Con la coordinación de dos importantes y destacados líderes cívicos de Nariño y Putumayo avanza la lucha por la consecución de recursos para la terminación de la variante San Francisco-Mocoa. Son ellos el catedrático Francisco Andrade y el ingeniero Leonardo Rosero Urresta. Gracias a su convocatoria se ha logrado concitar la atención de líderes gremiales, gobernantes, opinión pública y entidades del orden regional y nacional. Este ha sido un anhelo de los pueblos de Nariño y Putumayo que ahora se ve amenazado seriamente por el anuncio del gobierno nacional de excluirlo presupuestalmente del Plan Nacional de Desarrollo en el cuatrienio 2019-2022, lo que ahogaría la esperanza de estos pueblos de integrase al interior del país a través de una carretera que ofrezca las condiciones óptimas de desplazamiento y conectividad.
Alertados por el anuncio del subdirector de Planeación Nacional en convocatoria que hiciera oportunamente la Cámara de Comercio de Pasto el día 4 de marzo y ante el anuncio de la no existencia de presupuesto para llevar a efecto este propósito regional se convoca el 9 de marzo en Santiago Putumayo una reunión en la que, entre otros puntos, se analiza la posibilidad de un paro interdepartamental de Nariño y Putumayo que permita la atención del gobierno nacional en este proyecto vial de tanta trascendencia para estas regiones del país. No se entiende el desinterés de la actual administración nacional y por tal motivo se hace un llamado a las fuerzas vivas de los dos departamentos para que se busque la manera de concertar la voluntad del poder central y se destinen los recursos necesarios para la terminación de esta carretera de tanta trascendencia para el desarrollo de estas regiones colombianas. No se entiende cómo después de cuantiosas inversiones realizadas en esta carretera desde el año de 2012, se suspende abruptamente su desarrollo en el año 2017 sin que se escuche a estas regiones en su reclamo justo e histórico.
A la carretera San Francisco-Mocoa se le conoce como el cementerio más largo del mundo debido a la alta peligrosidad que ofrece en su recorrido: inestabilidad del terreno, abismos insondables, alta pluviosidad y estrechez son algunos de los factores que impiden una circulación segura y tranquila. Los accidentes son continuos y los muertos cotidianos. El departamento del Putumayo formula un vehemente reclamo en el mejoramiento de esta vía por cuanto es una región productora de petróleo —52 mil barriles diarios— y ofrece una rica y exquisita producción agrícola y pecuaria.
A esta convocatoria acuden diputados, concejales, dirigentes gremiales, líderes cívicos y el pueblo en general que a una sola voz dejan escuchar su voz para reclamarle al gobierno nacional la inclusión de esta importante obra vial en el Plan Nacional de Desarrollo. Se acuerda, de no concretarse este anhelo un paro cívico y gremial que iniciaría el día 26 de abril, igualmente se formula un llamado a parlamentarios de las dos regiones para que unan sus voluntades en la consecución de este anhelo y se anuncia el desplazamiento de 14 diputados, liderados por el diputado Ramón de los Ríos Chavarriaga, a la capital de la república en donde sesionarán con el único objetivo de llamar la atención del gobierno nacional, así mismo se plantea la posibilidad de organizar una caravana desde San Francisco-Mocoa-Bogotá; se enfatiza en la necesidad de que los gobernadores de Nariño y de Putumayo se pronuncien y en unidad reclamen esta nueva afrenta del gobierno nacional en cabeza del presidente de los colombianos Iván Duque. Se hace vital el conseguir que este proyecto vial se priorice en el PND y se lo clasifique en categoría uno que asegure recursos y viabilidad.
La variante san Francisco-Mocoa uniría la Costa del Pacífico con el Macizo Amazónico permitiendo a otros departamentos acceder al mar generando importantes y valiosos proyectos turísticos y comerciales y acortando considerablemente las distancias y el tiempo hasta la capital de la República. Es lamentable que esta variante sea considerada, por su abandono y peligrosidad, como el cementerio más largo del mundo; aún se recuerda la tragedia ocurrida en julio de 1991 —derrumbe de Murallas— en la cual perecieron más de un centenar de personas debido al deslizamiento de rocas, piedras y materia vegetal que cubrió completamente la carretera llevándose consigo casas, vehículos y todo resto de vidas humanas y animales.
El clamor de “no más al trampolín de la muerte” debe ser la consigna de nariñenses y putumayenses, y en ella apoyamos irrestrictamente la voluntad de estos pueblos que cansados del abandono y el olvido empiezan a organizarse para reclamar lo que en derecho les pertenece. Esperamos que el gobierno nacional, en cabeza del Departamento Nacional de Planeación, incluya los recursos necesarios para su realización. Y es aquí donde la unidad de voluntades, dirigentes, congresistas, periodistas y población en general se debe hacer escuchar.
