En el apogeo de su efímero imperio, Guido Nule se escapaba cada fin de semana al apartamento que tenía en el Country Club Drive de Miami. Construido en el 2007 y con un valor aproximado a USD l millón, el constructor se relajaba en esos 1.600 metros cuadrados que tenía una imponente vista al mar, tres alcobas, pisos de mármol y cocina en madera italiana. El condominio está rodeado por uncampo de golf semi profesional. Entonces, a principios del 2009, nadie podía sospechar de él.
Nacido en Barranquilla en 1974, hijo del ex ministro de minas liberal, Guido Nule Amín, se graduó en el 2000 de administrador de empresas de la Universidad Javeriana con una tesis que vista en perspectiva parece un un mal chiste: “Responsabilidad social de los negocios, ética y educación”.
En el 2005 se asociaría con sus primos Miguel y Manuel Nule para confirmar una constructora que a punta de licitaciones de obra pública, se propusieron crecer. Entraron a Bogotá en la Alcaldía de Samuel Moreno con proyectos como las malla vial de Bogotá y la emblemática calle 26. Se convirtieron en el símbolo del Carrusel de la contratación que denunciaron él expandida presidencial Gustavo Petro y el exconcejal de Bogotá Carlos Vicente De Roux.
Fueron 709 contratos que los Nule firmaron con el estado entre los años 2006 y 2009 que comprometían USD 100 millones del presiouesto público. A su estrategia era manipular los anticipos para obtener nuevos contratos.
Además del de Miami, contaba con apartamento en Bogotá y propiedades en el Caribe. Viajaba por lo menos tres veces al mes a Europa a cuerpo de rey con un jet privado que lo llevaba sin escalas a Dubai y se movía con fluidez por Brasil, Guyana, Panamá, Suiza, Italia, España. Las cuentas que le embargó la Fiscalía superaba los USD 2 millones.
Los delitos por los que fueron condenado Guido y sus primos fueron cinco: peculado por apropiación, fraude procesal, falsedad en documento privado y concierto para delinquir. Los Nule crearon un andamiaje delictivo para obtener contratos estatales, echando mano de sobornos, alteración de sus estados financieros y papeles falsos. A finales del 2009, cuando el imperio empezaba a desplomarse, Guido, Miguel y Manuel, en el afán de salvarse de la justicia, intentaron ceder la mayoría de sus empresas a sus allegados. Intentaron salir del país antes de que fueran obligados a pagar una multa de $ 60 mil millones que Bogotá les había dado como anticipo por el Transmilenio de la calle 26. En la huida olvidaron algo muy importante: los papeles que se habían quedado en sus oficinas que comprometían a funcionarios, lobbystas, políticos que habían participado activamente en el Carrusel de la Contratación.
Guido se refugió en Italia, cobijándose en la nacionalidad de su ex esposa, la Colombo-italiana Adriana Mancini. Regresó al país en el 2011 para afrontar los cargos de los que había sido acusado. Guido Nule sería condenado en diciembre del 2011 a 15 años por irregularidades en tres contratos: uno del 2007 en donde se perdieron $45 mil millones, uno en el 2018, por $18 mil millones y un tercero por 4 mil millones. Por aceptar los cargos sólo pagaría 7 años. Sin embargo en la cárcel intentó mantener sus lujos. Televisores, camas dóbles, computadores portátiles, maquinas para hacer ejercicios y neveras, les fueron retiradas de sus celdas de La Picota. Alegando dificultades de salud, consiguió ser trasladado a su apartamento de Barranquilla a concluir la pena, desde donde empezó a renconectarse con la elite de su ciudad que nunca lo sanciono socialmente, al punto que, una vez un juez de ejecución de penas le concediera libertad condicional el pasado 28 de diciembre, no dudó en escoger un ostentoso destino para recibir su primer año en libertad: las playas de Baru en Cartagena.