La última perla contra Venezuela

La última perla contra Venezuela

No tiene coherencia ni justificación callar ante la preparación descarada de un golpe de Estado contra el país vecino, orientado y financiado por el gobierno Trump

Por: Tiberio Gutiérrez
febrero 19, 2019
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La última perla contra Venezuela
Foto: Twitter @NicolasMaduro

Ya no da ni rabia leer los editoriales de El Espectador sobre la situación de Venezuela, ni ver la forma sesgada como analizan los factores que han llevado a la situación del hermano país, haciendo caso omiso del papel nefasto que viene cumpliendo el intervencionismo descarado y cínico del gobierno de Trump, con la ayuda del gobierno de Colombia y de los países de América Latina y de Europa, doblegados a los dictados del amo del norte, dejando a un lado los principios democráticos y el respeto por la soberanía, la independencia y la autodeterminación de los pueblos.

Que la hagan otros periódicos fletados por el gran capital, pues vaya y vuelva, pero que uno de los voceros de la democracia y luchador consecuente por la restauración moral y democrática de la república se pliegue sin dignidad a los mandatos autoritarios de un gobierno arrodillado a las imposiciones del amo del norte, ya si es “la tapa del congolo” y el signo inequívoco de la decadencia política.

Es triste que el recuerdo de su fundador don Fidel Cano Gutiérrez y el de su valiente seguidor don Guillermo Cano Isaza haya sido arrinconado en el cuarto de San Alejo, donde duermen el sueño del olvido para que las nuevas generaciones no reciban el ejemplo de luchadores democráticos por la soberanía nacional, sino para que recojan como herencia el más indolente y punible ayuntamiento con la escoria más grande que ha producido la humanidad en toda su historia de tragedias, pestes, hambrunas e inquisiciones.

Que el dueño del periódico tiene derecho a opinar como le dé la gana sobre lo habido y por haber de la coyuntura política, pues vaya y vuelva, pero es una falta de respeto y un atropello a la razón ocultar el papel de criminal que está cumpliendo con cinismo y sin vergüenza el esquizofrénico y siquiátrico presidente de la nación más poderosa del mundo, frente a los países que quieren asumir la soberanía de sus territorios, de sus recursos naturales, y de elegir el gobierno que les venga en gana.

No entiende uno cómo el afán histérico de la llamada prensa democrática, haciendo uso inmoral de la pornografía de la miseria, de la violencia y de la guerra, hizo caso omiso de la dictadura de Pinochet en Chile durante 30 años, sin ningún llamado de atención por parte de los guardianes de la democracia, ni de las dictaduras del cono sur, ni de los gobiernos que a la fecha continúa blandiendo su silencio cómplice con las dictaduras de Arabia Saudita, con los regímenes oprobiosos de Israel y de Yemen, para no continuar mencionando el largo estropicio de la dignidad de los pueblos, mientras defienden a capa y espada la libertad y la democracia en otros países para poder saquear impunemente los recursos naturales de su geografía.

No tiene coherencia moral ni justificación política callar ante la preparación ostensible y descarada del golpe de estado contra Venezuela, orientado y financiado por el gobierno de Donald Trump, sin la más mínima oposición real una guerra anunciada por el imperialismo, con el argumento de la defensa de la libertad y de la democracia, y ocultando sin tapujos la verdadera esencia económica y geopolítica de las pretensiones del imperio.

Por más corrupto que sea el gobierno de Maduro y de los militares de ese país, por más errores políticos que haya cometido el gobierno en el manejo de la renta petrolera, por más incoherente que haya sido la realización de su programa de “Socialismo del Siglo XXI”, por más populista que haya sido su discurso político, no hay derecho a cercar a un pueblo con el bloqueo económico, para que entregue su dignidad por un plato de lentejas, como lo está haciendo por cálculos políticos el gobierno del presidente Trump, con la famosa “ayuda humanitaria”, que no es otra cosa que la preparación sicológica del pueblo para la imposición de una guerra despiadada, con el silencio cómplice de los gobiernos “democráticos” de América Latina, empezando por el gobierno de Colombia, cuyo pueblo habrá de sufrir y llorar las consecuencias de esta política genocida impuesta por la oligarquía, para salvar sus privilegios atornillándose al colonialismo económico, político y militar del imperialismo norteamericano.

Por eso no está muy lejano de la realidad el expresidente Samper cuando afirma que “detrás del apoyo humanitario a Venezuela podría configurarse una intervención militar” y, contrario a todos los guerreristas de escritorio, propone los “temas que deben estar en una mesa de negociación, como un plan de estabilización económica, que en este caso el bloqueo le está haciendo mucho daño a la gente, se podría hablar de un calendario electoral o que haya un gobierno de transición para esas posibles elecciones”.

Ojalá no estemos equivocados con la propuesta de la salida negociada, porque cuando venga la guerra con las tecnologías modernas, cuando empiece el infierno de la tragedia, recordaremos la posición vacilante y acomodaticia de la prensa colonial que llamó al bloqueo económico, financiero y comercial, ocultando las verdaderas intenciones de los guerreristas con la campaña por la “libertad” y por la “democracia” en Venezuela. Ellos cargarán con el peso de su responsabilidad en los muladares de la historia.

 

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