Este viernes Medellín le pondrá fin a una de sus historias más vergonzantes: destruirá por fin el icono más representativo de la época del narcoterrorismo en la ciudad, el edificio Mónaco, residencia en la década de los 80 de Pablo Escobar, ubicada en el exclusivo barrio de El Poblado, y desde donde se ordenaron muchos de los peores crímenes en la historia del país.
Este edificio será derribado con el fin primario de combatir el imaginario heroico que las narcoseries le han creado a millones de personas en Colombia y el mundo acerca de los mafiosos, además del de acabar con un sitio de peregrinación para admiradores de Escobar que visitan Medellín con el único fin de hacer el llamado narcotour o tour de Pablo y conocer los lugares en los que él vivió y delinquió.
Pero más allá de todo esto, implosionar el Mónaco representa también hacerle un homenaje a las más de 46 mil víctimas que dejó esa oscura época para el país, y sobre todo a sus familiares que durante más de dos décadas han visto como miles de personas le rinden tributo al recuerdo de Escobar y a su legado de sangre y muerte como si esto fuera algo digno de admirar.
En Antioquia miles de personas esperan que para este momento histórico se hagan presentes en dicho homenaje los familiares de las víctimas de los magnicidios más recordados de Escobar como lo fueron el del candidato presidencial Luis Carlos Galán, el del procurador Carlos Mauro Hoyos, el del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla y el del gobernador de Antioquia Antonio Roldán Betancur. Asimismo se espera que asistan integrantes del gobierno nacional como la ministra del Interior, la ministra de Justicia, el ministro de Defensa, los altos mandos de las fuerzas armadas y el presidente Iván Duque Márquez.