Desde 1965, Bogotá ha sido enamorada con la ilusión del metro para así solucionar su caos en transporte y movilidad. Y es que desde ese año, todos los candidatos a la presidencia y desde 1988 los excandidato a la alcaldía le han prometido a la ciudad el anhelado metro.
Pues bien, recientemente un delfín con anhelos de otra cosa pidió rechazar el TrasMilenio por la Séptima. La verdad es que mientras un Pastrana, un Lleras o un Peñalosa esté vigente en la administración no habrá metro, ya que son los dueños de marras del transporte público en Bogotá... transporte por demás desordenado, insuficiente, incómodo e inseguro.
Además, desde el 2007, la ciudad retrocedió en seguridad y capacidad de cubrimiento y servicio en su transporte público. Por eso, en el año electoral que se avecina, la apuesta de la ciudad debe estar enfocada en cobrar en las urnas esas promesas incumplidas y la ausencia de líderes comprometidos con la ciudad, aquellos que le niegan a la ciudad el metro, pero que cuando viajan a ciudades como Nueva York, París o Sao Paulo son los primeros en usarlo.
Bogotá necesita a gritos un sistema de transporte público ágil, cómodo, seguro y accesible. Nuestro voto irá dirigido a castigar a los promeseros y a buscar un técnico que pueda enrutar la ciudad hacia el cambio posible. La construcción del metro debe incluir los municipios que le sirven de capital humano, esto es que debe pensarse en un metro desde Sibaté hasta Zipaquirá y un metro que cubra la sabana de Bogotá hacia Mosquera, Funza, Madrid y Chía, que como municipios le brindan el colchón soporte de vivienda a la capital.
Así mismo, Bogotá necesita la circunvalar desde Soacha al Tunal, que le permita a la autopista sur oxigenarse. Bogotá necesita la avenida Cundinamarca, que nos permita cruzar la ciudad sin congestión. No necesitamos más vídeos futuristas en Autocad, como nos los mostró en campaña el alcalde Peñalosa, necesitamos realidades.
Empieza la campaña y necesitamos compromiso de un líder que nos ofrezca con certeza un cambio para la ciudad. Sin soluciones a nuestros problemas de seguridad y movilidad es imposible seguir coadyuvando a la migración venezolana, que ha incrementado ostensiblemente estos dos factores: seguridad y movilidad, sin desestimar la desactivación del empleo formal. Bombas de tiempo que deben ser enfrentadas por la nueva administración.
