Todo lo anunciado y denunciado por los estudiantes y el representante de los docentes ante el Consejo Superior, Roberto Figueroa, sobre la llegada de Carlos Prasca —Cambio Radical— terminó siendo cierto, lamentablemente.
La polarización y la violencia aumentaron a niveles exponenciales, los actos de violencia al interior del campus universitario por poco cobran vidas humanas.
La corrupción y la repartija burocrática a los partidos políticos aliados del rector se dio en proporciones inusitadas. Solo el año pasado se gastaron más de 17 mil millones de pesos en OPS, más del doble del presupuesto aprobado por el Consejo Superior para esa vigencia. En lo corrido del año, se firmaron contratos por más de 2 mil millones de pesos, a pesar de estar en paro la institución.
La academia, no tuvo la inversión ni la atención requerida, salvo el maquillaje exprés previa a la visita de los pares evaluadores del CNA.
Los destinos de la institución se rigieron a través de los micrófonos de los noticieros locales y no desde los claustros y espacios académicos institucionales que ameritan el caso.
A todo lo anterior, se le añade un vergonzoso escándalo por presunto acoso sexual que llevó al traste la administración Prasca y que valió un mutis absoluto de quienes fueron sus principales patrocinadores: la ministra Yaneth Giha y el alcalde Alex Char.
Tuvo que asumir la competencia la Procuraduría General de la Nación para dirimir el asunto y separar del cargo a una persona que a todas luces estaba comprobado, no contaba con las capacidades ni aptitudes para asumir tan importante cargo.
Los audios revelados por los medios locales y nacionales, más allá de las intimidades expuestas, revelan un comportamiento indecente y bajo para quien lleva las riendas de una institución de educación superior pública.
Lo que con bombos y platillos se anunció como una maravilla, terminó siendo abortado por la puerta trasera.
Ahora, tendrá el Consejo Superior y las fuerzas políticas que hacen parte de él la opción de profundizar la crisis o de enderezar el curso.
Las candidaturas dadas a conocer por los medios revelan hasta el momento más de lo mismo, nombres que responden a casas y sectores políticos concretos.
José Henao Gil, elegido recientemente decano de la Facultad de Educación sin el lleno de los requisitos necesarios, es el candidato de la casa Char.
Maryluz Stevenson, vicerrectora Administrativa y Financiera, responde al sector político de la Representante a la Cámara, Martha Villalba y al Senador, Armando Benedetti.
Luis Carlos Gutiérrez, vicerrector de Investigación, tiene músculo propio dentro del Centro Democrático.
Álvaro Lastra, exdecano de la Facultad de Ciencias Jurídicas, va con la venia de un sector del Centro Democrático.
Los cargos uninominales demandan de mayor rigor, máxime cuando se está al borde del precipicio. La debacle de la administración Prasca en materia administrativa y financiera está a punto de estallar.
Se demanda de mayor responsabilidad con los más de 24 mil estudiantes de la Uniatlántico, a la hora de escoger un nombre.
No se trata solamente de la lógica fría del cálculo político, sino de atender las realidades duras y complejas de ésta institución.
Las reformas estatutarias son una tarea de primer orden e inaplazables para salir de la crisis, superar el clima de extrema polarización y avanzar en un clima de concertación y discernimiento.
Que el año político no los domine, que sea el bienestar de una institución que no aguanta más imposiciones lo que inspire a los consejeros.
Señor gobernador, hay personas que confiamos en su talante y convicción democrática, lidere usted el proceso de recuperación de la institucionalidad, ya de por sí maltrecha.