por la calle. Tengo que reconocer que ese ambiente me hizo muy agresivo, pero también me dio la dureza suficiente para enfrentarme al mundo y sobre todo a los escándalos que generaría mi música”.

Esto agregado a las múltiples influencias musicales que lo rodearon: el jazz, en la época de su furor, la música clásica inculcada por su padre, las estrictas clases de este género, primero con el profesor húngaro Bela Wilda, con quien descubrió los milagros de Bach, y de regreso a Buenos Aires, con el pianista Raúl Spivak, y de composición con Alberto Ginastera, hasta que llegó al estudio de la francesa Nadia Boulanger, compositora, pianista, organista y directora de orquesta, quien le definió su rumbo por el tango.

“Triste que Piazzolla haya sido un incomprendido con su música, y que se le asocie con bajezas como asesino del tango”, se duele su viuda. “En Argentina decían que su música no era para bailar el tango. Claro, no fue profeta en su tierra, pero sí en los salones de París donde todo el mundo lo bailaba. Si el mismo Pichuco (Troilo) le pedía a Astor arreglos para su orquesta. Y, sin querer, toda una generación lo bailó. Fue el mismo Troilo quien tiempo después le dijo que ya no lo podía seguir, y le hizo un favor para que Piazzolla hiciera nicho aparte con su propia orquesta”.

Muchas orquestas y experiencias musicales en su larga trayectoria y desde su adolescencia, como cuando vivía en Nueva York y conoció a Carlos Gardel que había llegado a rodar El día que me quieras en abril de 1935. El Zorzal vio cómo ese jovencito menudo de ojos luminosos se las arreglaba para desarrugar y armonizar el fuelle, y fascinado por su temple y arrojo con el instrumento, le encomendó a su productor que le diera el papel de Canillita en la película.

Gardel, encantado con el talento del joven Astor, le recomendó que estudiara mucho y se perfeccionara en la técnica para incluirlo en su orquesta y llevarlo de gira. La ilusión de Piazzolla se esfumó dos meses después cuando el mundo tanguero lloraba la trágica muerte del Morocho del Abasto en el accidente aéreo de Medellín, con su letrista de cabecera Alfredo Lepera Sorrentino, periodista y autor de los tangos más conocidos del Zorzal.

Orquestas y quintetos en la carrera pródiga y brillante de Piazzolla, siempre en esa línea transgresora de robustecer el ángel del tango con variaciones de jazz y corrientes clásicas, tal se advierte en composiciones de gran calado instrumental como Las cuatro estaciones porteñas, recreada en las estaciones de Vivaldi.

Pero siempre los quintetos, que el genio del bandoneón formó y cultivó con amor y esmero desde los albores como músico profesional, el de 1960, pasando por el Quinteto Piazzolla de 1978, y el Quinteto Nuevo en 1988.

El legado de esas agrupaciones antológicas sigue su curso y rigor con Laura Escalada, que ha vigorizado y mantenido esa herencia con el emprendimiento, a sus años, impreso en la virtud y renovación del Quinteto Astor Piazzolla, que en el marco de la gira latinoamericana Revolucionario Tour, llega por primera vez a Colombia, al escenario ideal para su presentación: el Teatro Colón de Bogotá.

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Una agrupación que viaja por tres generaciones, como el jovencísimo Lautaro Greco, de quien Escalada apunta posee el espíritu y el brillo de su esposo, “sin recurrir a imitaciones”. Y, con Lautaro, Sebastián Prusak, en el violín; Cristian Zárate, al piano; Germán Martínez, en la guitarra; y Sergio Rivas, en el contrabajo. Ellos, con la batuta de Julián Vat, virtuoso músico y director de orquesta, entrañable en la vida musical y familiar de Piazzolla, el mismo que orquestó su ceremonia como Ciudadano ilustre, en Buenos Aires.

Para esta gala del quinteto oficial de la Fundación Piazzolla en el Colón, el repertorio incluye composiciones poco transitadas del genial bandoneonista como Retrato de Milton (un homenaje de Astor a Milton Nascimento y a todos los músicos brasileños) y Retrato de Alfredo Gobbi, considerado por Astor como el padre del tango, incluidas en el compilado Revolucionario, el primero de una serie de cuatro, cuya edición final coincidirá con el centenario de nacimiento de Astor Piazzolla, el 11 de marzo de 2021, y que ya goza de las mejores críticas en las prestigiosas revistas especializadas Scherzo (España), y Songlines y Gramophone (UK).

El recital que tendrá una duración de una hora y veinte minutos promedio incluirá temas de la prolífica carrera del maestro Piazzolla, del álbum Revolucionario del Quinteto y no faltarán los clásicos que han hecho parte del buen gusto y el deleite del público piazzolliano como Adiós Nonino, Camorra, o Tanguedia, por mencionar algunos.

La boletería para el Quinteto Astor Piazzolla tiene un costo desde $35.000 hasta $95.000 y se puede conseguir a través de TuBoleta o en la taquilla del Teatro Colón.

La función del sábado 6 de abril será a las 7:30 p.m. y la del domingo 7 de abril, a las 5:00 p.m.

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