Veintiún policías muertos y setenta heridos dejó el peor atentado en la historia de la Policía. Sin embargo, ocho días después, solo cuatro cadetes siguen debatiéndose entre la vida y la muerte en las Unidades de Cuidados Intensivos de los hospitales de la Policía y del Tunal en el sur de Bogotá. Un vallenato, un fusagasugueño, una caleña y un bumangués, casi todos atletas, tratan de ganarle la partida a la muerte.
Andrés David Fuentes
El jueves 17 de enero la bomba que explotó en la Escuela de Cadetes General Santander se escuchó hasta en el barrio Villa Jadith de Valledupar. En la Manzana 3 de la Calle 11 se escuchó un grito. Acababan de enterarse que Andrés David Fuentes Yepes, el hijo mayor de una familia de cuatro, estaba entre los 71 heridos que dejó el carro bomba. La mamá de Andrés David justo había llegado un día antes a Bogotá. Quería saber cómo estaba su hijo, mimarlo. A los 24 año y a pesar de la vocación que había demostrado desde siempre, la de ser un policía, Andrés seguía siendo un niño.
Una vez se graduó de bachiller en el Colegio CASD Simón Bolívar de Valledupar, en diciembre del 2015, ingresó a la policía. Pagó con gusto los 18 meses de servicio como auxiliar. Después, en el 2017, se fue a la General Santander. Hoy está en el Hospital del Tunal, en un coma inducido, con heridas en la cabeza y con la angustia de sus papás que esperan que ocurra el milagro.
Andrés Carvajal
Quería estudiar medicina, pero su familia nunca tuvo plata para pagar 18 millones de pesos semestrales. Así que escogió ser policía. Para su familia conseguir los tres millones de pesos que costaba el semestre no era fácil. Igual se desgañitaron para que el muchacho pudiera ir detrás de su sueño máximo, llegar a ser un día general de la república. El 17 de enero en la mañana el destino le jugó una mala pasada. Andrés estaba con todos sus compañeros enfilados en el patio central cuando abruptamente se separó del grupo. Algo se le había quedado en el comedor. Pasó a unos cuantos metros de la camioneta que cargaba los 80 kilos de pentolita cuando esta explotó.
Desde ese momento todo se puso oscuro para el joven de 24 años nacido en Fusagasugá. Está en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital del Tunal donde permanece con respirador artificial y en coma inducido. Le han hecho cuatro cirugías, sus piernas están llenas de tornillos y tiene serios problemas en el torax producto de las esquirlas que recibió. El hígado, los pulmones también están comprometidos.
Annie Yulitza Rivas
Su sueño, a sus 20 años, era representar a Colombia en unos juegos olímpicos. La caleña tenía el toque para la esgrima. Ese día, el 17 de enero, tuvo la mala suerte de pasar por el lado del auto que explotó. Fue un milagro que no cayó inmediatamente y engrosó la lista de 21 cadetes asesinados. Resistió. Hoy está en el Hospital de la Policía. Su pronóstico por fin es alentador.
Juan Sebastián Contreras
La primera que se enteró del bombazo que había sufrido la escuela de cadetes General Santander fue su madrastra, Claudia Díaz. Desde Bucaramanga se intentaron poner en contacto con Juan Sebastián, el joven caballista que desde mediados del 2017 hacía parte de la Escuela. Nadie les contestó así que, junto con su esposo, tomaron un avión a Bogotá. Juan Sebastián Contreras estaba herido. Durante horas no estaban seguros de la gravedad de las lesiones. El paso del tiempo les fue aclarando el panorama: quemaduras y una lesión de un brazo dejaron claro que su vida ya no corre peligro. Santander fue uno de los departamentos que más víctimas le puso al horror desatado por el ELN: cuatro cadetes muertos.
