Los que controlan el suministro eléctrico parecen estar empeñados en condenar al suroccidente de la ciudad. Desde hace una semana se han venido intensificando los apagones en las horas de la noche. Precisamente a las 8:00 p.m. A diario, cuando se acerca la hora mencionada, entra la zozobra en los habitantes de los barrios populares del suroccidente de Barranquilla, puesto que a partir de allí se espera el momento en que el servicio de energía deje de funcionar. Sectores como Malvinas, Bosque, Sourdis, Lipaya, Rosales, Cordialidad, entre otros, sufren el llamado “ataque eléctrico”. En ese sentido, el diario vivir nocturno se ha convertido en la odisea de sobrevivir en tinieblas donde se condena la calidad de vida de los habitantes de todo el sector.
Por ejemplo, en los hogares, los electrodomésticos padecen daños irreparables a causa de los cambios repentinos de voltaje generando pérdidas materiales que repercuten en la inconformidad de toda la comunidad. Por otra parte, el comercio también se ve afectado por la misma situación. Los locales cierran las puertas de sus negocios para evitar ser víctimas de la ola de inseguridad que ha venido bañando a la ciudad y sus alrededores por muchos años. Es decir, los tenderos y demás comerciantes no tienen otra salida que dejar de vender sus productos e irse a casa dejando de producir el sustento diario de su familia y postergando el crecimiento de su patrimonio económico.
Por otro lado, la problemática también afecta al sector educativo ya que sin el servicio eléctrico es imposible llevar a cabo encuentros de enseñanza-aprendizaje. Los estudiantes de jornada nocturna de los diferentes planteles de la localidad llevan días sin poder desarrollar contenido académico a causa de la falta del fluido. En ese sentido, el derecho a la educación está siendo interrumpido por efecto del “ataque eléctrico”, negando la oportunidad de adquirir conocimiento a las nuevas generaciones que florecen en las comunidades populares del suroccidente y, por el contrario, abriendo un abanico de alternativas para los jóvenes que se reduce a unirse a pandillas y delinquir.
El hecho de suspender la energía eléctrica promueve entornos de inseguridad, genera pérdidas materiales en los hogares, afecta la economía local y niega el desarrollo cognitivo de los adultos y jóvenes que desean proyectar sus vidas a mejor futuro. Por lo tanto, se podría pensar que los apagones en el suroccidente de Barranquilla se tiñen de agresión a la comunidad en general puesto que por medio del fluido eléctrico intentan someter el progreso de esta localidad.