Si bien Colombia tiene varios medios de comunicación y varios “noticieros” de televisión, Caracol es uno de los principales, sino el que más importancia tiene ahora mismo. Si miramos el histórico de rating, es así. Sus “noticieros”, tanto el de la emisión de las 7:oo p.m. como el de las 12:30, se encuentran entre los diez primeros programas del rating en Colombia.
Sin embargo, para sentarse a ver ese espectáculo hay que tener valor, pues lo que allí se muestra es cualquier cosa menos noticias o trabajos informativos. Por el contrario, se ve sensacionalismo y más sensacionalismo. De tal forma que logran deformar la realidad y sumergir al colombiano en un estado de alarma y desasosiego constante.
Esto lo consiguen haciendo uso de varias herramientas. La primera es la llamada agenda setting, que es una herramienta dentro de la comunicación que consiste en el establecimiento de lo que se considera importante y lo que no. Con esto lógicamente se afecta la percepción de la realidad por parte de los televidentes. La forma de hacerlo en primer lugar es seleccionando los temas que se consideran importantes. En segundo lugar, el puesto en el que se van a presentar, y por último el tiempo de cubrimiento.
En el caso de Noticias Caracol, y de los otros medios, vemos que el tema de moda es Venezuela. Este aparece en todo el programa. En el sumario, en el inicio de la emisión, en el medi y en el final. Además de ser adornado por palabras como ¡exclusivo!, ¡atención! y demás adjetivos para resaltar su importancia.
Lo segundo evidente es como se presentan las notas con el fin de impactar en la emotividad de los televidentes. El recurso más empleado es el denominado storytelling. Esto consiste en contar historias y es de eso que está plagado el “noticiero”. Hace poco vi en una de estas emisiones a una “periodista” que, con su cámara, se iba a una de las trochas en la frontera de Colombia con Venezuela y allí con su voz casi entrecortada y de preocupación llamaba la atención del riesgo, el peligro y el esfuerzo que tenían que hacer unos niños al cruzar un “río” para ir al colegio. Me llamó tanto la atención este caso, porque mientras la muchacha decía esas cosas, lo que se veía en las imágenes era un riachuelo, que el mayor riesgo que presentaba era el de mojarse las pantorrillas.
Y así estamos. Cada dos por tres nos hablan de: Venezuela, terrorismo, secuestro y, claro, de la grandeza de nuestra policía, fuerzas militares y el gobierno. Usan una retórica de buenos y malos. Y constantemente nos meten el miedo en el cuerpo, para que florezcan salvatores de mano firme y corazón violento.
Sin embargo, creo que el país saldrá adelante, pero también sé que solo lo conseguiremos cuando nos detengamos un poco a pensar sobre el país que queremos y le cerremos las puertas al odio, la manipulación y la desinformación.
