Los paisas listos a demoler la imagen de "Escobar el héroe"
Miles de personas sobrevivientes de su barbarie empiezan a contar la historia reprimida de un monstruo que quiso someter a Medellín pero no lo logró
Así derribamos el edificio Mónaco, un símbolo de la ilegalidad que durante años estuvo en ruinas. Comenzamos a contar la historia del lado de las víctimas. Hoy #MedellínAbrazaSuHistoria. pic.twitter.com/qONUKhYHxR
— Alcaldía de Medellín (@AlcaldiadeMed) 22 de febrero de 2019
Medellín, 22 de febrero de 2019.
Muchas gracias, querido Alcalde Federico Gutiérrez.
Para mí es un placer estar acá en Medellín, en esta tierra que llevo siempre en el corazón.
Para mí estar hoy acompañándolo a usted y acompañando al pueblo antioqueño, tiene varios símbolos.
En primer lugar, creo que este evento que va a ver el mundo el día de hoy, significa la derrota de la cultura de la ilegalidad y el triunfo de la cultura de la legalidad.
Significa que la historia no se va a escribir en función de los victimarios sino que la historia se escribe reconociendo a las víctimas. Y significa también la resiliencia, la fuerza y la grandeza del pueblo colombiano y del pueblo antioqueño, que tuvo que soportar por años esta violencia y que se ha parado siempre firme y ha sido capaz de superarla con convivencia, con una clara convicción de imperio de la ley, pero también con un rechazo a los antivalores.
Creo que hoy no es simplemente la implosión de un edificio. Hoy es el resurgimiento de una historia construida con la memoria de las víctimas.
Usted mencionaba a Valdemar Franklin Quintero, usted mencionaba a Guillermo Cano, a Luis Carlos Galán, a Rodrigo Lara Bonilla, a Jorge Enrique Pulido, a Antonio Roldán, a tantos jueces.
Hoy su memoria está en nuestros corazones. Su sacrificio por Colombia no fue en vano, porque triunfó la legalidad.
Y yo espero que todas las personas que vengan a visitar el monumento en favor de las víctimas, recordándolos a ellos, van a ver cómo Colombia pasó esa horrible noche del Cartel de Medellín, y se construye ahora una sociedad de innovación, creatividad, ciencia, tecnología.
Una ciudad que hoy recibe el primer centro, en un país de habla hispana, para la Cuarta Revolución Industrial. Una ciudad que ha sido considerada la ciudad más innovadora de América Latina y una de las ciudades más innovadoras del mundo.
De manera que hoy, Alcalde, quería estar presente acompañándolo a usted, reconociendo en usted también la valentía, el coraje, el compromiso de sembrar todos los días cultura de legalidad, y de hacer ver en la cultura, en la ciencia, la tecnología y la educación, vehículos para la transformación de nuestra sociedad.
Como usted sabe, hoy estaremos en la ciudad de Cúcuta, y tendremos allá un evento muy importante de cooperación multilateral en favor de la libertad del pueblo venezolano y la ayuda humanitaria.
Pero hoy quería estar acá en esta ciudad del alma para mí, para que usted sienta que desde el Gobierno Nacional, en cabeza del Presidente, lo acompañamos en este momento donde Colombia le dice a esa historia nefasta del Cartel de Medellín y del terrorismo, que fueron derrotados por una sociedad que le da privilegio a la cultura y que por encima de los que muchas veces han querido construir la historia en función de los victimarios, hoy la construimos reconociendo a las víctimas.
Así que, apreciado Alcalde, muchas gracias por recibirnos.
Y quiero que hoy el pueblo colombiano pueda sentir y evidenciar que con la caída del edificio Mónaco lo que hay es el resurgimiento de la esperanza y de un país que sabe cuidar su historia, pero que sabe también construir un futuro. Y un futuro para que nunca más tengamos víctimas del narcoterrorismo en nuestro país.
Muchas gracias, apreciado Alcalde.
Medellín, 22 de febrero de 2019.
Muchas gracias, querido Alcalde Federico Gutiérrez.
Para mí es un placer estar acá en Medellín, en esta tierra que llevo siempre en el corazón.
Para mí estar hoy acompañándolo a usted y acompañando al pueblo antioqueño, tiene varios símbolos.
En primer lugar, creo que este evento que va a ver el mundo el día de hoy, significa la derrota de la cultura de la ilegalidad y el triunfo de la cultura de la legalidad.
Significa que la historia no se va a escribir en función de los victimarios sino que la historia se escribe reconociendo a las víctimas. Y significa también la resiliencia, la fuerza y la grandeza del pueblo colombiano y del pueblo antioqueño, que tuvo que soportar por años esta violencia y que se ha parado siempre firme y ha sido capaz de superarla con convivencia, con una clara convicción de imperio de la ley, pero también con un rechazo a los antivalores.
Creo que hoy no es simplemente la implosión de un edificio. Hoy es el resurgimiento de una historia construida con la memoria de las víctimas.
Usted mencionaba a Valdemar Franklin Quintero, usted mencionaba a Guillermo Cano, a Luis Carlos Galán, a Rodrigo Lara Bonilla, a Jorge Enrique Pulido, a Antonio Roldán, a tantos jueces.
Hoy su memoria está en nuestros corazones. Su sacrificio por Colombia no fue en vano, porque triunfó la legalidad.
Y yo espero que todas las personas que vengan a visitar el monumento en favor de las víctimas, recordándolos a ellos, van a ver cómo Colombia pasó esa horrible noche del Cartel de Medellín, y se construye ahora una sociedad de innovación, creatividad, ciencia, tecnología.
Una ciudad que hoy recibe el primer centro, en un país de habla hispana, para la Cuarta Revolución Industrial. Una ciudad que ha sido considerada la ciudad más innovadora de América Latina y una de las ciudades más innovadoras del mundo.
De manera que hoy, Alcalde, quería estar presente acompañándolo a usted, reconociendo en usted también la valentía, el coraje, el compromiso de sembrar todos los días cultura de legalidad, y de hacer ver en la cultura, en la ciencia, la tecnología y la educación, vehículos para la transformación de nuestra sociedad.
Como usted sabe, hoy estaremos en la ciudad de Cúcuta, y tendremos allá un evento muy importante de cooperación multilateral en favor de la libertad del pueblo venezolano y la ayuda humanitaria.
Pero hoy quería estar acá en esta ciudad del alma para mí, para que usted sienta que desde el Gobierno Nacional, en cabeza del Presidente, lo acompañamos en este momento donde Colombia le dice a esa historia nefasta del Cartel de Medellín y del terrorismo, que fueron derrotados por una sociedad que le da privilegio a la cultura y que por encima de los que muchas veces han querido construir la historia en función de los victimarios, hoy la construimos reconociendo a las víctimas.
Así que, apreciado Alcalde, muchas gracias por recibirnos.
Y quiero que hoy el pueblo colombiano pueda sentir y evidenciar que con la caída del edificio Mónaco lo que hay es el resurgimiento de la esperanza y de un país que sabe cuidar su historia, pero que sabe también construir un futuro. Y un futuro para que nunca más tengamos víctimas del narcoterrorismo en nuestro país.
Muchas gracias, apreciado Alcalde.
Miles de personas sobrevivientes de su barbarie empiezan a contar la historia reprimida de un monstruo que quiso someter a Medellín pero no lo logró
Hace 28 años Medellín sufrió un doloroso episodio: la bomba de la Macarena. Por las víctimas inocentes y los héroes que lucharon contra la mafia, construiremos un memorial en el lugar donde hoy está el Ed Mónaco, símbolo de la ilegalidad que caerá el próximo viernes. No olvidamos pic.twitter.com/F0I2EcvCE9
— Federico Gutiérrez (@FicoGutierrez) 16 de febrero de 2019
Con la demolición del Edificio Mónaco el 22 de febrero, arranca el proyecto del alcalde que busca homenajear 40 mil víctimas y enterrar el falso mito del narco como un héroe
La historia del Edificio Mónaco empieza en 1986. Por esa época Pablo Escobar vivía un periodo de relativa calma después de la cacería de la que fue objeto entre marzo de 1984 y enero de 1986, luego de que decidiera mandar asesinar al Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, Escobar incluso se resguardó en Panamá en donde su aliado, el dictador Manuel Antonio Noriega, le brindaba todo el apoyo a él y a sus hombres de confianza del cartel de Medellín. En 1986 regresa al país y decidió ubicar a la familia en el tranquilo sector de Santa María de los Ángeles. Compró dos mansiones representativas y ante el asombro de los vecinos las derribo para levantar en tiempo record de cinco meses, un edificio de ocho pisos en donde viviría él, su familia y sus guardaespaldas de confianza.
Desde ese momento la vida de los vecinos del lugar cambiaría para siempre. Las caravanas que protegían a Erminda Gaviria, mamá del capo, y a María Victoria, su esposa, hacía que el tráfico en la cuadra fuera imposible. El ruido que se escuchaba desde adentro era ensordecedor. Debajo del Mónaco se abre una infinidad de túneles como si fuera un inmenso queso gruyere. Eran los surcos de fuga que había preparado el capo para cualquier eventualidad. Las canchas de tenis que mandó a construir era el escenario en donde diferentes orquestas nacionales amenizaban las cada vez más comunes fiestas familiares que ensordecían el barrio. Cuando, después de la tarde, Juan Pablo, el hijo consentido del capo, salía por las calles del barrio a andar enloquecido en su cuatrimoto, todos debían esconderse. Juan Pablo, escoltado por tres camionetas Toyotas, violaba las reglas de tránsito a su antojo. No había límites en 1988 para el hijo de Pablo. Pablo era Pablo como rezaba un graffiti de la época que se esparcía por todos los rincones de Medellín.
El edificio sería abandonado por los Escobar y la Dirección de Estupefacientes, en 1989, le entregó el Mónaco a la Asociación Cristiana de Asistencia y Rehabilitación Asocar. Ya, para esa época, la mayoría de puertas, ventanas, baños y grifería había desaparecido. Los ascensores ya no servían y las canchas de tenis, junto a las piscinas, presentaban el aspecto de abandono que las han acompañado en los últimos treinta años. En la época de los noventa, poco después de la muerte de Escobar, el predio fue ocupado por una compañía de salud pre-pagada, un bufete de abogados, una marroquinera y una oficina de publicidad. En 1998 los vecinos volvieron a alertarse cuando El CTI fijó su sede en Mónaco. En solo cuatro años de funcionar en ese lugar estallaron seis bombas.
A mediados de la década pasada Mónaco no fue habitado por nadie más. Se convirtió en un foco de plagas de zancudos en las piscinas –los vecinos se reunían para saltar la reja y tapar con paletadas de arena los focos infecciosos- y los sótanos que alguna vez sirvieron para guardar los carros de lujo del capo pasaron a ser nidos de ratas.
Desde ese momento la vida de los vecinos del lugar cambiaría para siempre. Las caravanas que protegían a Erminda Gaviria, mamá del capo, y a María Victoria, su esposa, hacía que el tráfico en la cuadra fuera imposible. El ruido que se escuchaba desde adentro era ensordecedor. Debajo del Mónaco se abre una infinidad de túneles como si fuera un inmenso queso gruyere. Eran los surcos de fuga que había preparado el capo para cualquier eventualidad. Las canchas de tenis que mandó a construir era el escenario en donde diferentes orquestas nacionales amenizaban las cada vez más comunes fiestas familiares que ensordecían el barrio. Cuando, después de la tarde, Juan Pablo, el hijo consentido del capo, salía por las calles del barrio a andar enloquecido en su cuatrimoto, todos debían esconderse. Juan Pablo, escoltado por tres camionetas Toyotas, violaba las reglas de tránsito a su antojo. No había límites en 1988 para el hijo de Pablo. Pablo era Pablo como rezaba un graffiti de la época que se esparcía por todos los rincones de Medellín.
Es una iniciativa que nace de una profunda reflexión sobre el pasado reciente y doloroso que vivió la ciudad, y los motivos por los cuales esta capital ha sabido levantarse luego de sus horas más oscuras. Memoria y legalidad son dos palabras que presiden esta alianza, liderada por la Alcaldía de Medellín, y acompañada por importantes aliados privados e institucionales y la ciudadanía. En 1991 fuimos la ciudad más violenta del mundo; el narcoterrorismo nos llenó de ausencias pero no de olvido. Hoy queremos tributar homenaje a los héroes y a las víctimas de una época que duele, brindarles su lugar en un relato pocas veces escuchado desde estas voces. Distintas acciones urbanísticas, simbólicas, educativas, artísticas y comunicacionales son herramientas propias de esta estrategia participativa.
El derribo del derruido edificio Mónaco es un momento de inflexión en nuestra historia. Es, a la vez, el primer instante del memorial en honor a las víctimas y los héroes que ocupará ese mismo lugar, donde serán los nombres y no los alias los protagonistas del valor de esta ciudad.
Son acciones de Medellín abraza su historia: