En una reciente comedia de situación (The Good Cop por Netflix) un personaje se levanta del escritorio y dice a su compañero que va a tomar agua pues su nuevo y costoso reloj-computadora le avisa que su nivel de hidratación corporal es bajo. El compañero señala que es bastante absurdo comprar un aparatito caro para saber si uno tiene sed. El que se levantó se mira la muñeca y no sabe que contestar.
Uno tampoco sabe a veces que respuesta dar a quienes le muestran nuevas aplicaciones para vigilar y controlar peso, consumo de calorías, frecuencia respiratoria, trazo electrocardiográfico y otras variables desde la muñeca, una tableta en el bolsillo de la camisa, un collar para trotar, etc. Ya habrá quien tenga un cinturón para medir la intensidad del orgasmo y compararse consigo mismo en distintas camas o con el vecino. Recordemos que la más seria enfermedad del cerebro humano es la comparación decía Krishnamurti. Y he observado que compramos relojes carísimos y complejísimos solo para mostrarlos y comparar.
Un reciente titular del Washington Post nos hace pensar si malgastamos la platica comprando esas descrestadoras tecnologías. “Apple dice ahora que su aplicación relojes inteligentes para detectar fibrilación atrial no es para que aquellos que sufren de fibrilación atrial” informa el diario. Entonces ¿para quién se inventan los detectores de “anormalidades”, para los enfermos, los sanos o para los consumidores de costosas novedades? La respuesta a estos interrogantes es difícil y va más allá de desilusionarlo de su nuevo reloj-inteligente.
No quiero disminuir el cuidado con que uno debe enfrentar un diagnóstico de fibrilación atrial que son palpitaciones irregulares iniciadas en la parte más alta del corazón. Es una situación patológica seria que puede llevar a falla cardíaca, embolia cerebral y otras complicaciones mortales. Además el tratamiento muchas veces incluye anticoagulación que tiene a su vez riesgos importantes de sangrado. Entonces saber con la mayor certeza posible que uno tiene fibrilación atrial no es cosa poco importante. En este contexto clínico su reloj computadora puede sobrar o peor aún llevar a diagnósticos excesivos con terapias de cierto peligro.
Apple inició un mercadeo agresivo del aparatico: “El reloj de pulsera Apple Serie 4 es el mejor guardián de su salud” decía el primer comunicado. Luego fue dando a conocer advertencias. Primero, lo que nos informa el Washington Post que no ha sido diseñado para personas que ya tienen el diagnóstico de fibrilación atrial.
Luego que no se ha sacado al mercado para menores de 22 años. Es interesante esta advertencia pues creo que mis compañeros de generación, ya en los primeros años de la tercera edad, quienes con mucha dificultad manejamos los controles de la televisión y sufrimos de presbicia no somos el mercado buscado por la empresa con esta aplicación. Se imaginan ustedes al abuelito gritando: “¡Mija, tráigame las gafas de leer que creo están en la mesita de noche pues me está dando una fibrilación atrial!” Lo más seguro es que el diagnóstico va a ser tardío. Pero estas nuevas aplicaciones van dirigidas primariamente al mercado de jóvenes ricos, hipocondríacos y tecnofílicos aunque esta en particular no venga recomendada para clientes muy juveniles. Los jóvenes con una dudosa fibrilación atrial lo más seguro es que tengan otra cosa resultado de maratones excesivos con deshidratación, miedo al jefe por llegar tarde a una presentación, enamoramiento súbito o guayabo “terciario” Y nada de eso mata ni merece un reloj inteligente caro.
Estas nuevas aplicaciones
van dirigidas primariamente
al mercado de jóvenes ricos, hipocondríacos y tecnofílicos
También discutible es otra aplicación que la empresa de Silicon Valley sacó al mercado. Esta le muestra a uno su trazo electrocardiográfico tras poner el dedo por treinta segundos en la corona del reloj pulsera. Según los fabricantes parece ser más precisa que la aplicación que hemos descrito antes pero puede dar resultados poco confiables si la piel del dedo está húmeda por lluvia o transpiración cutánea. A mí me parecería excepcional que una persona con intenso dolor anginoso, si tiene el reloj inteligente, tenga la sangre fría para colocar su dedo por treinta segundos en el sitio correcto sin sudarle las manos. Además se recomienda tener la mano muy quieta sobre la pierna o una mesa para una lectura exacta por el aparato. Entonces me parece dudoso que la aplicación sea útil a quienes verdaderamente están sufriendo un infarto de miocardio. Claro que si usted quiere gastar la platica para tomarse electrocardiogramas por diversión o descrestar a sus amigos, cómprela.
En todo esto de las aplicaciones de computador para diagnóstico personal reconocemos un concepto errado de lo que significa el diagnóstico médico. El diagnóstico médico es una hipótesis de trabajo. Una conjetura profesional, sensata y prudente que orienta una conducta terapéutica posterior. No es hallazgo de hechicero con buen ojo clínico ni simplemente la llamativa alarma de una aplicación en su reloj.
