Mucho se habla últimamente del éxito en el que se han convertido las redes sociales en el amplio espectro de la comunicación de masas, tanto en la exposición de ideas y la confrontación democrática masiva y la generación de debates. También han servido para el ataque, la difamación y la calumnia al contrincante, pero además para que las comunidades tengan la posibilidad de conocer los antecedentes de quienes participan en el proceso electoral colombiano, en todos los niveles.
Como liberales de convicción y de partido, debemos considerar que el proceso mediante el cual se avalan candidatos a las diferentes corporaciones y entidades territoriales debe ser de mayor exigencia para quienes aspiren lograr la bendición del Partido Liberal Colombiano. Dicho proceso debe ser el más exigente de todos los procesos internos del partido, el de mayor transparencia y con los más altos estándares de transparencia, honorabilidad y pulcritud pública, pues somos el partido que enarbola el respeto a las libertades, a los derechos humanos, al respeto, a la autonomía, la soberanía y la negociación pacífica de conflictos. Es por ello por lo que cualquiera que aspire a ser avalado por el liberalismo colombiano y que tenga cualquier tacha moral, ética, social o jurídica debería, en primer lugar, personalmente dar un paso al costado y, de no hacerlo, el partido debería simplemente pasarlo por un examen ético e ideológico de rigor.
Y es que a falta todavía de 8 meses para la contienda electoral en las regiones del país, en Antioquia y algunos de sus municipios ya se ven en las calles de muchos de esos pueblos dando palmaditas, posando para la foto, acentuando los saludos y las sonrisas, entregando bicicletas, balones, uniformes, ventiladores y aires para las calurosas tardes de algunos municipios del departamento, como si la política se tratara de una enorme muestra de electrodomésticos modernos. Sin embargo, tras esos exagerados y, muchas veces injustificados y dudosos gastos, se esconden alianzas non sanctas que buscan la consolidación de poderes políticos que permitan posteriormente garantizar el control de dichos territorios, en la mayoría de los casos, sumamente estratégicos. Y bueno, algunos de esos personajes, dicen a viva voz, ya contar con el aval del Partido por encontrarse apadrinados por caciques liberales de las zonas de influencia.
Los principios rectores del liberalismo, aprobados en asambleas generales, son los que sientan las bases de la plataforma política e ideológica del Partido Liberal Colombiano. Es por ello que, conociendo esta realidad que se presenta en algunas zonas como el Urabá, por ejemplo, el Partido debe poner una enorme lupa a dichos avales, anteponiendo los principios ideológicos que han caracterizado al liberalismo en sus casi 170 años de historia, sobre los intereses meramente electorales. En algunas regiones, los cuestionamientos que se le hacen a precandidatos liberales son secretos de los que pocos hablan pero que todos conocen; y es esta una realidad que no es exclusiva del liberalismo, pero que, por afectos e identidad política, particularmente atañen al autor de este artículo. Al Directorio Nacional Liberal comenzaron a llegar solicitudes de dirigentes de dicho partido pidiendo tacto, control y mucha verificación antes de dar los avales. Dado esto, algunos candidatos a alcaldías por el partido ya se lanzaron al ruedo con mucho ruido. Afortunadamente, la labor para los dirigentes liberales del departamento no será muy compleja, pues la enorme mayoría de quienes aspiran a ser avalados por nuestro partido son fieles representantes del pensamiento liberal y dignos exponentes de su ideario político.
