El uriducado hizo su acto de bravuconada cerrando los diálogos con el grupo guerrillero ELN que estaban en La Habana. Sin embargo, ¿qué ha pasado con esto? ¿Siguen los guerrilleros allá en la isla? Los medios de comunicación se olvidan fácilmente del asunto. Dejar a los guerrilleros allá simplemente deja un cabo suelto que abre un doble camino de impunidad: ni van a la cárcel ni vuelven a Colombia a responder por sus crímenes con verdad ni reparación.
Y es que el camino para proceder a las órdenes de captura no tiene salida y esto lo sabe muy bien el uriducado. En Colombia se pueden saltar todos los protocolos, pero con la comunidad internacional es otra historia. No hay camino jurídico por el que los países garantes puedan romper los protocolos establecidos. Se le da contentillo a un pueblo hambriento de bravuconadas, y estas sirven para ganar elecciones.
¿Qué puede pasar? Que se dilate indefinidamente su estadía en Cuba, una vez ya dinamitado el proceso de paz, para evitar a toda costa otro tribunal de justicia restaurativa que amenace con sacar a la luz la verdad del conflicto armado. Es tan terrible esta historia porque las personas que han sufrido el conflicto en carne propia ni van a verlos en la cárcel, ni en un tribunal al menos respondiendo simbólicamente por sus crímenes.
Los medios y la población en general olvida el estratégico camino de doble impunidad que logró el uriducado con este evento. Y es que en Colombia cada nuevo escándalo parece robar la memoria indefinidamente. Siempre pasa con todas las noticias, llegan con sus inicios y nunca terminamos de conocer sus desenlaces, si acaso medianamente sus nudos.