Desde la colonización (masacre) y posterior “independencia” hasta la democracia de nuestros días el militarismo esta directamente ligado al poder, bajo la teoría contractual es un apéndice del estado. El militarismo es un imperativo, es una amalgama de posturas políticas fascistas o comunistas, claro, que analizado desde su contexto arroja diferentes matices, pero en ultimas, con el mismo resultado. La supresión de la dignidad humana en su conjunto.
Todas las dictaduras están determinadas por intereses económicos y políticos, y es en la coyuntura actual que el ejército se siente coartado, traicionado por las instituciones, amilanado dicen ellos, por la guerra jurídica del “narcoterrorismo”, golpeados en su honor por los “recientes” pero constantes actos de corrupción, que parecen perpetuados en el tiempo y que se heredan de generación en generación, como una suerte de ritual castrense a manera de enquistarse en la más alta esfera de la escala social, una práctica de poder que desangra a Colombia. El poder económico es poder político, y el ejército que es el “tronco” del árbol estatal, aunque no parezca, tiene conciencia y ésta, es totalmente contraria a los más elementales principios de convivencia y humanidad, ya que su estructura no permite precisamente el desarrollo unipersonal (humanista) en conjunto, sino, supone todo un enclave de medidas y acciones para soslayar, desviar y aplastar toda conciencia diferencial en pro de uniformidad mental. La idea es hacer caso, no importa “que” o “como”.
La cuestión es simple, el ejército tuvo y tiene un enorme poder, y eventualmente el poder presenta un uso político para ponerse en tela de juicio cuando se les reprocha por actos de atrocidad (ejecuciones extrajudiciales, que constituyen una constante en el accionar militar), actos de corrupción, violación a los derechos humanos, explotación laboral. Se evade de manera descarada el hecho de que no se les ha quitado un solo centavo al rubro de la guerra, es decir, desvían el contenido de la escasa discusión social, en contrario siguen tomando el dinero de la guerra para engordar sus cuentas personales en nombre de “la patria, el honor y la lealtad”. El ejército con sus generales sin cabeza y todo, es una institución fuerte y con ambiciones que no ha sido ni siquiera rosada por los “escándalos” constantes, sus actuaciones no modifican absolutamente nada ese andamiaje perverso del poder armado (así se presente de manera legitima) y el hecho de que la sociedad no cuestione la pertinencia de las actuaciones de esa institución genera imaginarios colectivos distorsionados, que le permiten salir avante frente a todos los delitos cometidos. Esto para dar una idea de las dictaduras militares no solo en Latinoamérica, sino, en el mundo, que son tristemente determinadas por la omisión de una sociedad que no se conmueve frente a la desgracia de tener todo tipo de criminales como miembros de las fuerzas armadas que ahora se presentan inermes como defensores del orden constitucional y el sistema democrático
De los militares a los golpes de Estado
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.