"Se alborotaron las vaginas"
Opinión

"Se alborotaron las vaginas"

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marzo 18, 2014
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Esta es una de las frases célebres del más antiguo y ahora remozado senador colombiano Roberto Gerlein. Con una delicadeza que raya en lo poético, se refería a un debate político de gran calado que protagonizaban Vivian Morales y Piedad Córdoba, por aquel entonces también senadora de la República.

Esta semana se ha reactualizado el legado de este prohombre, por cuenta de un gesto totalmente inédito en la política colombiana: las dos candidatas de la izquierda a la presidencia, han decidido unir sus nombres en una fórmula para la próxima contienda electoral. Es un acto inesperado en una izquierda que casi siempre se mueve hacia la división y en general, nuevo para Colombia, país en el que las mujeres solo hemos tenido una candidata a la presidencia y unas cuantas para la vicepresidencia. En todo caso, nunca una fórmula de dos mujeres.

Las fotografías recientes de Isabel Allende, nueva presidenta del Congreso chileno posesionando a Michelle Bachelet en su segundo mandato, y el enorme abrazo que selló este acto, así como la de Cristina Kirchner, Dilma Russeff y Michelle Bachelet, intercambiando miradas de complicidad y alegría, muestran una tendencia que recorre el mundo hace un tiempo y a Latinoamérica más recientemente. Muchas personas pensamos que ha llegado un momento de giro de la política hacia el reconocimiento de la autoridad y el potencial de las mujeres en política.

Varias amigas me etiquetaron en Facebook fotos donde aluden a que “llegó la hora de las mujeres en política”. A mí en realidad, esta fórmula y sobre todo el simbólico gesto de reconocimiento a Aída Avella y por su intermedio a la UP, movimiento exterminado en este país por la ultraderecha, me parece emocionante, pensando un país en el que sea posible la reconciliación, la restitución de dignidad y derechos de las víctimas de todos los actores armados y de todas las injusticias.

Acto seguido, me puse a buscar más información acerca de esta noticia. Y me encuentro con las más atroces reacciones, escurriendo misoginia en periódicos, radio y televisión.

¿Sabe usted lo que es la misoginia?

La misoginia (del griego miseo que significa odiar y gyne que significa mujer) es la aversión u odio a las mujeres, o la tendencia ideológica o psicológica que consiste en despreciar a la mujer como sexo y con ello todo lo considerado como femenino.Aunque se parece al machismo, no son lo mismo, pues el machismo es una expresión más social y política, mientras la misoginia es la dimensión simbólica de este.

En algunas fuentes que busqué se define en tiempo pasado como una tendencia que existió desde tiempos de Aristóteles y prevaleció por siglos, teniendo como exponentes declarados a personajes célebres como Quevedo, Nietzche, Shopenhauer, Hitchcock. Hay muchos y muchas más no declarados.

La misoginia se ha construido a través de los siglos como una ideología y una posición de extremismo intelectual. Se fundamenta en mitos y creencias que asocian a la mujer con la maldad o con un ser humano incompleto y defectuoso.

En los comentarios a las noticias en Internet[ii], encontré ciertas “perlas” para demostrar la urgencia de trabajar en la educación y cultura política de este país, para erradicar los odios y violencias que circulan en todos los discursos polarizantes, pero con mayor énfasis en contra de las mujeres y lo femenino. .

Los argumentos mayoritarios en contra de la fórmula presidencial, no mencionan su programa de gobierno o sus ideas, ni siquiera el perfil profesional o político de sus integrantes. Veamos el tipo de comentarios:

  • Por un lado están los “argumentos de macramé” del senador Uribe, quien arma cortinas de humo con tanta facilidad. La última de ellas, consiste en alertar sobre la amenaza “castrochavista”. Sus partidarios, hablan del peligro de estas representantes del “castrochavismo”, llamándolas “machorras comunistoides” o “marimachas castrochavistas”
  • Por otro lado, aparece un claro estereotipo según el cual, solo hay dos posibilidades: ser mujeres femeninas y bobas (como en su tiempo se decía de Noemí Sanín) o fuertes y lesbianas. Siguiendo el hilo de Gerlein y otros personajes homofóbicos, varias de las reacciones las denominan “lesbianas” y vaticinan que “les faltan diez días para estar jalándose las greñas”. Noten que esta profecía podría aplicarse más bien a los hombres políticos que hacen alianzas vagas y de escasa duración.
  • Otro tipo de argumentos descalifican a Clara y a Aida llamándolas “vejestorios, feas y menopáusicas”. En los debates políticos prácticamente no se menciona la estética de los candidatos. (salvo el columnista Daniel Samper Ospina, quien genera escozor con su alusión a rasgos y enfermedades físicas) Lo cierto es que en nuestra historia política hemos tenido un desfile de señores con bastantes problemas físicos, no solo de fealdad, sino de cáncer, próstata, Alzheimer e incluso aparentes discapacidades mentales y cognitivas. Sin embargo, lo común es insultar a las mujeres “acusándolas” de su edad o de haber llegado a un período maravilloso y sabio como es la menopausia. Ni modo de defenderlas. Es cierto: las mujeres también crecemos como ustedes, hombres.
  • También, varios de los “analistas” de estos foros, las denominan Tola y Maruja y les sugieren a las candidatas que “mejor se vayan a cocinarles a los maridos”. Al respecto, aunque el trabajo de la cocina y el cuidado son de vital importancia para este país y este planeta, y aunque las amadas Tola y Maruja sean unos de los mejores personajes de humor político en el país, hay que decir que las mujeres podemos cocinar y gobernar, e incluso hacer chistes y finos apuntes, como esperamos que los hombres también hagan.

Después de este paseo por las reacciones de opinadores de la derecha y “gente del común”, esperé que entre los ilustres varones de la izquierda hubierauna actitud distinta. No fue así. El senador Robledo y el excandidato presidencial Carlos Gaviria, que se han caracterizado por posiciones cerradas y conservadoras y por alardear de sus acuerdos programáticos  y de “principios”, así como por su defensa del centralismo democrático, aducen que podría haberse elegido una fórmula con más apertura hacia el centro, o un personaje que contribuyera con más votos… Mejor dicho, de izquierda y menos ramplona, pero misoginia, como la de Gerlein.



[ii] En comentarios de lectores y lectoras de  las páginas web de Caracol, El País, El Colombiano, Semana y  El Tiempo. 

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