La muerte del justo medio en Colombia

La muerte del justo medio en Colombia

La radicalización ha llegado a nuevos niveles. Es probable que esté exacerbada desde el accionar doctrinario y politiquero, tanto de la izquierda como de la derecha

Por: Nelson Germán Sánchez Pérez -Gersan-
enero 21, 2019
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La muerte del justo medio en Colombia
Foto: Pixabay

Creo que inexorablemente los colombianos asistimos a la muerte de uno de los más preciados vienes del alma —como diría la escuela aristotélica—, la mesótes.

Con el atentado perpetrado en la Escuela de Cadetes General Santander la semana anterior, que dejó 21 muertos y más de 40 heridos, quedó en evidencia que efectivamente estaríamos entrando en esa espiral de radicalización absurda exacerbada constantemente desde el accionar doctrinario, politiquero, de izquierda y derecha por igual.

Es más, algunos para rehuir y zigzaguear el hecho de que fue un atentado demencial y cruel que mató a jóvenes colombianos y extranjeros, inmediatamente impulsaban una supuesta indignación porque no dolían los líderes sociales asesinados vilmente en los últimos meses.

Otros de una vez llamaban a crear teorías conspirativas frente a que fue un supuesto autoatentado de Duque y las Fuerzas Armadas para generar terror y gobernar con puño de hierro; algunos más, que eso fue Petro, los movimientos alternativos y la izquierda, unidos al ELN u otros grupos al margen de la ley, para continuar socavando la imagen del gobierno y de Uribe ante la opinión y demostrar que se equivocaron al votar por ellos porque volvió la guerra y se acabó la paz.

Esa misma reacción aconteció el domingo en las redes sociales, cuando se transmitían las marchas convocadas para rechazar el terrorismo y sus actos atroces por el dolor que causan a muchas familias. Expresiones como: “¿Para qué marchan si esos son los que votaron para eliminar la paz de Santos?”, “Ahora nos convocaban a marchar cuando en las protestas estudiantiles, nos llamaban vagos y terroristas”, “¿Por qué no marcharon por los líderes sociales y por estos sí?”, “¿Para qué marchan y para qué rechazan? Váyanse a la guerra ya”, entre otras cosas.

Como se nota, una extremada generalización, rapidez de juzgamiento ramplón, confusión de temas, amalgama y un sancocho de ideas sobres hechos y situaciones que se tornan sin sentido y totalmente absurdas. Algo así como si la vida no importara y solo debería causar dolor la de algunos compatriotas mientras que las otras no importaran.

Mucha razón tenía Aristóteles al hablar sobre la importancia de las virtudes éticas como aquellos bienes del alma o acciones que brotan de esta, que es lo que pareciera estamos perdiendo como sociedad: la capacidad de hacer públicas cualidades, conductas excelentes o del sentir humano, como expresarse con respeto y marchar.

El gran riesgo, señalado por el mismo filósofo de Estagira y quienes lo han estudiado como Teresa Martínez Manzano, es que esas virtudes en el hombre (todos los géneros y sexos incluidos) se adquieren con el hábito para que se vuelvan permanentes, pero infortunadamente lo único a que se nos está acostumbrando para que tenga carácter permanente en nosotros es al odio politiquero, la mentira, la radicalización, el extremismo ideológico.

Es latente el riesgo de volvernos viciosos, es decir, de adquirir el vicio de odiar, denigrar, radicalizar, porque como recuerda el filósofo griego, el vicio goza de las mismas características de la virtud: “un hábito del carácter, también se adquiere con la práctica y también tiende a estabilizarse” (tomado de Ética a Nicómaco).

Por tanto, el llamado respetuoso a todos los colombianos es a que recuperaremos la mesótes o justo medio para hacernos más virtuosos de formal real, lo cual a muchos de nuestros políticos y dirigentes no les gusta ni lo promueven realmente, ya que con ese justo medio o mesótes tanto la acción como el sentimiento están sometidos a un hábito intermedio continuo, que nos aleja de los excesos y los defectos, ambos vicios, por su puesto.

En el caso colombiano, el exceso de especular, sobre todo mentir, sembrar odio, alentar la confrontación permanente por todo, ver a quien piense o actúe distinto como enemigo mortal, pero también el defecto de querer permanecer en una zona de confort, dejando pasar de todo y ante todos, sin expresarnos, exigir claridades, pedir explicaciones y hacer valer nuestros derechos.

Evitemos que como sociedad se elimine la mesótes, nos sepulten el justo medio y maten más compatriotas. Todos nos duelen.

 

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