“Tomaba Vino Cariñoso…y no me convertí en ningún chirri”

“Tomaba Vino Cariñoso…y no me convertí en ningún chirri”

El trago más barato de los colombianos cumplió 40 años. Uno de sus tomadores escribe esta pequeña oda

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diciembre 17, 2018
“Tomaba Vino Cariñoso…y no me convertí en ningún chirri”

Todos pasamos por lo mismo. La iniciación era una fiesta en diciembre. La edad los 14 años. Los papás, apegados a otras bebidas espirituosas más fuertes, desechaban en vino Cariñoso que casi siempre llegaba en la ancheta de fin de año. Los papás lo que hacían era dárselo a sus hijos adolescentes. Entonces las destapábamos y éramos felices escuchando a Hombres G, a Prisioneros. Y quedábamos tan mareados que hasta creíamos que los Ochenta era una gran época.

Cariñoso empezó el 23 de septiembre de 1978. En esa época estaban de moda los vinos tipo cooler, que eran refrescantes y funcionaban bien entre las muchachas y que venían de California. En esa época era complicado que las muchachas bebieran tragos fuertes. Cariñoso se estableció rápidamente entre los adolescentes y los estratos más bajos del país. Cuarenta años después de su creación Cariñoso vende al año 2.160.000 botellas. Es uno de los tragos más populares del país. El auge se lo debe a Belisario Betancourt. Cuando el recientemente fallecido presidente decidió a finales de 1982 cerrar las importaciones, Cariñoso se convirtió en toda una alternativa para la clase media. Todos crecimos viendo en la nevera de nuestras casas la botella verde con la manzana roja.

Y crecimos y ya no volvimos a probar el aperitivo más famoso del país. En el 2012 la imagen que lo acompañó fue modernizada por una imagen gráfica del fruto. Lo distribuyen los españoles de Enalia quienes desde 1998 también distribuyen el Vino Sansón, quien vendría hacer el primo hermano del Vino Cariñoso.

Cariñoso sigue siendo el trago más vendido en el país y el más regalado en diciembre. Nunca ganará un concurso internacional pero que sabroso y qué barato sigue siendo. Acabo de tomarme un trago, seguro me dará guayabo. Pero la evocación del pasado, la nostalgia, es un sabor que puede salir muy barato.

Nos decían que era el trago de los chirris, que terminaba degenerándolo a uno. Nada de eso pasó. Tomé vino Cariñoso y nunca me volví un chirri.

 

 

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