Jaime Álvarez Gutiérrez y su aporte al estudio de los pueblos indígenas

Jaime Álvarez Gutiérrez y su aporte al estudio de los pueblos indígenas

Sin ser antropólogo y con su magistral pluma de escritor, nos lleva de un modo mágico hasta el fondo de las raíces perdidas de nuestros ancestros

Por: ANTONIO ACEVEDO LINARES*
diciembre 19, 2018
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Jaime Álvarez Gutiérrez y su aporte al estudio de los pueblos indígenas

In Memoriam

El escritor santandereano Jaime Álvarez Gutiérrez, nacido en San Gil el 20 de noviembre de 1923, un hombre que a sus más de noventa años vestía impecablemente de blanco y sombrero todos los días, es autor de las novelas Las putas también van al cielo, La cruz trenca, Bitácora de la Sirena, El chispeante epitafista Don Ludovico Di Betto, Matrioshka trierótica para su corrección, junto con varios libros de cuentos como Carta al Rey, Par mestizos y Póquer de ases, y es también autor de la investigación en la que invirtió 36 años de su vida y que publicó en su sello editorial Cabra Mocha en donde ha publicado la mayoría de sus obras, titulada Los Guanes con el código, las claves, los glifos y la revelación de su increíble calendario.

La investigación se centró en la revelación de la astronomía de los indios guanes y sus matemáticas crípticas. Sin ser Álvarez Gutiérrez un antropólogo, y apenas con su magistral pluma de escritor, nos descubre en una lectura increíble, las revelaciones arqueomatemáticas de los precolombinos guanes que nos lleva hasta el fondo de las raíces perdidas de nuestros ancestros. Se señala en la contraportada de su libro que las revelaciones que nos descubre se parecen a las que hizo en su época Champollion en Francia, cuando nos develo los jeroglíficos epigcios en la piedra Roseta.

Como ya es de histórico conocimiento, el territorio de Santander en su época precolombina estuvo habitado por los indios yariguies, los chitareros, los laches y los guanes. Los guanes pertenecían a la familia de los chibchas y tenían como actividad principal, la agricultura, además de la cerámica, la orfebrería y el comercio. El primer conquistador que piso territorio santandereano fue el español Antonio de Lebrija en 1529. A partir de 1540, Martín Galeano reconoció la mayor parte del territorio mientras los aborígenes pasaron a dedicarse a la agricultura y a la actividad febril, ocupaciones por las que tenían que pagar un tributo al Rey. El aumento continuo de estos tributos fue lo que provocó el estallido de la rebelión comunera que se inició el 6 de marzo de 1781. El primer movimiento insurgente contra el imperio español.

La cultura guane y el calendario

Los guanes emplearon la escritura ideográfica donde se representaba por símiles a los objetos, las personas y los acontecimientos. Las figuras humanas eran representadas en forma simbólicas como ranas, monos o figuras geométricas. Fueron degolladores de niños en rituales de sacrificio a sus dioses, con cuchillos de caña eran degollados y la sangre vertida sobre las peñas en ofrecimiento al sol.

La numeración y el cálculo del tiempo eran señalados con los dedos de los pies, anteponiendo la palabra quijicha. Al número veinte llamaban Gueta. El jeroglífico del tiempo era un poste, una cuerda atada a la parte alta, aludiendo así al sacrificio del Gueza (niño) al que inmolaban atado al palo indicador del adelanto de la luz solar, al concluir el periodo de veinte años lunares, según lo describe Isaías Ardila Díaz en su conocido libro, El pueblo de los guanes (Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, 1986) uno de los libros que sirvió de importante fuente bibliográfica al escritor para su investigación con respecto a la cultura guane.

El calendario guane, según el autor de esta investigación, “es un sistema de notación simbólica, numérica, matemática y astronómica, realizada con glifos incisos en diversas piezas o cuentas, referentes todas al cómputo del tiempo, que consideran e involucran como sus partes integrantes, los días o soles, las semanas de tres o de más días, las lunaciones o meses lunares, los años solares, los siglos y las edades”.

Su origen etimológico proviene de la voz griega calendas, palabra con la que los romanos designaban el primer día de cada mes. El calendario guane, según se descifra de esta investigación, es un sistema tecnológico del hombre americano precolombino que era utilizado para fijar, contar y calcular, predecir el tiempo, los hechos y los fenómenos climáticos, y contar los días, los meses y los años. Se fijaban en él los hechos cívicos, agrícolas, religiosos, médicos, culturales y sociales de la cultura guane. Se predecían las épocas de lluvia, la de siembra, las cosechas, las tormentas, las heladas, las granizadas, los inviernos y los veranos.

Los guanes llamaban al día zua. Al día lo dividían en dos partes: mañana, suamena o mena y a la tarde, suameca o meca. La noche era llamada zajasa. La primera mitad de la noche, zasca o zaca y a la segunda mitadcaqui o zagui. Los meses eran contados por lunas, con sus menguantes y sus crecientes, dividiendo cada una de estas en dos partes en otras dos, resultando así cuatro partes del mes, nuestras semanas. Dividían el mes por las fases de la luna, comenzaban a contarlo desde el plenilunio que ellos llamaban Ubchihica. El pasado era llamado por los guanes, Zocamana, y el año presente, Zocamata. La ubicación geográfica de este calendario guane en su descubrimiento fue hallado en una cueva o adivinatorio en las estribaciones de la Mesa de los Xeridas o Jéridas, conocida actualmente con el nombre de la Mesa de los Santos. Álvarez Gutiérrez señala que el hallazgo del calendario guane es obra anónima, pero que su descubrimiento y revelación de los glifos es obra de su larga y ardua investigación de más de cuarenta años.

La obra se divide en diez capítulos que comprende la descripción del territorio, la cultura, el idioma, el color y la fisonomía de los guanes. Se describe su alimentación, sus dioses y creencias, su organización social y sus leyes. El intento de invasión al territorio guane por parte de Ambrosio Alfinger y la descripción de las batallas con los Yariguies. Se narra la declinación y la desaparición de la población guane, sus orígenes, sus mitos y leyendas. Sobre los glifos y la numeración guane se narra cómo contaban los guanes los años y como se ejercían sus cultos al sol. Se señala al conquistador Martín Galeano como el exterminador de los guanes y el autor analiza la mal llamada conquista del imperio chibcha y guane para irnos adentrando magistralmente al calendario guane sobre los números, la numeración y la espiral, la fonética y la lengua, la interpretación de los glifos y la reconstrucción de cómo contaban, con sus significados y símbolos, los días, los meses y los años.

Álvarez Gutiérrez en su investigación analiza cómo los guanes configuraron su calendario basado en importantes hechos de su historia y propone la construcción del Templo del Sol Guane en el futuro, en algún lugar de la Mesa de los Santos. Los guanes con el código, las claves, los glifos y la revelación de su increíble calendario es una obra meritoria y bien documentada que va a la búsqueda de nuestras raíces indígenas y está dedicada a la memoria de Juan de Dios Arias, el historiador, folclorista y educador santandereano que otrora fuera “piedra angular” de la Academia de Historia de Santander y que, según el autor, la Academia se“ olvidó del pasado, de su propósito, de la esencia de su vocación y de su divisa, como era la de llegar a ser “despertadora de vocaciones históricas” en palabras de Arias, y que hoy en día no es ni la sombra de su proyecto original, reitera además Álvarez Gutiérrez en su dedicatoria-carta, que es una “Academia honorífica” que se ha convertido en una “comedia semanal para rendirle honor al deshonor, mediante el lucimiento de lazos nobles y medallas conmemorativas, que premian con falsas ilusiones el soterrado e indigno salario de las genuflexiones que le imponen algunos zafios e intercesores a los aspirantes a una medallita de latón” para concluir que la “Academia como la Nación está enferma ”y que todo no podía estar peor estando la Academia en manos de un prestamista, usurero y vendedor de espaguetis, según sus propias palabras.

La interpretación del calendario guane se terminó de escribir, escribió Álvarez Gutiérrez al final de su libro, en la ciudad de Pembroke Pines, Century Village, Estados Unidos, el día 15 de marzo de 2002 en donde mantiene las piezas del calendario y según su audaz teoría: “el calendario guane es el origen de todos los calendarios mayas, azteca y de los calendarios centroamericanos que vino a estas tierras atado al cuello de los sabios matemáticos guanes con Bochica a la cabeza, quienes lo difundieron de norte a sur, junto con sus números ordinarios”.

El protocolo tairona

El escritor santandereano nos sorprendió nuevamente con la investigación Protocolo tairona, sobre fecundación, embarazo, parto de arqueoastronomia y arqueomedicina aborigen (Editorial Cabra Mocha, B/manga, 2007). El libro está dividido en diecisiete capítulos donde hace un análisis de interpretación del código tairona, que consta de una pieza o figurita compuesto de signos, a través de incisiones, relieves, circunferencias, etc, en donde se transmiten los conocimientos que lograron tener sobre el embarazo, el parto, la lactancia y la crianza.

El maestro Álvarez Gutiérrez se propone en una interpretación audaz, imaginativa y minuciosa descifrar los símbolos de la figurita que es el cuerpo desnudo de una mujer de la tribu tairona en estado de embarazo y que representa la figurita o protocolo desde una perspectiva científica. La figurita fue hallada en la parte oriental de las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, en la ribera derecha del río San Miguel, cerca de la población de Santa Rosa. Los taironas que habitaron en la parte noroccidental de la Sierra Nevada de Santa Marta tuvieron una cultura muy avanzada que se visualiza en la agricultura, la cerámica y la orfebrería. Su religión, sus ritos y costumbres y la posible dominación que la cultura tairona ejerció sobre la cultura kogui o la asimilación que ésta última hizo de la primera son analizadas en este libro.

El símbolo, o cuerpo de la mujer, nos dice su autor, se ve y está lleno de incisiones, topes, muescas, lemas, emblemas, orejeras, collares y adornos y según su interpretación configuran un código de carácter conceptual o ideológico. Los aparentes adornos que la contienen en realidad son símbolos de un código que transmiten un mensaje matemático. La descripción de la cabeza, orejas, artes, ojos, nariz y boca, cuello y pecho, senos, brazos y manos, ombligo, sexo, piernas y pies, la posición de la mujer, etc, son analizadas con lupa que le permite una descripción e interpretación rigurosa de la figurita. Las figuritas o figurinas son llamadas así por su pequeño tamaño. Según el autor, otras investigadoras de estas piezas arqueológicas como Juanita Saenz Samper, pasaron por alto el análisis acerca del uso, del significado, del contenido emblemático y los mensajes ocultos de los signos de la figurita. Desde el punto de vista científico la figurita en cerámica del protocolo tairona es un vestigio cultural astronómico y médico que pone en evidencia los conocimientos que tenían los indígenas taironas acerca de estos saberes.

Álvarez Gutiérrez hace una refutación crítica en esta investigación y afirma que la definición de símbolo trabajada por Gerardo Reichel Dolmatoff, que la tomó de S. Langer, no la sigue por considerar que dicha definición no tiene en cuenta la verdadera interpretación del símbolo. El autor señala que Dolmatoff no dijo nada sobre el valor semántico de los dibujos que tiene la pieza de la mujer embarazada y no dijo nada sobre la signografía allí contenida, porque consideró los signos como adornos. Los investigadores y antropólogos, continúa diciendo el autor, por “analfabetismo ideológico,” no les interesó para nada los signos, ni la señal, ni los emblemas allí trazados, ni ver su significado cultural o ideológico.

En la nueva interpretación que de estos símbolos se hace en esta investigación radica el valor antropológico de este libro. No obstante, la investigación reconoce en Dolmatoff la interpretación del vuelo iniciativo de los chamanes de los indios kkogui, de las aves bicéfalas, las aves de pies humanos, el hombre pájaro, la transformación del ave en humanoide, es decir, del zoomorfismo y sobre el antropomorfismo alado, pero según Álvarez Gutiérrez, no dijo nada, entre los numerosos símbolos, que significan los signos que tienen éstas aves, ni tampoco dijo nada o no le interesó, sobre los saberes cosmogónicos, matemáticos y astronómicos que tenían éstas culturas prehispánicas.

Allí, en estas páginas del libro Protocolo tairona, sobre fecundación, embarazo, parto de arqueoastronomia y arqueomedicina aborigen cuestiona el escritor el llamado “centralismo cultural” que ha impedido que muchos investigadores y hombres de ciencia, tengan acceso a las piezas arqueológicas que muchos otros investigadores extranjeros si han tenido, lo que ha sido una pérdida para la ciencia colombiana. El estudio del mencionado libro de Dolmatoff, Orfebrería y Chamanismo, se limitó al estudio del vuelo chamànico y considera el autor Álvarez Gutiérrez, que la obra es maravillosa pero que sus símbolos deben ser interpretados que penetre hasta el fondo del significado de los signos y los lemas. En la interpretación de los símbolos está el secreto para descifrar los misterios de las señales, que son mensajes en clave.

El libro publicado por la Universidad de Antioquia, titulado Obstetricia y Ginecología, 1987, por los investigadores Jaime Botero, Alfonso Jubiz, y Guillermo Henao, tampoco escapa al desencanto del autor del Protocolo tairona, en tanto que considera que la arqueología no ha podido abordar científicamente a la arqueomedicina, esto es, la maternidad aborigen, porque no reveló los 54 misterios en los topes o relieves de las piezas, como no revelaron que significan simbólicamente las señas, los signos, puntos y emblemas de las figuritas de la cultura Sinù. En Colombia no hay, nos dice Álvarez Gutiérrez, entre los antropólogos ni arqueólogos quién tenga conocimiento de los símbolos. Todos creen que los símbolos son adornos pero en ellos está contenido el secreto de sus mensajes.

Las hipótesis sobre el Protocolo tairona, está fundamentado en la lectura hermenéutica de los topes, y cómo y desde dónde se contaba las semanas, esto es, el año kogui y el año tairona, sobre el rostro de la figurita y sobre la significación de los ojos, el valor de las muescas, sobre los collares de la figurita, sobre los tres dijes, las orejas, sus dos círculos excavados, sus aretes y orejeras. La hipótesis sobre los senos, los brazos, las manos, las palmas y los dedos. La pubertad y adolescencia entre los koguis y taironas, la ceremonia del matrimonio, el regalo como seducción amorosa, la adivinación y la transculturizaciòn son otros de los aspectos estudiados en ésta investigación. El culto y la religión entre los kogui, esto es, la mitología kogui, los conceptos de Aluna y Yuluca, los lugares sagrados, la cura de las enfermedades, el concepto de la muerte, sobre el más allá, el parto, la lactancia, la dieta de la madre, el bautizo, la reencarnación, la crianza, el destete, la viudez, el entierro, la nutrición, las pautas de la conducta sexual, el simbolismo del ciclo reproductivo, los ritos a la fertilidad, la madre ideal, etc., son aspectos de la cultura kogui y tairona que se analizan tratando de descifrar, sobre la base de hipótesis y de una manera documentada e imaginativa, los símbolos de su cultura.

El Protocolo tairona, sobre fecundación, embarazo, parto de arqueoastronomia y arqueomedicina aborigen  será una obra de obligada referencia en Colombia en lo que respecta al estudio sobre la interpretación de los símbolos porque como finalmente lo señala su autor “el mensaje de todo símbolo, está en las incisiones, muescas, círculos, topes, aretes y collares que ostenta la mujer. El símbolo del embarazo está en la preñez de la figurita, la explicación de la fecundación, el embarazo y el parto está radicada en los signos y glifos de la figurita.”

La copa ceremonial del cacique Guanenta y la profecía maya del 2012.

El maestro Jaime Álvarez Gutiérrez en este libro nos entrega una nueva investigación sobre la cultura Guane y sorprende cómo el autor a sus más de noventa años mantuvo su espíritu de lucidez y de escritura corroborando que el falso concepto de la tercera edad es una ficción mental psicológica que no le ha impedido a su longeva edad escribir, investigar y mantener el ejercicio de la escritura y la investigación antropológica sobre nuestros más remotos antepasados aborígenes en el territorio de Santander. Desde Los Guanes, con el código, las claves, los glifos y la revelación de su increíble calendario y el Protocolo tairona sobre fecundación, embarazo, parto de arqueoastronomia y arqueomedicina aborigen su obra lo ha consolidado como uno de los investigadores que más ha trabajado el tema de la cultura Guane en Colombia.

El ya célebre escritor de Las putas también van al cielo, su primera novela publicada, es un hombre que hizo del oficio de escribir su más apasionado quehacer literario como en el ejercicio de la conversación que practicaba con sus amigos en la tertulia de los cafés, y en la que mantenía la pureza impecable al vestir de blanco todos los días de su vida, como en su obra se refleja la pureza del lenguaje al escribirla con magistral destreza y poesía. Una investigación valiosa y meritoria por sí misma y por las condiciones mismas en las que se ha realizado porque la ceguera, como en Homero o Borges, el autor ha tenido que padecer, pero que no lo amilanó para continuar en el maravilloso ejercicio de escribir e investigar.

La copa ceremonial del cacique Guanenta y la profecía maya del 2012 es un libro que contribuirá a refrendar nuestra identidad cultural y a explicarnos como somos desde la existencia de esta cultura que aún no deja de sorprendernos por las revelaciones de sus cosmovisiones. La llamada santandereanidad, esto es, nuestro ethos solo es posible explicarla desde las raíces mismas de nuestros orígenes para explicarnos lo que somos y lo que hemos sido sin la cual no sabríamos lo que queremos ser.

Se reunía todos los días con sus amigos y con el que se podía conversar alrededor de una agua aromática o un café en el Café Pórtico de la Triada, ese escenario de la tertulia de periodistas, funcionarios públicos, pensionados, escritores y políticos refugiados.

El escritor Jaime Alvarez Gutierrez murió en la ciudad de Bucaramanga a la edad de 95 años a la 1 de la madrugada el jueves 26 de abril del 2018. Paz en su tumba.

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