La organización política que, para esta ocasión dirijo y represento, es el Movimiento Gaitanista que, no lo niego, fue liquidado por mi papá cuando en 1947 fue proclamado Jefe Único del Partido Liberal, convirtiendo al Partido Liberal en el “partido del pueblo”, al que invitaba que se uniera el pueblo conservador y que la oligarquía liberal se pasara al partido conservador para que las cosas quedaran claras.
Los jefes liberales derrotados no se pasaron abiertamente al partido conservador, porque ya estaban allí en lo que Ospina Pérez llamó la “Unión Nacional”. Pero eso sí, cuando el Movimiento Gaitanista los barrió en las elecciones parlamentarias de marzo de 1947, se autoexiliaron. Unos se fueron a Londres, otros a París, otros a Washington e incluso a Miami. Pero hay que ser justos, ninguno de esos exjefes liberales se fue para Madrid, porque allí imperaba el gobierno franquista (fascista) de Franco y los liberales podían ser leales partidarios del capitalismo gringo y europeo, pero fachos si no lo eran. Es ahora que les dio por esas, bajo la influencia de Álvaro Uribe Vélez.
¿Por qué, siguiendo las costumbres políticas internacionales del momento, decidí autoproclamarme presidenta de Colombia? Porque no me gusta Uribe, al que Duque reconoce como legítimo presidente de Colombia. ¿Acaso no se acuerdan que cuando fue de visita oficial al Palacio de la Moncloa, le dijo textualmente al Rey de España “el presidente Uribe le manda muchas saludes”? De modo que el presidente elegido reconoció públicamente y en reunión oficial, que otro de los presidentes de Colombia es Uribe.
Está comprobado que el carácter de presidente vigente y actuante que tiene Uribe se debe a su segunda elección que, como ya se falló jurídicamente, fue ilegal, porque la reelección que le permitió volverse a presentar como candidato a la presidencia fue fruto del dolo, con la compra abierta y comprobada de la consciencia de varios parlamentarios, cuyos votos permitieron que se aprobara ese exabrupto. De modo que su actual condición de presidente es ilegítima, por más que el título de presidente se lo otorgue un presidente que llegó electoralmente, como Trump, gracias a las fake news utilizadas. En el caso colombiano las falsas noticias salieron del bufete de J.J. Rendón, que ahora está señalado como beneficiario de las dádivas del Chapo Guzmán, junto con el ex vicepresidente general Oscar Naranjo.
Como ven, todo legitima mi condición de presidenta, además de que sería justo que, en los últimos años de mi vida, al fin me decida a lucrarme de los privilegios propios de los delfines, que hacen parte legítima de las normas constitucionales de Colombia, inspirados en Inglaterra que tiene una monarquía hereditaria y cuya constitución no está escrita sino establecida por las costumbres tradicionales.
A mis amigos los invito a que me digan cuáles embajadas o consulados quieren ocupar, lo mismo les digo a quienes desean ser ministros o altos funcionarios del Estado. Seré cuidadosa en premiar a todos los que avalan y apoyen mi autoproclamación, no importa sus condiciones profesionales o morales, ya que me ceñiré a la huella de la tradición que, según las normas que hemos copiado de Inglaterra, son principios constitucionales.
A última hora acabo de enterarme que hay varias autoproclamaciones que, como pólvora, se están dando en el mundo. Ya tenemos zarina de Rusia. ¡Magnífico! Tendremos unas Naciones Unidas acordes con las nuevas normas políticas internacionales y en la OEA pronto elegiremos a “un hombre con alma de secretario”[1]
[1] Así llamaba Gaitán a Alberto Lleras Camargo