El inacabable negocio de la coca

El inacabable negocio de la coca

"Las declaraciones de Trump no son tan sorprendentes. La verdad, hay que considerar que las políticas actuales le están sumando más brazos a la cadena de producción"

Por: Sergio Carmona
abril 03, 2019
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El inacabable negocio de la coca

La reciente declaración de Trump acerca del aumento de cocaína colombiana en su país no es nueva. De hecho, de manera sistemática los presidentes de Estados Unidos en las últimas décadas han señalado que Colombia es uno de los principales productores de cocaína del mundo. Pero eso no es todo, a la par se podría inferir que los Estados Unidos son el principal consumidor de este producto, algo que por supuesto ningún presidente norteamericano se ha atrevido a decir en público.

La cocaína en Colombia la producen cientos de miles de brazos de campesinos que no tienen otra salida. Nuestro país está en el renglón más bajo de las rentas del narcotráfico porque, además de brazos, pone la mayor cantidad de sangre en esta guerra. Los capos colombianos solo tienen que reunir los kilos de cocaína en los cientos de municipios de Colombia en los que las políticas de Estado han hecho que miles de niños se dediquen a raspar las matas de coca. Los labriegos siembran y siembran la mata día tras día pues esa es la fortaleza del campo colombiano: trabajo duro y parejo.

Además, los únicos frutos de la tierra que el país del norte le compra a Colombia son aquellos que le puede vender de vuelta o aquellos que se cultivan con semillas que ellos venden. Es que Estados Unidos no compra papa, ni yuca, ni tomates, ni cebolla, ni frutas, pero sí cocaína. El modelo de desarrollo económico del norte asfixia la nación agropecuaria. Un ejemplo: el café. De cada 1000 dólares que se produce en el negocio del café, al caficultor le corresponden 2 dólares. Mientras el mercado norteamericano no se abra al campo colombiano no se puede detener la cadena de producción.

Ahora bien, el siguiente renglón en las ganancias las tiene México. Los capos del país manito solo tienen que idear cómo pasar la mercancía al otro lado de la frontera. Ahí se queda gran parte del dinero. Al día de hoy esas mafias quieren aumentar sus ingresos y ya se habla de su presencia en territorio colombiano. Continuando, el otro renglón lo ocupan los capos norteamericanos. Sí, aunque parezca extraño. Ya sé que nunca se ha escuchado hablar de un capo norteamericano, pero en este negocio es necesario que exista. Colombia produce y reúne los kilos, México los compra y pasa al otro lado, ¿quién los distribuye? Obviamente los norteamericanos.

Finalmente, en el primer renglón, es decir, quienes ganan de la renta de la cocaína sin casi esforzarse, está el sistema financiero norteamericano que se encarga de blanquear miles de millones de dólares producto del narcotráfico. Noam Chomsky (1) en 1996 informaba lo siguiente: Según estudio de la Organización para la cooperación y el desarrollo económicos (Ocde), los beneficios de este tráfico (hace 20 años), a escala mundial, se elevarían a más o menos 500 mil millones de dólares anuales, de los cuales la mitad transita por los circuitos del sistema financiero estadounidense.

Con eso en mente y volviendo a la declaración de Trump, es importante tener en cuenta que hay un fuerte interés por parte de ese gobierno para que en Colombia se reinicie la aspersión de glifosato, un producto que ellos venden y que podría afectar dicha cadena de producción. Sin embargo, la historia ha mostrado que cientos de toneladas de este potente químico esparcido en territorio colombiano prácticamente no han afectado el negocio. Al contrario, lo han fortalecido, ya que se han introducido variedades de la mata de coca que resistentes y que producen más hojas por hectárea. Eso sin hablar del envenenamiento de fuentes de agua, la pérdida de los cultivos de miles de campesinos o del reciente cambio en la etiqueta: posible cancerígeno.

En episodios recientes se muestra que a mayor presión aumenta el número, el nivel de camuflaje y la tecnología de los laboratorios. Por ejemplo: antes había que importar el permanganato de potasio y el ácido clorhídrico (precursores para pasar de la pasta base de coca a la Cocaína con 95% de pureza) desde (precisamente) Estados Unidos y Alemania, ahora se produce en el monte colombiano.

Por otro lado, Colombia esta también en el renglón más bajo de la lucha contra el tráfico de cocaína. Al día siguiente de la declaración de Trump cayó una tonelada de cocaína en Cartagena. Un conteiner con destino a EUA, ruta Guatemala, fue detenido antes del embarque. Este movimiento, el de la policía Nacional de Colombia en asociación con la DEA, que informaron todos los medios de comunicación del país solo demuestra una cosa: falta inteligencia. No se desarticuló ni una sola red vinculada al cargamento ni en Colombia ni en Estados Unidos, tampoco se tiene claro cuál es el modus operandi. Con la debida coordinación entre inteligencias colombiana y norteamericana este cargamento podría abrir más puertas al dejarlo avanzar a ver qué podía pasar más adelante. Algo lógico y posible.

Pareciera que esta noticia solo tiene el interés de matizar la opinión exterior, debido a que internamente está comprobado que gran parte del tráfico de cocaína solo es posible con la ayuda de las autoridades colombianas. Se tienen documentados casos de altos oficiales de las fuerzas de seguridad e inclusive cercanos a recientes jefes de Estado que han confesado estar en ese negocio. Estructuras paramilitares financiadas con cocaína en alianza con políticos y organismos del estado. En otros escenarios también se tienen casos de artistas y deportistas vinculados en este tema.

Para cerrar, en cuanto a políticas de Estado en contra del tráfico de drogas, Colombia también se encuentra rezagada. Aunque su experiencia en el tema es amplia, todavía se tiene la idea de que la solución es con helicópteros, bala y veneno. Nada más alejado de la realidad. Dos ejemplos: el manejo de relaciones internacionales y la educación pública. Por un lado, en los consulados internacionales de Colombia no se está haciendo nada para abrir nuevos mercados al país, es decir no hay ningún esfuerzo para tratar de desviar a los campesinos hacia otras fuentes de ingreso. Por otro lado, no se observan esfuerzos para mejorar la calidad de la educación en Colombia. Cada vez se debilita más el presupuesto con el que deben funcionar las escuelas.

Honestamente, hay que considerar que las políticas actuales del Estado colombiano, en cabeza del presidente Iván Duque, le están sumando más brazos a esa cadena de producción de cocaína.

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