Circulan por todas partes mensajes derrotistas en relación con la Revolución Bolivariana, a propósito de la campaña desatada por las viejas y caducas clases dirigentes de América y de Europa contra el segundo mandato legítimo y constitucional del presidente Nicolás Maduro, que se inicia este jueves 10 de enero de 2019 en Venezuela.
Son mensajes que buscan la desmoralización de los bolivarianos y con los que se pretende incentivar un ambiente de desesperanza y desolación entre los miles y miles de hombres y mujeres que luchamos por un mundo mejor.
Sin embargo, creo que la actitud más consecuente con el momento histórico que vivimos en América Latina es mantener en alto el optimismo propio del humanismo, es decir, la actitud fundada en saber que nuestras luchas, incluidas las del hermano pueblo venezolano, son inmensamente justas, a pesar de los ataques, los errores y los tropiezos.
Hoy la solidaridad y el internacionalismo que aprendimos desde nuestra juventud muchos colombianos y colombianas tienen una gigantesca prueba de fuego para decirles a los hermanos bolivarianos en Venezuela que no están solos, que cuentan con nosotros, que reconocemos su institucionalidad revolucionaria y que sabemos que saldrán avante.
El cambio social iniciado hace dos décadas no va a ser derrotado por las oligarquías que con odio inaudito y maldad sin límites lo cercan y lo bloquean, en una estrategia respaldada con montañas de dólares irrigados en medios de comunicación, gobiernos y sujetos abyectos.
Venezuela no se dejará sorprender. Si bien hay que estar alertas y conocer los movimientos del imperialismo y de sus lacayos, como los del nefasto Cartel de Lima, también es cierto que debemos saber que la Revolución Bolivariana es un proceso estructurado, que derrotará las pretensiones nefastas del capital gringo y de sus mandaderos.
Con la certeza de que tenemos la razón histórica, a pesar de las avalanchas de odio y de manipulación, estamos seguros de que el pueblo venezolano sabrá defender su soberanía y mantendrá en alto su derecho a decidir libremente su destino.