Quienes aceptamos el reto de creerle y apostarle a la cultura K-pop en Colombia sabemos que no es, no ha sido y no será fácil la tarea de posicionar este género en el gusto general de nuestros jóvenes, por ello muchas son las tareas que desde ya nos esperan.
Craso error cometieron aquellos amantes del K-pop que no asistieron al concierto de la boy band coreana Mont, justificando su decisión en que era una banda poco conocida o que recién debutaba.
Este concierto fue un verdadero recital íntimo, ameno y cercano a la gente, una verdadera demostración de talento, canto y danza que hacen de este el concierto más espectacular de K-pop hasta ahora visto en Colombia.
Más allá de los múltiples inconvenientes de organización, logística y de venta de boletería, este evento sin duda alguna quedará marcado en las mentes de los cerca de cuatrocientos asistentes simplemente porque Narachan, Bitsaeon y Roda se entregaron a su público como si en el auditorio los escucharan miles de asistentes.
Sin embargo, tras la euforia de este espectacular concierto, muchas cosas quedan por evaluar y superar si es que en verdad queremos hacer de Colombia una escala obligada en los planes musicales de las grandes bandas de Corea, algo impensado si hoy nos remitimos al incipiente pero exigente público K-pop de nuestro país.
Los gritos fanáticos que piden traer a agrupaciones como BTS, Moxta X o Super Junior deberán seguir suplicando por videos a los canales privados de televisión en Colombia, o promoviendo tuiteadas masivas para que emisoras comerciales se dignen a transmitir un tema de su agrupación favorita, si es que no se deciden a apoyar seriamente, con dignidad y altura la cultura K-pop en Colombia.
Son grupos como Mont los llamados a abrir y preparar este mercado local tan acostumbrado a la gratuidad o bajo costo de las boletas, se nos olvida que para correr primero se aprende a caminar, y que nuestra Colombia, que ni siquiera gatea en términos de conciertos K-pop, ya sueña con llenar estadios mientras llora por los costos de una entrada de concierto.
El K-pop en Colombia se hará grande cuando empecemos a apoyar a los pequeños, sean grupos, empresarios, productoras, fandoms, comunidades, tiendas, iniciativas comunicativas, etc. Cuando por fin entendamos que el K-pop no se centra en los grandes grupos y que hasta los debutantes también cuenta podremos hablar de una próspera cultura.
Reto importante el que le queda también a las comunidades K-pop que deben aprender a trabajar mancomunadamente, reconociendo al K-pop como su objetivo común y propendiendo porque su trabajo en conjunto se convierta en su gran fortaleza, si una sola de ellas se lanza en solitario con afanes de protagonismo, solo logra dividir fuerzas, generar discordias y hacer perder el norte de lo que debe ser su primordial objetivo: mostrar a la cultura y a los valores coreanos; como un ejemplo de vida y de convivencia.
Si bien es cierto que lo que sucedido con el concierto de la agrupación Mont nos llama a una gran unidad de los amantes K-pop del país, en esa lucha común por posicionarnos como movimiento social, también hace un importante llamado y tirón de orejas a los empresarios y empresas productoras que deben empezar a prepararse ante la llegada de esta gran ola coreana. No puede ser que sigan los errores de logística y de producción, de sellamiento de auditorios por falta de permisos a solo minutos de empezar el ingreso de asistentes. No puede ser que los riders técnicos de luces y sonido no se ajusten a los requerimientos del género y que las logísticas de ingreso nos sigan tratando a los asistentes como ganado y bajo lógicas represivas de gritos y empujones.
Este 2019 es el año del reto K-pop en Colombia. Un solista y una gran agrupación están prácticamente confirmados, solo nuestro apoyo logrará consolidar los casi 10 años de trabajo de las comunidades y convertir, de una vez por todas, a nuestro país en una parada obligatoria en las agendas de las grandes agencias.