Debo confesar que me causó gran sorpresa la noticia de que Kaleth Morales, que ni siquiera nació en Valledupar, tendrá su propia estatua en la ciudad. Así, el cartagenero se sumará a personajes como Martín Elías y Diomedes Díaz. Al menos esta vez, para evitar que la obra se politice, la alcaldía no pondrá dineros para el monumento. Sin embargo, me pregunto ¿cómo es posible que particulares puedan instaurar una estatua en espacio público? ¿no se requiere permiso para hacerlo? ¿ahora cada cantante vallenato que se muere debe tener su propia estatua en Valledupar?
Lejos de homenajear a un personaje, estas estatuas parecen estar burlándose de él. Se trata de adefesios metálicos que en lugar de adornar, generan contaminación visual en la ciudad. Están realizados de forma tan chambona que en lugar de captar los rasgos y características de alguien, parecen una burda y vulgar caricatura que solo inspira risa. Solo hay que ver las fotos que la gente se toma junto a la estatua de Diomedes Díaz para ver lo que produce. Es decir, no se puede pedir la misma solemnidad hacia la imagen del Cacique de la Junta que hacia un prócer. No es casualidad que las personas se tomen fotos bebiendo o haciendo cualquier cantidad de poses obscenas junto a ella. Lo que duele es saber que los 40 millones que costó salieron del presupuesto público. Ni hablar de los 153 que costó la de Martín Elías.
Siempre he creído que el vallenato está sobrevalorado. Se trata de un ritmo que hasta mediados del siglo pasado todavía estaba prohibido en fiestas y eventos públicos. Es como si el vallenato definiera todo lo que somos, y no es así. Hay mucha gente que no le gusta, lo cual es respetable. Si bien es cierto que es una expresión cultural digna de exponer ante el mundo, pienso que tanto Colombia como la región tienen un sinfín de elementos más que son igualmente ricos culturalmente.
Pero no se puede homenajear a un cantante vallenato como si fuera un héroe de la patria porque las diferencias son grandes. En primer lugar, el cantante es un personaje que se dedicó a lo que quería. Al igual que muchas personas anónimas tuvo una carrera y la ejerció. En segundo lugar, el cantante no dio su vida por defender a su pueblo. Ni siquiera puede decirse que se sacrificó por sus seguidores. Por ejemplo, ¿qué hizo Diomedes Díaz por los niños pobres de la Guajira?
Personajes como Simón Bolívar o Francisco de Paula Santander, que fueron cruciales en nuestra construcción de país, están cada vez más olvidados por las nuevas generaciones. Hoy día tiene más peso un ídolo de parranda que el mismo libertador. Por algo dirán que todo pueblo merece su suerte. Dentro de algunas décadas tendremos la Avenida Silvestre Dangond y el Parque Peter Manjarrés.
