El pasado sábado 2 de febrero, el pasaje de TransMilenio aumentó en 100 pesos con la promesa de que este incremento se verá reflejado en una mejora del sistema. Desde que me enteré de esta noticia, además de protestar y hacer cálculos para hacerme una idea de la magnitud del aumento de mi gasto semanal, comenzó a rondar por mi cabeza una pregunta curiosa: ¿aumentará también el precio la señora que revende los pasajes en la estación de SITP de las Nieves? El día lunes 3 de febrero, luego de la jornada de clases, me encaminé a la estación y comprobé, para alivio de muchos, que el pasaje a mil seguía siendo eso: pasaje a mil.
Prácticamente se ha vuelto normal encontrar a la entrada de las estaciones de TransMilenio y en las paradas de estación del SITP más concurridas a los típicos personajes que ofrecen el pasaje más barato, a veces a dos mil, otras a mil ochocientos o incluso a mil pesos. Diariamente son muchos los que, por ahorrar unos pesos o saltarse la larga fila para recargar, prefieren comprar más barato, aún a sabiendas de que detrás de este negocio hay algo turbio. Pero ¿realmente cómo funciona la reventa de pasajes?, ¿qué hay detrás del “pasaje a mil” que es inmune a la subida de precios del sistema?, ¿de dónde provienen las ganancias de estos personajes?
El negocio se mueve principalmente de dos maneras. La primera de ellas consiste en aprovechar la ventana de 95 minutos que tienen las tarjetas personalizadas Tullave para realizar transbordos. Estos no tienen costo si es de TransMilenio a SITP y cuestan solo doscientos pesos para transbordos de un SITP a otro. Se supone que la tarjeta tu llave personalizada es intransferible y cada persona solo puede solicitar una, pero a pesar de ello es común ver a quienes revenden los pasajes con una gran cantidad y continuamente alternando su uso.
Evidentemente el margen de ganancias por revender un transbordo que solo cuesta 200 pesos es alto. Según un estudio realizado por El Tiempo, dependiendo del precio al que vendan los pasajes pueden estar ganando cada 95 minutos entre 3.600 y 5.000 pesos por tarjeta. Y si a esto sumamos que tienen más de una tarjeta y la cantidad de horas que trabajan al día, vemos que es un negocio rentable o como dicen ellos: un buen rebusque.
Otra manera de ganar dinero por medio de la reventa de pasajes es utilizando las tarjetas subsidiadas por el gobierno que tienen una tarifa diferenciada más barata que el precio común. Para ser exactos (considerando el aumento de los pasajes) una tarjeta especial con beneficio de Sisbén cobra 1800 para servicios troncales y 1600 para servicios zonales. Nuevamente el margen de ganancia es alto.
Se dice que es rebusque, “viveza criolla”, pero realmente esto es una manifestación flagrante de la corrupción. Sí tal como se lee, la corrupción no es un título que solo los políticos pueden ostentar, también se lo han ganado por derecho propio muchos ciudadanos del común. Gracias a la reventa de pasajes se está malgastando dinero del Estado y se está contribuyendo a empeorar el sistema de TransMilenio que por prácticas como esta tiene considerables pérdidas. Solicitar una tarjeta con beneficio de Sisbén y utilizarla para lucrarse es una estafa que merma la credibilidad y disminuye la confianza del gobierno hacia quienes realmente necesitan esta ayuda.
Y ahora los revendedores de pasajes tienen buenas noticias, con el aumento de la tarifa los incentivos para comprar el pasaje más barato son mayores y serán cada día más quienes opten por el pasaje a mil o a dos mil, ¡se vienen las vacas gordas!
A principios del pasado año 2018 este tema fue muy mediático y las autoridades se pronunciaron en los medios diciendo a la ciudadanía que estaban trabajando por desmantelar este negocio, aumentando las penas de quienes incurrieran en estos fraudes e intentando corregir las fallas del sistema. Sin embargo, hoy, un año después, los revendedores de TransMilenio siguen ahí. Y con la subida del precio del pasaje están más activos que nunca, aprovechándose de los recursos del Estado y siendo partícipes de “ese cáncer de Colombia que se llama corrupción”.
