Parece mentira, pero en la actualidad están saliendo a la luz muchos dichos que se están cumpliendo, o bien se están dejando ver en todos lados. A todos nos ha pasado que nuestros abuelitos nos dejan refranes o frases que muchas veces no entendemos o, como decimos en nuestro país, nos dejan en el aire. Sin embargo, cuando esos famosos dichos se reflejan en alguna experiencia, anécdota o vivencia personal o familiar, llegamos a la conclusión y reflexionamos: “lo que dijo mi abuelita tenía razón”.
Muchos se preguntarán el porqué de la introducción de este texto, incluyendo hasta a nuestros abuelitos, pues fácil, como ahora a todo le llaman inclusión, pues vamos a meternos en la moda, porque como la moda no incomoda, hay que complacerlos a todos, para dejarlos contentos, especialmente a los políticos y altos mandos del Estado colombiano.
Ahora bien, muchos han llegado a decir que “el que no sabe es como el que no ve” delante de una multitud de gente, pero luego se dan la vuelta y observan a un ciego como yo escribiendo frente a una computadora, interpretando melodías en el piano, caminando solo por la calle o realizando cualquier otra actividad que les parece imposible. Entonces, se arrepienten de ese refrán, que quizás llega a herir susceptibilidades. Sin embargo, nosotros como personas en condición de discapacidad debemos reconocer que este dicho sí se aplica.
Lo que todo ciego o persona con deficiencia visual anhela después de culminar sus estudios es trabajar para poder satisfacer sus necesidades o luchar por una familia a futuro. Además, hoy día se habla de inclusión laboral, establecida en leyes, papelitos de todos los colores habidos y por haber... incluso ya no salen en el sistema Braille, ahora colocan la palabra inclusión hasta en alto relieve para que se haga más visible, pero como dice la canción romántica de Alejandro Fernández: “si tú supieras”.
Una persona ciega es invitada a una feria inclusiva para desempleados. Dicha feria se pinta como la frase que caracteriza a mi novia: “la propaganda de tu vida”, “venga y meta su hoja de vida, el momento es ahora, ¡no importa la discapacidad!”. Asistes a la feria, entregas tu hoja de vida, te miran fijamente, y si me vas a preguntar cómo lo sabemos, es sencillo: somos ciegos, pero no tontos.
En fin, pareciera que no estuviéramos en un sitio para conseguir vacantes en empresas que vayan acordes a nuestro perfil, sino que estuviesen observándonos para ver cuál es el ciego más lindo de Colombia, o cuál tiene los ojos cerrados y cuál no, o bien, quién se ve más idiota que quien… “Váyase, que nosotros lo llamamos” es la respuesta de la persona que nos atendió.Con las esperanzas puestas en esa pérdida de tiempo, que al principio solíamos ver como la puerta del cielo, recibimos la llamada de tan anhelada empresa para decirnos que nos presentemos en una entrevista de trabajo, pues sí hay cupo para nosotros.
Sacamos nuestro bastón blanquito, acudimos con la camisa más reluciente y el pantalón clásico con el aroma a mentas frescas que compraron en la casa para dar un buen aspecto a quienes nos realizarán unas preguntas que a mi criterio me parecen fuera de lugar: ¿Qué edad tienes? ¿Qué estudiaste? ¿Por qué quieres el puesto? ¿Sufres de algún tipo de discapacidad? Con respecto a las primeras tres preguntas, yo invitaría a esos empresarios a analizar las hojas de vida primero y en cuanto a la última, aquí está la raíz del problema.
“Sí, soy ciego de nacimiento”. Con el hecho de solo decir que eres ciego, el empresario sin colocar a prueba tus habilidades te mira a los ojos y dice con voz de lástima “muchas gracias por su tiempo, señor, nos estaremos comunicando con usted para ver si cumplió nuestros requisitos”. Y esa llamada, nunca llega, dejando pasar el tiempo y creando una frustración en nosotros, por no poder sostener un hogar tanto de forma independiente como económica.
Y entonces, mis queridos amigos del pueblo, ¿dónde está la inclusión laboral?, ¿qué pasa con esas leyes de más oportunidades para los discapacitados? Eso no lo sé. Quizás el negocio era ese, sacar decretos, normas, artículos y parágrafos concernientes a esta temática, para que les giren unos pesitos de más y así tener una buena tajada para estas fiestas decembrinas.
Señoras y señores, nosotros quizás no veamos, pero tenemos las mismas habilidades que alguien con sus 5 sentidos, porque nuestro único impedimento es la vista. Además, si nosotros nos formamos profesionalmente, pasando desde las primeras instituciones hasta la universidad, eso quiere decir que estamos actos para competir y desenvolvernos en esta sociedad, no como ustedes lo hacen ver: que si no tenemos ojitos no somos capaces de sacar adelante un empleo.
Simple, claro y eficaz, “el que no sabe es como el que no ve” es un dicho de antaño que, aunque nos duela, se ha transformado en una realidad que difícilmente puede cambiar con tanto parapeto que se han inventado para poder contratar a una persona en un puesto específico.
