A sus 19 años de vida, Ana del Castillo se ha convertido en el nombre más mencionado en Colombia durante el último mes. La polémica la ha ubicado, sin opacar su talento, en las tendencias de las redes sociales, noticieros y las conversaciones cotidianas del ciudadano de a pie.
Todo comenzó el pasado 20 de febrero, en la ciudad de Valledupar, cuando Ana del Castillo, tras un accidente, sufrió graves heridas en su cuerpo que la tuvieron al borde de la muerte y su entonces amigo, y conductor elegido, resultó ileso. Desde el inicio los hechos fueron confusos, puesto que los principales implicados no se pronunciaron públicamente y todo lo que se conoció partió de los relatos de algunos testigos.
Teorías de presunto abuso sexual, intento de homicidio, entre otras, se comenzaron a tejer alrededor del caso que cada día, en lugar de apaciguarse, generaba más intriga y controversia en la población.
Todo era un rumor, hasta que el pasado sábado 16 de marzo, el presunto agresor, Juan Mindiola, salió en el programa la Red Caracol a afirmar su inocencia y a decir, básicamente, que las heridas de Ana del Castillo fueron consecuencia de una caída que tuvo la cantante cuando abrió la puerta del auto para escupir o vomitar.
Ana, desde el mismo medio, no solo hizo réplica a las declaraciones de Juan Mindiola, sino que ofreció una versión más detallada y totalmente contraria a la de este. Ella, con video en mano, mostró el momento exacto en que la camioneta, pasa en repetidas ocasiones sobre ella.
El anterior suceso genera, de inmediato, una indignación natural por semejante caso de violencia, sin embargo, el asombro es indiscutible, puesto que el motivo por el cual Ana del Castillo sigue con vida es solo atribuible a un milagro.
La resistencia física de Ana del Castillo tuvo su máximo reto el 20 de febrero. Sin embargo, en los días posteriores su resistencia de espíritu ha librado una batalla contra todos aquellos señalamientos que justifican lo ocurrido, atribuyéndolo a consecuencia de haber ingerido licor o por parrandear hasta la madrugada. Ana persiste en su testimonio, sabe que es una batalla dura en una sociedad en la que no hay igualdad de género y terminará siendo condenada por transgredir los cánones sociales, en pocas palabras, por ser mujer.