Señor presidente Santos:
Inicio mi nota manifestándole que todos en mi familia, admiradores de la obra del presidente Álvaro Uribe Vélez, contribuimos con la caudalosa votación que usted obtuvo en el 2010. La verdad, usted "nos caía muy bien", como decimos en Antioquia, pero a estas alturas de su cuatrienio ni uno solo de mis parientes está conforme con su gestión, particularmente con la política de paz y con sus gestos hacia los seudodemócratas de nuestra región. Abro acá un paréntesis para recordarle una respuesta suya en la época preelectoral pasada, en un debate con los otros candidatos: la periodista le preguntó a usted si estaría dispuesto a recibir al expresidente de Irán, muy amigo de los presidentes seudodemócratas latinoamericanos (o dictadorzuelos, para que precisemos de una vez el término); usted respondió, sin dudarlo: "no tendría problema en hacerlo". Le aseguro que esa respuesta me dio "muy mala espina" en ese momento, pero lo tomé como una respuesta "de reina", atribuible quizás a la tensión de la ronda de preguntas, pero hoy, después de ver tantas evidencias, entendí que usted tenía claro que los dictadores del mundo no lo conmueven. Cierro el paréntesis.
Mi asunto se refiere al título de esta Nota Ciudadana, pero, ¿que se trata de no meternos en la casa de los vecinos? Pues mire cómo es la vida: la mejor noticia que recibí en el 2008 tuvo que ver con usted y fue la Operación Fénix, con todas las implicaciones que conocemos, incluida la incursión (yo habría hecho lo mismo) a la casa de aquel hipócrita vecino, cosa que tengo muy clara en cuanto a la justificación, legalidad, pertinencia y oportunidad. En ese momento usted aún no era candidato presidencial y era coherente (creo) con la política de seguridad democrática a la que se debía. Pero su pellejo estuvo "en el filo de la navaja", de cuenta del tiranuelo de ese país vecino del sur. Aparte de la confianza que el presidente Uribe le tenía a usted (creo), reconozcamos que le tiró un "salvavidas" al apoyarlo como candidato. Así, el economista que se adueñó del país "invadido" "se hizo el loco" con lo ocurrido y lo tuvo que aceptar a usted en su cofradía de amigos.
Antes de precisar la razón urgente de mi mensaje, sepa por favor que le agradecería que, en la época de debates, acepte una o dos preguntas mías al aire: ya me inventaré la forma de hacerle notar que seré el mismo que suscribe esta nota. Sabe muy bien usted que nosotros, los ciudadanos sin curul, sin cargos oficiales, sin protección o sin poder, solo podemos intentar llamar su atención por un medio como este. Uso un inocente seudónimo para no "dar mucho visaje" y evitarme líos innecesarios. Pero solo "hágame una señita" y conversamos personalmente (estoy soñando, pues yo estoy dispuesto y presumo que usted no). En el utópico caso de que conversáramos, podría transmitirle con más amplitud los conceptos de toda mi familia a estas alturas de su gobierno, en privado, porque no me interesa "banderiarlo" tanto en público, pues no tengo interés político y mucho menos esa clase de experiencia.
Ahora sí, señor presidente Santos: mi solicitud consciente y responsable es que reciba a la diputada Maria Corina Machado en la Casa de Nariño; tírele ese "salvavidas" ahora que el dictadorzuelo del país vecino de la derecha de nuestro mapa la "tiene en el filo de la navaja", como estuvo usted hace justo seis años. Si procede así le aseguro que gana más de un punto y digamos que quizás, si hace más méritos, más de un voto, con muchos de los decepcionados de su política de paz. Como ha expuesto desesperadamente la valiosísima señora Machado: "la indiferencia es cómplice de la dictadura". Hágame caso: záfese un ratico del vergonzoso yugo del tiranuelo y hable "como todo un vaaaaron" (entiéndase: como un presidente con los pantalones bien amarrados), así como lo hizo siempre el presidente Uribe, y agradézcame la comparación.
A esta hora es posible que mi llamado llegue tarde, pero no me perdonaría si no intentara hacerlo pellizcar a usted y dejar constancia del clamor de la diputada Maria Corina Machado y de al menos la mitad de un país que está poniendo el pecho y la cabeza a los atropellos de una caterva de ineptos y bandidos que se apoderaron de un país donde usted tiene otra vez "el mejor" y el más falso de los amigos. Aquí entre nos, usted y yo sabemos que ese fue "un cañazo" suyo para congraciarse con el tiranuelo desaparecido, pero igual consta en los videos y notas de prensa, y no sería mala idea (tómelo como un consejo de un asesor gratuito) que se quitara ese estigma ahora que sale a recoger votos. Si decide recibir a Maria Corina y por lo tanto la avala como opositora legítima de ese régimen, le garantizo mi voto (no estoy "cañando") y el de buena parte de mi familia, que valoraría ese acto de grandeza, así sea casi tardío. Imagínese cómo sería de valiosa esa demostración de demócrata que hasta votaría otra vez por usted. Pero "pilas", señor presidente Santos, no sea que después lo que le ocurra a María Corina Machado y a ese país querido pese en su conciencia, por omisión o por acción equivocada.
Muchas gracias y espero saber de usted muy pronto.
NOTA: Uso muchas expresiones populares porque quiero estar "a tono" con el presidente Santos, que las frecuenta en sus discursos e intervenciones. Eso como que gusta mucho, creo.
