La concepción ideológica del amor que impone la cultura patriarcal ubica a la mujer en el centro del soporte afectivo y condiciona los imaginarios. Sin embargo, esa imposición hoy no tiene la fuerza ni la viabilidad que reduce, margina y perpetúa relaciones de poder. El pragmatismo funcional del sistema en el siglo XXI no define la identidad amorosa de la mujer frente a la ruptura que impone lo contemporáneo. Todo lo que se devela detrás de lógicas y derechos en esa experiencia vital, movilizadora y constante que es el amor, lleva implícito la transformación de la mujer, quien responsable debe hacer frente a los retos que le impone su tiempo y asumir con inteligencia la crítica, que es una conducta, una forma de ser, de construirse en sujeto que reflexiona, sin olvidar que la crítica es una actitud en acción, es construcción ética en la cotidianidad del individuo.
Lo que motiva la introducción del texto obedece al reciente escándalo que ha puesto a un gestor del humanismo en Colombia en entredicho. Un destacado líder popular que lleva consigo la fuerza vital que caracteriza todo emprendimiento, toda movilización, y es parte del acumulado de Hollman Morris, cuya gestión social y política es incuestionable. Al denunciar de forma pública y haciendo partícipe a la ciudadanía, la señora Patricia Casas y los medios de comunicación a su servicio tendrán que asumir la libertad de los ciudadanos de responder a la entrevista que hizo, con la única intención, desde mi personal opinión, de dañar la carrera política de su exesposo.
La ausencia de lecturas, el desconocimiento de vitales transformaciones, el ignorar que cada época ha tenido una forma de relacionarse en el amor, significa que el amor es histórico y obedece a una construcción de la cultura. El hecho de que la mujer en relación a lo afectivo se halle entre la tradición y lo contemporáneo no excluye a la señora Casas de recibir la avalancha significativa de cambios que hemos vivido, y es frente al amor en el siglo XXI y no del siglo XVII donde nos hallamos. Es evidente que la señora Casas no compartió los postulados sociales e ideológicos del señor Hollman Morris, de lo contrario jamás hubiera procedido de la forma que lo hizo.
Hollman Morris es un ciudadano que ha estado al frente de la acción política de una manera coherente, transparente y desde la barriada. Ha sido un defensor decidido de los derechos humanos en los que ha tenido que soportar intimidaciones, amenazas y el exilio, lo cual ha asumido con un gran sacrificio y dignidad. Igualmente, su desempeño como director del Canal Capital mostró una gestión eficiente en términos de mejorar la calidad de los contenidos, la cobertura de la audiencia y el manejo impecable de los recursos puestos a su disposición. Luego hace presencia en el Concejo de Bogotá contra viento y marea, donde se ha destacado por hacer una oposición coherente y de principios. La lucha por lograr una mejor movilidad para la ciudad de Bogotá ha sido intensa y fundamentada.
No podemos guardar silencio frente a lo evidente, las mujeres trabajadoras, las madres cabeza de familia, las que reciben el salario mínimo, las que han hecho un apostolado de resistencia frente a la vida inequitativa y marginal en su condición de mujeres: no se puede aceptar que quien ha vivido en las mieles de la abundancia intente reducir la capacidad administrativa, gestora y política de un hombre querido y respetado, por el hecho de que Hollman Morris ya no desee su compañía y sus deseos eróticos no sean para la señora Casas. Queda a la ley decidir y fallar frente a la denuncia penal impuesta por la señora Casas. Y a la ciudadanía defender sus derechos de votar y elegir…