En este día se conmemora una fecha importante en la lucha por los derechos de las mujeres, en 1857, las mujeres trabajadoras del sector textil en Nueva York, protestaron porque sus salarios eran menos de la mitad que el de los hombres por la misma jornada de trabajo, la manifestación dejó un saldo de 120 mujeres asesinadas a manos de la brutal represión policial.
Este acontecimiento es un hito dentro de muchas luchas que las mujeres a lo largo de la historia han liderado, en pro de sus derechos y de la humanidad entera. No ha habido procesos de transformaciones sociales y políticas trascendentes en que las mujeres no hayan jugado un papel protagónico.
El doble carácter explotador del sistema capitalista sobre la mujer es ilustrado por Marx y Engels en un pasaje del Manifiesto del Partido Comunista, en el que se retrata cómo la mujer de la época es concebida como un mero instrumento de producción, como una propiedad, un objeto de goce, uso e intercambio.
Dicha descripción no dista de las condiciones actuales, a pesar de los notables avances en materia de derechos y reconocimiento social y político, pero de lo que se trata precisamente es de superar esa concepción cultural en la que la mujer aparece siempre en desventaja, remando contra la marea.
Las reflexiones actuales deben concitar un papel auténticamente transformador de las estructuras que reproducen la opresión sobre la mujer, que pasa principalmente por la transformación de las bases económicas y políticas de nuestra sociedad.
Si bien no es objeto nuestro de dejar en el firmamento esta lucha clave de nuestros tiempos, si es menester señalar que en nuestro país existe un importante despertar de la mujer dentro del campo de las transformaciones políticas.
Desde hace rato vienen empujando en ese sentido mujeres inmensamente notables como Ángela María Robledo, María José Pizarro, Claudia López, Angélica Lozano y Carolina Sanín, por mencionar a las que más admiro.
Su papel debe servir para inspirar a más y más mujeres a empoderarse de lo que es suyo, su cuerpo, su mente, su destino, el poder vital que tienen sobre el mundo y que merece y necesita ocupar una posición de primera línea en la conducción de nuestra sociedad.
La transformación política es la vía más expedita y poderosa para garantizar que los derechos de las mujeres sean reconocidos de una vez por todas, gocen de plenas garantías para su goce y que nunca sean conculcados.
Para ti, mujer, madre, hermana, hija y compañera, una flor en honor a tu lucha que es nuestra lucha.
Atentamente,
Gary Martínez Gordon