Está loco al intentar que siete transportadores que congestionan, contaminan y son ineficientes se junten para que ellos mismos presten un mejor servicio. Está muy mal que el alcalde de Rionegro intente copiar modelos sostenibles, probados y que le apuestan a una movilidad más inteligente de un bien público como es el transporte.
Qué horror aprender del modelo de Medellín que con su sistema integrado de transporte sacó del centro 600 buses de otros municipios para darse un respiro. Los paraderos de cien rutas de buses, busetas y microbuses fueron reubicados y a los vehículos de Caldas, La Estrella, Itagüí, Sabaneta y Envigado les pusieron límites para que no entrarán al corazón del centro.
¿Por qué es tan testarudo el alcalde de Rionegro y se le metió en la cabeza defender lo público de intereses privados y reducir la tarifa de los desplazamientos para los usuarios que, durante una hora, podrán viajar con $1700 y hacer cuantos transbordos necesiten?
¡Es injusto! Pobrecitos los otros alcaldes del oriente que aunque también pueden modernizar y reestructurar su transporte no lo han hecho y, se quejan más de lo que hacen.
En los próximos años Rionegro tendrá 95 mil nuevas unidades de vivienda, eso es 3 veces el Rionegro de hoy. Además, recibirá todo el flujo del progreso con la puesta en marcha del túnel de oriente. Su aire, sus tierras, su clima serán más apetecidos porque en Medellín ya no se puede respirar.
Una píldora para la memoria: en 1993 un alcalde de Envigado prohibió que el metro pasará por su municipio, dijo que el proyecto era una obsesión y pidió desviar el viaducto. Ese mismo año una encuesta consultó con 2500 envigadeños sobre la necesidad de este sistema. Su respuesta fue alucinante: el 100% aseguró que el Metro no era una obra fundamental. ¿Pensarán igual 30 años después?
¿Tienen razón los que se oponen a Sonrío y Rionegro debe conservar un transporte ineficiente, poco amigable con el medioambiente, con una tarifa alta, con guerra del centavo y sin acceso para personas con discapacidad?
Quedémonos como estamos, para que los politiqueros, marrulleros y envidiosos puedan seguir viviendo de lo que mejor saben hacer: criticar sin hacer, criticar sin proponer, criticar sin sumar.
No faltaba más, para qué cambiar. Digamos como los mediocres: es mejor malo conocido, que bueno por conocer.