Una de los elementos que mantiene viva la esencia de transformación en nuestras sociedades es la capacidad de insistir en la revisión y creación de nuevos significados. Nos permiten establecer imaginarios adscritos a nuestras realidades, como también, y este es el caso del término “aporofobia” ahondar en reflexiones profundas sobre la deshumanización que vive el mundo actual.
El término “aporofobia”proviene del griego A-poros (sin recursos, pobre) y del fobos (miedo, rechazo), haciendo referencia al miedo o rechazo a las personas en situación de pobreza. Fue creado en los años 90’ por la filósofa e investigadora española Adela Cortina, la cual ha explicado su importancia en precisar el origen de la proliferación mundial en los discursos políticos de odio y rechazo hacia determinados grupos culturales.
Vista la crisis humanitaria mundial en torno a las personas refugiadas, para Cortina no necesariamente el rechazo hacia estas personas o las que han migrado por razones económicas está ligado por su origen, sino a también a su condición económica. Uno de los ejemplos se establece en el trato recibido hacia personalidades, cantantes o deportistas. Existe un trato diferenciador, en algunos casos su condición económica y de figura pública, les permite ser ignorados de los discursos o actitudes de rechazo. Dicho argumento se afianza aún más en el impacto del turismo, dado que este mismo no se nombra como una amenaza o problema. En este caso se vislumbra como una fuente de ingresos, se exime de sus impactos, las personas turistas siempre y cuando tengan capital adquisitivo, sí son vistas como una oportunidad y por tanto son bien recibidas. En lo que concierne a los discursos políticos liderados en EE. UU., Francia, Holanda, o en su caso en España (países en donde ha proliferado en mayor medida la aporofobia) no hay precedentes de rechazo hacia el incremento de llegadas procedentes del turismo.
Lo que si se afirma es como la aporofobia, además de ser un problema social, dado que está estrictamente relacionado con un atentado hacia los valores que construyen una sociedad justa, empática y hospitalaria logra motivar la aparición de los delitos de odio y la propia discriminación. Según el FBI en EE. UU. la violencia directa por odio ha aumentado por tercer año consecutivo desde el 2016. Dichas acciones coinciden con la aparición en campaña presidencial de Donald Trump y su discurso de rechazo hacia las personas migrantes. Cabe destacar que la aparición en política de la aporofobia está estrictamente relacionada con la carencia de argumentos éticos, y con una estrategia política de generar enemigos basándose en la creación de prejuicios hacia colectivos vulnerables.
En España la Fundación Rais presentaba en el año 2016 un estudio el cual concluye que la mitad de las personas sin hogar han sufrido un incidente o delito relacionado con la aporofobia. Esto coincide con la aparición de discursos políticos de extrema derecha acusando a las personas migrantes de ser una amenaza social y económica para la sociedad. En este caso, vale la pena destacar la llegada al escenario político de Vox, un partido que ha dictado su estrategia en acentuar este tipo de discursos que han facilitado la movilización de una parte de la clase social media, la cual ha sucumbido en la peligrosa dicotomía de “ellxs o nosotrxs”.
La realidad sigue siendo cambiante, la aparición de una nueva semántica nos permitirá reflexionar y actuar sobre sobre nuestro presente y futuro. Tal como afirma la propia Adela Cortina “Cuando las cosas no tienen palabra para designarlas, estas mismas no forman parte del mundo humano” algo que seguramente está relacionado con uno de nuestros próximos retos: Humanizar nuestra Casa Común. Por último y de cara a exaltar la importancia del término aporofobia, además de que este ya haya sido incluido en el diccionario de la lengua española, cobra significado por ayudarnos a señalar una realidad, pero sobre todo por dejarnos entrever que esta misma también tiene una gran capacidad de ser transformada.
