Antes de empezar, en detalle, con mi escrito del día de hoy, me resulta importante aclarar a todos los que leen estas líneas, que esto (aunque tenga todos los componentes necesarios) NO es un chiste de mal gusto. Es una realidad, vivida por un amigo muy cercano a mí, a quien respeto mucho y estimo profundamente. Vale la pena aclarar, que si hubiese sabido de un caso como estos, anteriormente, ya me hubiera despachado en letras para encontrar a los culpables de esta locura y que respondan ante la justicia por una situación digna de repudiar. Utilizando medios como estos, para “escandalizar” a un país que parece estar en coma, por momentos.
Iván Cifuentes, es el nombre que adoptó mi amigo hace un poco más de 21 años. Estudiante de Diseño Grafico y una excelente persona, pasó por una situación que se debe condenar por el grueso de la población colombiana. Todo sucedió en el municipio de Sogamoso (Boyacá), en el último mes del año inmediatamente anterior. Iván, salió de su lugar de trabajo (vacacional), en horas de la noche y tras movilizarse por las calles del municipio boyacense, en el automóvil de uno de sus amigos, pasó lo que tanto lamentamos sus allegados. A eso de las 11 y 30 de la noche, un accidente por poco acaba con la vida de Iván. Un vehículo fantasma (sin luces encendidas, en los horarios establecidos), embistió de frente al coche donde en ese momento estaban mi amigo y su amigo. Nadie esta exento de un accidente, por supuesto, pero cuando sucede porque el conductor del otro vehículo transita por las calles incumpliendo una norma, primordial, de seguridad en horas de la noche y, probablemente, en estado de embriaguez la cuestión cambia un poco. El conductor del vehículo, en el que se transportaba Iván, tras tener de frente al otro automotor, tuvo una reacción “brusca”, que lo hizo mover con violencia el manubrio. Iván, su amigo y el auto fueron a parar contra un muro, muy cerca del Liceo Campestre de la ciudad del sol y del acero. ¿Les parece terrible, lo que la falta de responsabilidad de un sujeto, puede llegar a ocasionar? Eso no es absolutamente nada, si tenemos en cuenta como siguieron dándose los eventos esa noche.
Totalmente inconsciente, permanecía en el interior del carro Iván, tras chocar su cabeza contra el vidrio frontal del automóvil. Un sangrado excesivo, debido al impacto, mantenía a Iván completamente inmóvil, en la incómoda silla del auto, evidentemente destrozado. Después de una hora, aproximadamente, y tras una cantidad de intentos por “despertar” a Iván, de su sueño profundo, por primera vez los ojos del estudiante se abrían ¿Dónde se encontraba mi amigo tras retomar la conciencia? En cualquier país normal, estaría, por supuesto en una sala de emergencias recibiendo atención de médicos idóneos. Como este accidente ocurrió en Colombia, Iván permanecía tirado en el asiento trasero del carro de su amigo, mientras los vecinos del lugar gritaban impresionados: “Llamen una ambulancia o ¿Van a dejar que se mueran esos muchachos ahí?”. La mente de mi amigo, tiene un recuerdo lejano de una voz masculina que respondía, tras el requerimiento de los vecinos: “LO QUE PASA, ES QUE EN SOGAMOSO NO HAY SERVICIO DE AMBULANCIAS DESPUES DE LAS 11 DE LA NOCHE” ¿Pueden ustedes creer esto? En realidad, yo no podía hacerlo cuando Iván me relataba, acerca de la noche más larga de su vida. Mi amigo, sacando fuerzas de donde no tenía, logró arrastrarse y poder moverse, en el interior del carro. Los “brillantes” agentes de Policía Nacional, tras ver la reacción de Iván, aseguraban que él se encontraba “bien” y por esta razón, lo sacaron del interior del carro, prácticamente, caminando ¿Serian ellos expertos en traumatología? Lo dudo, realmente, pero son la ley, así que ellos toman las decisiones. La siguiente acción, de parte de los policías, fue ingresarlo en una de las patrullas y tras hacerlo sentar, movilizarlo hasta la Clínica Valle del Sol. En el recorrido, Iván nuevamente perdió el conocimiento. Su historia médica, registra que ingresó a la unidad asistencial a la 1.30 de la madrugada, del día siguiente por supuesto ¡Háganme el favor! Dos horas, se tardaron en trasladar a un herido, en estado grave, hasta la puerta de la clínica. Notable eficacia de las autoridades, eso está claro. Dos días después, con Iván en plena consciencia de sus actos, el médico ortopedista le comentó que tenía graves fracturas en cabeza y cadera. La lesión en la cabeza, por supuesto, fue el resultado del tremendo golpe que la frente de Iván recibió ¿Qué tiene que ver la cadera con todo esto? Sería la primera pregunta, de cualquier persona, tras leer o escuchar este relato. El inadecuado manejo del cuerpo de Iván, mi amigo, por parte de los efectivos de la Policía Nacional, fueron las causas, en mayor medida, de la lesión que ha mantenido a Iván, mi amigo, en terapia física durante todo lo que va de este año, y que durante mucho tiempo lo mantuvo postrado en su lecho. Sogamoso, para quienes no conocen, no es un “pueblito” en medio de la selva. Esta entre las 3 ciudades más importante del departamento. Inclusive cuenta con un aeropuerto (que no lo tiene cualquier “pueblito”).
Son muchas las irregularidades, que tuvo que vivir el futuro diseñador grafico, pero la que más me llamó la atención fue la del horario de las ambulancias. No hay que ser un genio, para poder dimensionar la absurda medida de tener una ambulancia con un horario restringido. Nunca en mi vida, lo juro, pensé escuchar una locura de estas. Por otra parte, la Policía Nacional, haciendo uso de su autoridad, tenía la capacidad de exigir la presencia de una ambulancia en el lugar de los hechos y ¿Usaron dicha autoridad? La respuesta, claramente, sobra darla. Ahora bien, ¿Quiénes deben responderle a los familiares de mi amigo y a él principalmente? Hay tantos culpables, en este caso, que “medir” grados de responsabilidad resulta complejo. El SOAT, la Secretaria de Salud de Sogamoso, la Policía Nacional, etc. Por su maldita inoperancia, por poco permiten que muriera un joven sencillo amante del Basketball.
Es irracional el hecho de llegar a pensar, que para las entidades públicas y privadas haya un “horario” para los accidentes ¡Háganme, nuevamente, el favor! Hay que llegar hasta el fondo del asunto y que rueden cabezas (figuradamente hablando), por parte de los responsables de tan “incomprensibles” medidas. Ojala ninguno tuviera que pasar por una situación de estas…Pero, si llega a pasar ¿Volver a suceder lo mismo? Seguramente sí, porque como en este país hasta que no hay muertos, con apellidos involucrados en las páginas de la revista Jet Set, no tenemos una dimensión real de la absurda problemática, que se presenta en muchas oportunidades, a lo largo y ancho de nuestro país. Solo resta de mi parte, lanzar un grito al frente de todos ustedes: DESPERTEMOS COLOMBIA. No permitamos que situaciones como estas, se vuelvan a repetir. Denunciemos estos actos irregulares. Justicia para Iván y todas las víctimas de la inoperancia, ineficiencia y negligencia de los entes administrativos de Colombia.
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