Autogestión y socialismo, una incompatibilidad histórica

Autogestión y socialismo, una incompatibilidad histórica

Es una bufonería cuando los seguidores del marxismo-leninismo hablan de este concepto, porque para asumir esa postura deben renegar los dogmas de Karl Marx

Por: Ariel Peña González
febrero 12, 2019
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Autogestión y socialismo, una incompatibilidad histórica
Foto: Pixabay

El socialismo, basado en la trampa comunista del marxismo-leninismo, ha demostrado su fracaso antropológico e histórico, llámese científico, real o del siglo XXI, y sin ir muy lejos lo estamos viendo en Venezuela, en donde queda patentado sin atenuantes que definitivamente el lugar del comunismo totalitario es el basurero de la historia. El himno de la internacional comunista que proclama “la tierra será el paraíso bello de la humanidad” es una ficción de lunáticos, porque los burócratas comunistas siguiendo las enseñanzas de Karl Marx, cuando conquistan el poder en un Estado lo utilizan para montar dictaduras eternas que lo fortalecen, envileciendo, enajenando y adocenando a las masas.

Ante las propuestas dictatoriales, violentas y absolutistas de Marx con respecto al Estado, el libertario Pierre-Joseph Proudhon le respondió: “el problema no está en saber cómo seremos gobernados, sino cómo seremos más libres”, significando ello que las contradicciones son antagónicas entre el socialismo de Marx, cuya aplicación práctica es la distribución igualitaria de la miseria, y la autogestión libre y creativa, que promovieron Bakunin y Proudhon en el siglo XlX.

El régimen comunista de Venezuela ha convertido a los ciudadanos en esclavos del Estado para que naciera un maridaje entre la violencia, el latrocinio, el saqueo y la pobreza, por lo que se hace necesario en ese país eyectar al dictador Nicolás Maduro para desarrollar la libertad política y económica, en donde brille la solidaridad, que es un inmenso poder que multiplica la energía y la fuerza creadora de hombres y mujeres, repudiando el socialismo marxista e impulsando la autogestión para que la economía no esté basada únicamente en el petróleo.

Además, es una bufonería cuando los seguidores de la estafa comunista del marxismo-leninismo con sus idiotas útiles hablan de la autogestión, porque para asumir esa postura lo primero que deben hacer es renegar de los dogmas del señor Karl Marx, ya que el sistema en mención es el fruto teórico y práctico de los libertarios, quienes, como ya lo hemos dicho en varias ocasiones, le propinaron a Marx una vergonzosa derrota en la Primera Internacional de los Trabajadores.

No solo los libertarios tienen como instrumento humanista la autogestión para el bienestar de la población, sino que también la democracia liberal ha sido en varias oportunidades consecuente con ello, teniendo el mayor ejemplo en Israel con los Kibutzim, en donde los sindicatos exaltando las libertades individuales (cosa que no hace el comunismo totalitario) a través del trabajo solidario, con una democracia participativa laboran y distribuyen de acuerdo a las necesidades, pero es bien sabido que a la aberración marxista poco le interesa el bienestar o la opinión de los ciudadanos, pues su objetivo es conquistar el poder para crear una dictadura a perpetuidad.

La barbarie marxista desde sus comienzo buscó con el Estado encadenar a los obreros mediante la dictadura para generar una oligarquía (nomenclatura) que convirtiera a ese Estado en una máquina represiva, ya que es imposible en una tiranía comunista llevar a cabo un proyecto autogestionario; porque como condición necesaria debe existir la independencia de los ciudadanos y de las organizaciones sindicales y sociales frente al Estado, pero el comunismo siendo una corriente totalitaria, al ser hegeliana, impulsa igual que el fascismo y el nazismo aquello que dice: “todo dentro del Estado, nada fuera de él”.

La expresión más auténtica de autogestión en todos los tiempos ocurrió hace 2000 años con el cristianismo primitivo, en donde sus miembros tenían todas las cosas en común y no había entre ellos ninguna necesidad. Esto lo hacían superando las barreras del Estado, contrario a los regímenes marxistas que ponen como principio y fin de todas las cosas perpetuarse en el poder político. Además han existido otras experiencias de autogestión como la Comuna de París en 1871, que fue una fusión entre las ideas libertarias y el liberalismo clásico; los consejos de obreros en Hungría en 1956 y la primavera de Praga en 1968, aplastadas estas dos últimas por el imperio comunista soviético.

La monserga comunista nada tiene que ver con la autogestión porque es indudable que el marxismo lo que pretende es imponer mediante el engaño y la violencia dictaduras neoestalinistas en Latinoamérica, como ocurre en Cuba, Venezuela y Nicaragua. Sin embargo, al igual que lo sucedido hace 29 años en Europa oriental con la caída del muro de Berlín, los pueblos tendrán que expulsar el comunismo totalitario de la región, pues está demostrado que el poder político decide sobre la economía y en ocasiones condena al hambre y la miseria a millones de seres humanos, teniendo el ejemplo más patético en Venezuela.

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